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José Herney León (izquierda) muestra como el aceite y la grasa que se arroja por los sifones se compacta, se vuelve sólida y se convierte en tacos que obstruyen las cañerías de la ciudad. A su derecha Andrés Felipe vierte en un balde los desechos que tapan el drenaje. | Foto: Raúl Palacios / El País

EMCALI

¿Quién limpia las alcantarillas de Cali?, conozca a los 'hombres topo' que hacen el trabajo sucio

8000 toneladas de basura se sacan al año de los 3300 kilómetros de cañerías que tiene Cali. 20 hombres hacen el trabajo sucio.

1 de marzo de 2020 Por: José Luis Carrillo, editor de Cali 

Debajo de Cali corre un río de 3300 kilómetros de alcantarillas que emanan un hedor nauseabundo. De sus aguas fluyen bloques de grasa amarillenta del tamaño de un balón de fútbol número 5. También flotan botellas verdes de bebidas energizantes, paquetes metalizados de papas fritas y pañales usados que bregan por no hundirse.

No hay viento, pero al paso se abre un vapor producto de la basura en descomposición, de los desechos de cocina, de excrementos, de ese aceite frito caldoso y ocre que tiramos por el sifón del lavaplatos.

Esa madeja de tuberías, que si la desenredamos daría la distancia lineal que hay entre Cali y Atlanta, EE.UU., arrastra todo lo que no queremos en nuestra casa: basura, que en la mejor de las suertes llegará a la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales de Petecuy, pero a la larga terminarán en el río Cauca.

La semana que pasó se ‘viralizó’ un video donde se ve a un grupo de personas arrojando sin pena alguna, desde un Chevrolet Spark, una bolsa de basura en plena Avenida Guadalupe. Fueron aplastados en los comentarios de Facebook. Para Emcali es solo un caso mediatizado por las redes sociales, ya que durante el año que pasó extrajeron del alcantarillado de Cali 8000 toneladas de basura y desechos. Eso equivale al peso de 18 monumentos como el de Cristo Rey.

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La extracción de esa basura se hace en los canales abiertos con retroexcavadoras y volquetas, en las tuberías más pequeñas con once camiones que llevan enormes aspiradoras que succionan la basura y a los que llaman ‘Vector’, pero hay drenajes en las que solo cabe un hombre o dos y que deben bajar y destaponarlos a pala y balde, el oficio de esos hombres se denomina obreros de sondeo; en la calle les dicen: los hombres topo.

En las entrañas de una cloaca

José Herney León es obrero de sondeo de Emcali y desde hace 22 años se gana la vida haciendo lo que nadie quiere hacer: destapando las cloacas de Cali. Es bajo de estatura, tímido, no le gustan las cámaras y menos las entrevistas pero hace su trabajo sin una gota de asco.

A su lado está Andrés Felipe, un pelado de 25 años que entró a trabajar en su cuadrilla hace pocos días: tiene corte de pelo mohicano y tatuajes. Sus compañeros pronostican que en menos de dos semanas Andrés Felipe tendrá un daño de estómago que le durará días y que recordará por años, “ese será su bautismo en este trabajo. Nos pasa a todos, es inevitable”, explica Herney.

Al igual que ellos, en Cali hay 20 hombres que se dedican a este oficio. Son la primera línea de defensa de Emcali cuando las lluvias anegan las vías como las del sector de Chipichape o la batea de la Calle 25 con Carrera 8. A lo largo y ancho de la ciudad Emcali tiene identificados 19 puntos críticos donde esto se presenta con frecuencia.

“A veces se siente el peligro cuando estamos destapando la cañería, está lloviendo afuera y cae agua con barro de la cordillera; uno escucha abajo en la alcantarilla cómo corre el agua en la calle”, dice Herney.

Cuando llueve fuerte en Cali, esos 20 hombres saben que no hay horario de trabajo. Como aquella Semana Santa del 2013 cuando se inundó el Sur. Ese día trabajaron 17 horas sin tregua.

Herney dice que con el calor, su trabajo se vuelve más azaroso. En verano es cuando aprovechan los obreros de sondeo para limpiar las alcantarillas. “El clima caliente alborota los gases, lo primero que se sienten son ganas de vomitar. Los gases son los que más afectan, se te meten por el traje, por la ropa, te queman la piel. Después te comienza a salir manchas y brotes en el cuerpo y en la cara”.

Los que trabajan en esto dicen que se acostumbran tanto al hedor que a veces ni lo sienten, “ese olor de alcantarilla se le concentra a uno en la piel, te comienza a picar, por eso nos bañamos a cada rato, tres, cuatro veces al día no solo con agua y jabón sino también con alcohol glicerinado”.

Para estas labores tienen dos tipos de traje: el de fontanero y el overol. Para ponérselos se necesita de un ayudante y seguir paso a paso un protocolo tan complicado que parece sacado de la Nasa: sobrevestido, máscara, traje botas. No es para menos, un roto en esta vestimenta es la entrada a todas las enfermedades e infecciones que pueden existir en Cali.

