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Los mataderos clandestinos se pueden denunciar en línea 123 de la Policía o ante la Secretaría de Salud. | Foto: Cortesía para El País

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Así operan las bandas que roban al 'Tino' y otros ganaderos del Valle

Al ‘Tino’ no es el único al que le roban las vacas. En 2018 la Policía Valle registró 80 denuncias. Algunos carros que entregó la Alcaldía de Cali a carretilleros estarían involucrados en los robos.

3 de marzo de 2019 Por: Santiago Cruz Hoyos / Editor de Crónicas y Reportajes

Cuando los asaltantes de ganado lo amarraron, a Isaías Rosas lo obligaron a contestar su celular.

– Diga que hay una vaca que va a parir y que por eso no ha llegado a la casa. Diga que se demora – le indicaron.
Eran las 7:30 de la noche, la hora en que Isaías acostumbra a encerrar las vacas en su finca San Lázaro, ubicada a la entrada a Buga, por la carretera Panorama, justo frente al Motel del Río.

El sector era tan sano, dice Isaías, que él podía dejar las reses en los potreros, la finca sola, y al otro día todo seguía en su lugar. Sin embargo desde hace tres años ha habido meses en los que los robos de ganado en el Valle son noticia semanal.

– En los últimos 3 años – asegura Álvaro Cabrera, el presidente del Comité de Ganaderos y Agricultores de Buga – en una zona de apenas seis kilómetros alrededor del Sena del municipio, se han robado 150 vacas lecheras, incluidos ejemplares de alto valor genético del Centro Agropecuario.

La finca de Isaías está en el mismo sector. Él hace cuentas. En su caso le han robado 13 cabezas de ganado. A otro de sus vecinos se le llevaron cuatro vacas. A otro más – y quien prefirió no revelar su identidad – le hurtaron dos toros.

Al parecer, en el robo del primer toro, los asaltantes llevaron una novillona en calor. Eso tal vez explique por qué un toro “complicado” incluso para bañarlo no hizo ningún ruido cuando lo sacaron de la finca. Para reemplazar al toro robado, a la víctima le prestaron otro. Se lo volvieron a robar.

– Ahí lo estoy pagando. También era un toro difícil. Para meterlo al establo hacía mucha bulla, pero el día que se lo robaron el toro estaba detrás de la casa y no se escuchó nada. Los perros tampoco reaccionaron. En ese robo apareció muerta una de mis yeguas. Al parecer a los animales les inyectan droga para que no molesten. Ese es el decir. Las vacas parece que las están sacando mientras saborean miel.

Los ladrones se untan la mano de miel y las van sacando de los potreros.
Isaías, por su parte, sigue haciendo cuentas. Cuando le robaron la primera vaca, decidió que nunca más dejaría la finca sola. También acostumbraba a dejar las reses en los potreros, pero desde ese primer robo comenzó a encerrarlas en la noche. De nada sirvió. En un diciembre, cuando se levantó a la madrugada, notó que le faltaban tres vacas.

Fue cuando decidió instalar trampas. Las llama “sapas”. Es un artilugio hecho con una cuerda que, cuando alguien se tropieza, estalla. Como una señal de alerta. Las instaló en las entradas de la finca, en los cercos, pero los ladrones supieron eludirlas e incluso, desinstalarlas.

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– Primero me robaron una vaca, después tres, después dos y el último robo, cuando me amarraron, 7 vacas. Me soltaron a las 3:00 de la mañana, cuando ya habían subido los animales a los carros. Ahora estoy muy endeudado.

Según el capitán Andrés David Echeverría, comandante del Grupo de Carabineros de la Policía Valle, en 2018 en el departamento se registraron 80 denuncias por abigeato – robo de ganado - algo así como siete hurtos cada 30 días, aunque la cifra debe ser mayor: no todas las víctimas denuncian.

Según las cuentas de Álvaro Cabrera, el Presidente del Comité de Ganaderos de Buga, en el Valle del Cauca apenas está el 2% del ganado de Colombia, y sin embargo ocurre el 15% de los robos de todo el país.

En lo que va de 2019, en el Grupo de Carabineros de la Policía Valle han contabilizado 5 asaltos, incluido el que fue noticia la semana pasada: las vacas y el toro ‘Lagrimón’ que le fueron hurtados al exfutbolista Faustino ‘El Tino’ Asprilla.

