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Nicolás Maduro, gobernante de Venezuela | Foto: EFE / El País

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¿Loco o actor? Esto es lo que revela el perfil psicológico de Nicolás Maduro

No es ningún loco ni un hombre carente de inteligencia. Así describen al Mandatario profesionales de la salud mental.

3 de marzo de 2019 Por: Por Meryt Montiel Lugo, editora Equipo de Domingo

Mientras en varios puntos de la frontera con Colombia se desataban hechos violentos por el deseo de la oposición de ingresar ayuda humanitaria a Venezuela el pasado sábado 23 de febrero, al oeste de Caracas, en medio de una manifestación oficialista, Nicolás Maduro bailaba salsa con su esposa, la abogada Cilia Flores.

Ese mismo día, cuando anunció el rompimiento de las relaciones diplomáticas de su país con Colombia, dijo, de manera burlona, que el presidente Iván Duque parecía un tira piedra, con cara de angelito, “pero yo le agarraría los cacheticos y le diría: chuqui, chuqui, chuqui, eres el diablo en persona y te secarás por meterte con Venezuela”.

El lunes siguiente, terminó abruptamente una entrevista que concedió al periodista Jorge Ramos, porque no soportó las preguntas que el reportero le estaba formulando. El comunicador estuvo retenido dos horas en el Palacio de Miraflores y el personal de seguridad le confiscó el material grabado durante los 17 minutos del encuentro.

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Su negación sobre las necesidades básicas de gran parte de la población de su país es tal, que hace poco expresó que estaría dispuesto a enviar alimentos y medicinas a los cucuteños que sí están sumidos en la pobreza.

Por estos recientes episodios y otros pasados - como el del pajarito en 2013 que lo “miró raro” y a través del cual recibió la “bendición” de Hugo Chávez “para arrancar la batalla e ir a la victoria” electoral- y por sus constantes ‘metidas de pata’ por su mal manejo del lenguaje o por la falta de cultura general (ver recuadro), líderes de opinión y gente del común se preguntan: ¿Maduro está loco? ¿Por qué hace negación de la realidad de su país? ¿Tiene algún tipo de trastorno mental?

El psiquiatra Carlos Climent considera que Maduro es más “un actor”, a manera de su padre político, Hugo Chávez, un actor que vigila su imagen pública. “Aparece mucho más chabacano de lo que probablemente es porque él sabe que eso le capta una simpatía grande entre las audiencias a las cuales va a dirigir su mensaje y porque resulta terriblemente antipático para sus contradictores políticos. Esa es una estrategia populista: provocar al enemigo con asuntos que le sean bien antipáticos y fingir una posición”.

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Para describir las características de personalidad de Maduro, Climent se remite a la clasificación internacional de enfermedades, donde se encuentra el trastorno de personalidad antisocial.

“Él tiene cinco de las siete características que tipifican a un antisocial: insensible a las necesidades de los demás; actitud evidente y persistente de irresponsabilidad; desinterés en las normas sociales, reglas y obligaciones; tiene una incapacidad enorme para experimentar culpa, no aprende de la experiencia y tiene una gran facilidad para culpar cínicamente a los demás. Además, es capaz de mentir con gran facilidad y lo niega todo si lo confrontan, es indiferente, un experto en identificar las debilidades de los demás y abusa de quien se le atraviese en el camino para lograr el objetivo”.

Añade el columnista y escritor que gran parte de las frases de Maduro son descabelladas y podrían catalogarse de psicóticas o locas, “pero yo no creo que sea un loco, ni una persona de corta inteligencia, es un actor que está haciendo un show donde capta adeptos porque les habla de manera desabrochada y porque diga las bestialidades que diga, nadie le pasa cuenta por ello. Pero loco no es”, reitera Climent.

Líder que mueve masas

De acuerdo con el psiquiatra Lucio David González, el pensamiento de Maduro es lógico, claro, coherente, cuando habla se le entiende, no delira. Que si hace referencia a un pajarito que le da un mensaje, eso es solo una táctica que usan los líderes para atraer masas. Son mentiras, pero que no indican que haya una patología.

“Maduro, bueno o malo, psiquiátricamente es un líder que ha logrado convencer a cierto tipo de masa. Que utiliza en su discurso chistes y anécdotas, como la del pajarito, como un truco. Quienes lo apoyan ven bien el uso de estos recursos, los que no, lo llaman loco”, comenta González.

Agrega que es un líder que viene de las entrañas del pueblo, poco estudiado, que puede cometer errores, equivocarse en su lenguaje, pero esto no le quita que tiene rasgos parecidos a los líderes sofisticados, que seguramente también se equivocan.

