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El escritor David Guyon y la ilustradora Heléne Crochemore crearon un libro crítico y reflexivo sobre la condición de inmigrante. Publicado en Colombia por Panamericana Editorial, ‘Lejos’ ha sido recomendado por Amnistía Internacional. | Foto: Imagen: Especial para Gaceta

Conozca el libro ilustrado 'Lejos', una mirada al espejo de la migración

El escritor David Guyon y la ilustradora Heléne Crochemore crearon un libro crítico y reflexivo sobre la condición de inmigrante. Publicado en Colombia por Panamericana Editorial, ‘Lejos’ ha sido recomendado por Amnistía Internacional.

29 de noviembre de 2021 Por: &nbsp;Julian Acosta Riveros / Especial para Gaceta<br>

Todos hemos vivido la migración o hemos escuchado, de abuelos o de nuestros padres, historias de cómo se trasladaron de un país a otro o de las zonas rurales a las grandes ciudades, huyendo de algún conflicto, crisis económica o problemática social grave. Los descendientes y sobrevivientes de la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial, incluso de nuestro conflicto interno, saben de qué hablo.

En este sentido, todos somos, a nuestra manera, migrantes o frutos de la migración, particularmente en Latinoamérica, donde nuestro signo es el mestizaje (y el movimiento, como dice la canción de Drexler).

De esta manera, un libro como ‘Lejos’ (publicado en español por Panamericana Editorial y que en su edición original recibió el apoyo de Amnistía Internacional), que habla acerca de este fenómeno, nos resulta cercano: Guyon y Crochemore crean páginas dobles que enfrentan la experiencia del migrante con la del que está al otro lado, en su destino (¡qué apropiada acá la palabra “destino”!), en dípticos que contraponen sus vivencias, acompañados de juegos de palabras como este:

Mi país está en guerra y tengo miedo de morir.
Tu país está en paz, y tienes miedo de vivir.

Sin embargo, esta dicotomía va más allá de una radical alteridad para mostrar cómo en el otro que migra hay también una experiencia que lo saca de la mera cifra y le otorga una dimensión humana: así, estos juegos de palabras también llevan en sí mismos la semilla de comprensión del otro y la clave para poder comunicar la experiencia propia, a través de palabras que son comunes, así tengan resonancias diferentes para cada uno, como ocurre con la palabra “soldados” en el siguiente fragmento:

En mi país, los niños son pequeños soldados.
En tu país, los niños tienen pequeños soldados.

Sin embargo, algo sorprendente de este libro (entre otras cosas) es que, precisamente, se entiende que el migrante no es un ser acultural y simple objeto de compasión por el sujeto no migrante: por el contrario, su experiencia consta de elementos valiosos que incluso resultan más enriquecedores, en un sentido humano, que aquellos que pueden encontrar en su lugar de destino:

En mi país, los viejos viven con los jóvenes.
En tu país, los viejos viven apartados de los jóvenes.

Estos aspectos se resaltan en las ilustraciones. Además, gracias al uso del carboncillo y el crayón, resultan crudas y conmovedoras en su sencillez al plasmar al que quiere irse, el que se va, el que muere en el camino y, finalmente, el que llega (¿es este, finalmente, el que está “lejos”?), justo para decir:

En mi país, soñaba con tu país.
En tu país, sueño con el mío.

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