Después de que la noticia se hizo viral, y gracias a una llamada anónima, la Policía encontró el ganado en el Jarillón del río Cauca de Cali, a punto de ser sacrificado. No hubo capturas.

Juan Diego Saa, gerente del Plan Jarillón, el proyecto de la Alcaldía para despejar de viviendas la zona, confirmó que el ganado fue encontrado en el sector de Navarro, frente al barrio Desepaz, un tramo del Jarillón en donde aún habitan 1000 familias que están en proceso de reasentamiento.

– Se trata de la zona comprendida por los asentamientos de Brisas del Cauca, Palmas, Samanes, Navarro. Ahí encontraron las vacas de ‘El Tino’.
Desde que supo la noticia del hallazgo, Isaías no deja de pensar en un asunto. Al día siguiente de que lo amarraran para robarle sus vacas, lo visitó un policía. El agente le explicó cómo operaban las bandas dedicadas al abigeato. Le dijo que las reses las traían hasta el oriente de Cali, al jarillón del río Cauca, y allí o las vendían en mataderos clandestinos, o hacían el famoso ‘carneo’: sacrificaban la res, separaban la cabeza y sus extremidades, y vendían la carne en los barrios aledaños.

El policía agregó que aunque sabían todo eso, no podían hacer mucho. Según explicó, había zonas del jarillón del río Cauca tan peligrosas, que ni las autoridades se atrevían a entrar.

– Lo raro – dice Isaías - y en lo que no dejo de pensar, es que por las vacas de ‘El Tino’ sí entraron. Afortunadamente para él, una persona famosa, recuperaron su ganado. Eso es un avance. Pero, ¿para uno no pueden entrar? Y otra cosa: ¿cómo hace esa bendita gente – los ladrones de ganado – para embarcar los animales en Buga o en Tuluá, llegar hasta Cali, atravesarse la ciudad, y que nadie vea nada? Que nadie vea una vaca en un carro.

Los robos que se han presentado en Buga, Sonso, Yotoco, Tuluá, son muy similares. Todo comienza con inteligencia de los asaltantes. Envían gente que se hace pasar por pescadores o jóvenes que están por ahí, fumando marihuana, cerca a las fincas, cuando en realidad están analizando el ganado. El robo lo ejecutan a la medianoche.

Según la información que han recopilado los ganaderos de Buga, las vacas las están subiendo a carros de carga Chana, los mismos que le entregó la Alcaldía de Cali a los carretilleros para sustituir los vehículos de tracción animal.

– No estamos diciendo que son todos, pero sí identificamos a tres Chanas de carretilleros involucradas en los robos –dice Álvaro Cabrera, el Presidente del Comité de Ganaderos de Buga.

Se sospecha que en algún punto entre ese municipio y Cali, los asaltantes suben las reses a otros vehículos para continuar el recorrido a la madrugada, pese a que por ley, el ganado no puede ser transportado entre las 6:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana.

– Puede haber complicidad o falta de controles en las carreteras, porque uno no se explica que un camión con semejantes animales pase sin problemas en un trayecto relativamente largo –dice Alexander Durán, exsecretario de Salud de Cali, quien, durante su gestión, desmanteló dos mataderos en el jarillón del río Cauca.

Un investigador de la Secretaría de Salud que participó en los operativos explicó que los mataderos son de dos tipos: permanentes, es decir que funcionan todos los días, y eventuales: los delincuentes aprovechan cualquier lugar que les permita ocultarse para sacrificar las reses.
– Los mataderos clandestinos permanentes no reciben ganado robado.
Saben que están en problemas legales, pero esos problemas no son tan graves, a diferencia de si los acusan de robo. Entonces no se arriesgan a recibir ese ganado. Se dedican sobre todo al sacrificio de cerdos. En cambio los mataderos eventuales sí sacrifican el ganado robado. Aprovechan alguna depresión en la estructura del jarillón, y allí se esconden mientras matan la res con un puñal o pegándole en la cabeza. Incluso están sacrificando caballos– dice el investigador.

Un habitante del jarillón del río Cauca que conoce cómo funciona el negocio accedió a contar algunos datos, con la condición de que no se revelara su nombre. Por caballo para sacrificar pagan entre $200.000 y $300.000, dijo. Por los caballos enfermos se pagan $120.000. Una res grande la compran en medio millón de pesos.