Hechos como estar bailando salsa en público, mientras hay enfrentamientos en la frontera de su país, lo califica el psiquiatra Gustavo Ballesteros, como una puesta en escena para mostrar que todo está funcionando bien, que todo lo que está sucediendo por fuera es el problema. “Eso es probablemente parte de un show mediático, no es porque sea que tenga una enfermedad mental o que desconozca la situación”.

Todas las actuaciones de este hombre son preocupantes porque son provocadoras, ya que lo que le interesa es generar el caos en las naciones vecinas, dijo Carlos Climent.

“Él lo que muestra es histrionismo, payasadas, cosas para llamar la atención, pero es más desde los elementos de la construcción del populismo, donde se buscan personas como su antecesor, Hugo Chávez, con capacidad de convencimiento. Él no tiene la oratoria, ni el nivel educativo, ni la capacidad de llegar a la gente, es una imitación barata de Chávez y opta por utilizar ese tipo de herramientas burlescas en las que las payasadas aparecen, en las que hablar mal (“delfines y delfinas”, “libros y libras”, “millones y millonas”) es su lenguaje para hacer reír al público. Son debilidades que tiene que compensar con ese tipo de comportamiento, como de payaso”.

Complementa Ballesteros que no reconocer lo que pasa en su país no tiene nada que ver con que Maduro tenga una negación desde la patología, “eso no se tiene que ‘patologizar’”.

Simplemente, actúa como otros mandatarios o políticos del mundo –incluso como los de nuestro país– que no aceptan que algo está pasando porque tendría repercusiones políticas, económicas, penales, sociales muy delicadas. Por eso, asegura Ballesteros, va a seguir con la idea de que todo está perfecto y como tiene parte de la población venezolana de su lado, continuar enganchado al poder”.

Desde su árbol familiar

Es muy complejo acercarse a la problemática de una persona sin investigar su historia familiar. Por eso, la psicóloga Gloria Hurtado, esgrime sus opiniones sobre Maduro teniendo presente una herramienta relativamente nueva de la psicología que está abordando los problemas de los individuos y de sus familias: el transgeneracional o árbol genealógico.

Lo primero que habría que destacar, expresa Gloria H., es su indiferencia ante el sufrimiento de su pueblo. Negar el hambre, la migración, la escasez, la falta de medicinas, podría explicarse como la actitud de un hombre que de niño fue cruelmente tratado o por abandono afectivo, inestabilidad emocional, desplazamientos geográficos, situaciones que parece se dieron en su niñez, lo que, cuando adulto, lo convierten en un hombre insensible, cruel e inseguro. El secreto rodea la infancia del dictador. Por ello su actuar nunca es frentero.

Su amor “silencioso” por su madre, agrega Hurtado, es sospechoso, porque esconderlo y no hablar de ello como si fuera una vergüenza, no es coherente. “Mi mamá es sagrada, y de ella solo hablo desde mi corazón hacia adentro”.

“Teresa de Jesús Moros es colombiana, hija de colombianos. ¿Qué tanto puede explicarse este silencio como un rechazo inconsciente a la madre con un temor fuerte de reconocerlo? ... Su madre no aparece en su vida y casi la esconde. ¿Vergüenza? ¿Rechazo?”.

“Era una mujer del hogar, muy abnegada y consagrada a su familia. Sin embargo, hay muchas cosas oscuras. Yo no quiero irrespetar su memoria. La referencia que tengo es que era una buena persona”, dijo una investigadora de su historia. Pero se dice que su madre tuvo que luchar con él: “gente meritoria, pero en toda familia hay una oveja negra y ella tenía que lidiar con el hijo menor, que nunca estudió”.

Del padre de Maduro, continúa la psicóloga, se sabe muy poco y puede ser fácilmente un padre ausente, lo que también marca la personalidad del hijo obligándolo a convertir a Chávez en un padre sustituto y depender excesivamente de él y de su criterio.

La vida de Maduro está marcada por el secreto, la inseguridad y la insensibilidad. Su abuela paterna también es colombiana y Maduro presenta una ambivalencia muy grande hacia nuestro país. Rechazo y afecto. De acuerdo con su historia puede considerarse excluido, sin un sentido de pertenencia fuerte, por lo que debe construir artificialmente afectos, personalidad, vínculos y nacionalidad.

Nicolás Maduro es un hombre inseguro, frágil, ingenuo que necesita copiar la imagen de su mentor, imitarlo, hasta el punto de no tener personalidad propia y su comportamiento siempre aparece postizo. Aun más, añade Gloria H., es un hombre rígido, lo que denota miedo grande al cambio y a la innovación.

Además, ser hijo único varón, después de tres hermanas y sin figura paterna, no hace fácil la construcción segura de una identidad masculina. Entonces puede optar por la rebeldía, transgredir el orden o irse detrás de idealismos y fantasías desproporcionadas,
finaliza la psicóloga.

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