De hecho, tal vez, estos 20 obreros son los sujetos más vacunados de la ciudad. Lo hacen al menos tres veces al año: contra el tétano, la hepatitis B, la influenza, la fiebre amarilla y así sigue la lista...

“Usted ni se imagina lo que nos hemos encontrado acá abajo: cadenas de oro, anillos, dagas, pero esos son descubrimientos raros; lo que si no es raro ver son ratas, cucarachas, perros muertos, culebras y unos compañeros dicen que vieron una babilla. Hace unos años encontramos un muerto en un colector en Menga; con el gancho los desatoramos y los sacamos. ¿Cómo llegó hasta allí por una tubería de un metro de diámetro?, eso nunca se sabrá”, recuerda uno de los compañeros de la cuadrilla de Herney y Andrés Felipe.

Pero, ¿qué hace que algunas personas se sometan a este trabajo? “Este oficio me dejó estabilidad laboral y una familia contenta y feliz, eduqué a mis hijos”, dice con orgullo don Herney.

Raúl, el reportero gráfico que hizo las fotografías para esta nota, dice: “y eso que Laurita, mi hija, se queja porque le toca lavar el baño los sábados”.

El rastro de las basuras

“Cali es un pueblo que se detiene cada vez que llueve”; “otra vez los carros flotando en el puente de Chipichape y en el túnel de la Carrera 5”; “reporteros gráficos, está lloviendo, ya saben dónde tomar las fotos de portada para el periódico de mañana”. Son la frases que se repiten cada vez que llueve en la capital del Valle.

Las explicaciones son las mismas: el cambio climático y las precipitaciones históricas que superan los 30 milímetros, Cali es una ciudad plana, el alcantarillado se quedó pequeño. Pero el principal motivo es el creciente volumen de basuras que generamos, que atascan las alcantarillas y que no solo arrojamos a la calle sino también que desechamos desde los drenajes y retretes de nuestras casas. 8000 toneladas al año, como ya lo dijo Emcali.

La evidencia está bajo nuestro pies: en los islotes de botellas plásticas que flotan por las alcantarillas, en los sofás que nadan por los canales de aguas negras del Oriente.

“El cambio climático influye, estamos teniendo aguaceros más fuertes pero lo que está ocasionando que las alcantarillas de Cali se taponen es la falta de cultura de la gente: porque tiramos basura a la calle, o no sacamos la basura a la hora que es, o desechamos pañitos húmedos por el sanitario y pensamos que no pasará nada, hay casas y negocios que tienen tuberías anchas diseñadas solo para tirar los desechos por allí. Pero ese tarro, ese pañito se amontona allá abajo con miles y miles más, cada uno representa a un caleño. El agua represa el sistema y nos inundamos”, cuenta Darwin Ordoñez Delgado, supervisor de sondeo de Emcali.

¿Los pañitos humedos taponan? Sí, en los últimos cinco años este elemento, usado para limpiar a los bebés, lo comenzaron a incorporar los adultos en su higiene personal y lo arrojan por el retrete: en la alcantarilla se acumula con centenares de paños más y se entrelazan en un colcha larguísima, casi infinita, que asfixia el drenaje.

“El papel higiénico se disuelve, pero los pañitos no se rompen y con el cabello de la gente forman tacos en la tubería lo que hace que el sistema se represe... esos pañitos nunca se desbaratan, se convierten en una masa, eso es lo que esta llevando a que se tape la cañería”, explica Ordoñez .

La jornada de hombres como Herney, Andrés Felipe o Darwin es un paseo de cloaca en cloaca tratando, como ellos dicen, de quitar la basura infinita que los caleños echan en ellas. “Un papel, una lata que tire cualquier caleño se acumula y tapona las cañerías, la Cali limpia no es la que más se barre sino la que menos se ensucia...”, termina diciendo Herney.

¿Por qué se inundaron las vía de Cali?

El pasado fin de semana las fuertes lluvias anegaron la Autopista Sur, la Avenida 6 con Calle 37, la Carrera 9 con Calle 27 y la Carrera 8 entre calles 25 y 26.

De acuerdo con Emcali, las inundaciones presentadas en el puente de Chipichape (Avenida 6 con Calle 37) y en la Carrera 8 con Calle 25 se registraron debido a la presencia de basura y residuos que taparon los sumideros a nivel superficial, además del rebosamiento de los colectores de aguas lluvias.

Entretanto, la anegación ocurrida en la Calle 44 con Autopista Sur obedeció al represamiento de agua debido a que se superó la capacidad hidráulica del canal de aguas lluvias que hay en la zona.

Según la gerente de Acueducto y Alcantarillado de Emcali, Sandra Collazos, la principal causa del represamiento de agua durante los aguaceros es la falta de cultura ciudadana de quienes disponen residuos sólidos, enseres y desechos de todo tipo en los sumideros y en torno a los canales de aguas lluvias. “Hay que hacerle un llamado a toda la comunidad caleña para que tengamos una cultura ambiental y no dispongamos residuos sólidos en los canales”,dijo la funcionaria.

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