– Todo depende del peso del animal, por eso los ladrones buscan reses gordas. La carne la comercializan en los mercados cercanos al jarillón.
Como es un sector que está siendo intervenido por la Alcaldía, el negocio se ha ido corriendo a otros barrios: Alfonso López, Desepaz y Llano Verde. Son los lugares de Cali donde más se vende la carne del ganado robado.

Aunque no todas las vacas que se roban terminan en Cali. El otro destino es el sur del país: Caquetá. Sobre todo vacas lecheras.

El capitán Andrés David Echeverría, del Grupo de Carabineros de la Policía Valle, asegura que ya identificaron a dos bandas dedicadas al abigeato en Tuluá y Sevilla, y se adelantan “labores de inteligencia” para aplicarles la ley 1944 del 28 de diciembre pasado, que incluye condenas de entre 5 y 10 años de cárcel y multas de 25 a 50 salarios mínimos a quienes hurten ganado.

Una de las dificultades para combatir el delito era esa: no había una ley, por lo menos clara, que castigara el abigeato, por lo que los capturados salían libres a los pocos días, incluso cuando las autoridades llegaban en el mismo momento en que las vacas estaban montadas en los carros.

– El Código Nacional de Policía decía que uno como autoridad podía capturar a alguien por maltrato animal, o por la contaminación al medio ambiente de los mataderos clandestinos y la corrupción de alimentos.
Pero no era específico con el tema de hurto de ganado. La nueva ley nos da herramientas para hacer las capturas. Y hemos tenido problemas porque en la Fiscalía no hay fiscales especializados en abigeato. Es una falencia que se está intentando corregir para llevar a los delincuentes tras las rejas – dice el capitán Echeverría.

Por lo pronto, en Buga, las víctimas de los robos crearon un grupo de WhatsApp para intentar cuidarse. Esta semana se escuchó el audio del mayordomo de una finca ubicada en Sonso:

“Desde el domingo hay gente ‘ronciando’, ahorita los vio la vecina. Se metieron a la quebrada y andan en cicla. Un amigo me dijo que vienen desde Palmira robando ganado. Esos manes son. Para que los de Sonso se vengan y le peguen una pasadita a las fincas, porque es que por aquí no pasa la Policía. Hace mucho tiempo que por aquí no sube la Policía”.

Líos con mataderos legales

Un investigador de la Secretaría de Salud de Cali explicó que algunos mataderos legales están incurriendo en irregularidades. 

El Invima, a estos sitios, los clasifica según su tecnología para que puedan sacrificar ganado para el consumo local, nacional o incluso para exportar.

”Y un problema que tenemos es que los mataderos de Florida y Pradera tienen visto bueno del Invima para el consumo local. Es decir: pueden sacrificar un número limitado de reses para el mercado interno. Si superan esa cifra, se pierde la capacidad de hacerlo en buenas condiciones de higiene y seguridad. Ese es uno de los problemas que tenemos: de Pradera y Florida está llegando mucha carne a Cali de mataderos legales que sin embargo están sacrificando más reses que su capacidad técnica les permite”, explicó el investigador.

Y agregó: “los mataderos de Pradera y Florida solo deben proveer de carne a esos municipios porque no tienen capacidad para sacrificar más ganado ”.

Aumentan las penas contra el abigeato

El pasado 28 de diciembre de 2018, el presidente de la República, Iván Duque, sancionó la ley 1944, que tipifica como delito el abigeato. La nueva ley contempla penas de entre 5 y 10 años de cárcel y multas de 25 a 50 salarios mínimos mensuales para los que se dedican a este ilícito a partir de la fecha.

“Si el valor de las reses robadas excede los 10 salarios mínimos legales mensuales vigentes, la pena de prisión será de 72 meses (6 años) a 132 meses (11 años) y multa de 50 a 100 salarios mínimos legales vigentes”, se lee en la norma.

Igualmente en la nueva ley se contemplan condenas aún más altas cuando los ladrones de ganado utilizan la violencia, o falsifican documentos, o incluso sacrifican las reses. Si ello sucede, pagarán entre 84 meses de cárcel, es decir 7 años, y 144 meses: 12 años.

Además la ley faculta a las autoridades para abrir procesos de extinción del dominio sobre los vehículos y los bienes muebles e inmuebles que sean utilizados para cometer el delito de abigeato.

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