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Estudiantes de un colegio en el barrio Mariano Ramos van a clase de educación física, pero pasan frente al parque donde a las 10:00 de la mañana ya hay consumidores y expendedores de droga. | Foto: El País

Las mañas con las que buscan inducir a las drogas a estudiantes de colegios de Cali

Jíbaros a sueldo cerca a los colegios inducen a los niños y a los adolescentes en el consumo y luego los coptan como vendedores.

21 de abril de 2019 Por: Redacción de El País

Yo veía al niño, que en el juego libre en el recreo, hacía como cuando se empaca la sustancia en la bolsita plástica y luego se le pasa la vela para sellarla. Siempre jugaba a lo mismo.

Su abuelita, que era su acudiente, confesó que los papás eran expendedores de droga y el niño veía cuando la preparaban. Entonces, “cuando están más grandecitos, ellos mismos son los que llevan la droga a vender al colegio y comienzan a ‘tallar’ a los demás, a perseguirlos, a acosarlos, sobre todo a los de 4 y 5 de primaria y a los de 6°, que son los más pequeños e ingenuos, se entran a los baños, así los inducen a las drogas. He visto que les venden un cigarrillo largo café, como el pitillo de mezclar el tinto. Otros venden otras sustancias, en forma de dulce. Ahora ya hay niñas que tratan de atraer a las otras, especialmente a las que las llevan y las recogen sus padres; empiezan a decirles que ya están muy grandes y en bachillerato, que para qué las tiene que llevar la mamá o el papá, y así las involucran en el consumo. Esta sede del colegio, colinda con una cancha donde los expendedores se sientan a fumar y desde allá les lanzan por la ventana del segundo piso, bolsas con droga a los estudiantes. La droga en el colegio es muy frecuente, el coordinador atiende de 2 a 3 casos diarios así, hay muchachos que van más a vender que a estudiar. Uno de 13 años, que fue detectado y reportado, pero tras el debido proceso, la coordinadora y dos profesores comenzaron a recibir amenazas por teléfono, diciéndoles que ya sabían donde vivían, donde estudiaban sus hijos y cónyuges. Entonces, tuvieron que denunciar ante la Fiscalía y la Secretaría de Educación los trasladó por seguridad”.

Así narra una profesora de una institución pública de la Comuna 12 de Cali, cómo los niños desde la edad temprana se involucran como expendedores y/o consumidores de droga. Y el colegio organiza escuelas de padres y conferencias de prevención, pero estos no asisten. Por ello, la Policía tiene que vigilar a la entrada y a la salida de los estudiantes.

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Las drogas en la lonchera o entre los cuadernos, es una problemática viva en las aulas escolares. Incluso, se camuflan como paquete de dulces, no sospechosos para ningún profesor ni padre de familia. O los jíbaros merodean alrededor de los colegios para vender droga e inducir a niños y adolescentes a consumir.

De ahí que la Policía Metropolitana de Cali tiene 24 colegios públicos priorizados. Los uniformados patrullan sus alrededores en horas pico con el fin de evitar que los jíbaros aborden a los estudiantes. De ellos, 17 son de primaria, 2 de preescolar y 5 de bachillerato, lo que significa que los niños están expuestos a las drogas desde muy temprana edad.

Las autoridades ya han puesto el foco en las cadenas delictivas que están detrás del microtráfico en entornos escolares. Una redada nacional hace dos semanas, arrojó la captura de 368 personas en 17 departamentos, dedicadas al almacenamiento, transporte y venta de estupefacientes en 77 instituciones educativas del país, incluidas 9 universidades.

El fiscal General, Néstor Humberto Martínez, relató que se detectaron formas de camuflar la droga, como en supuestos domicilios de hamburguesas, en las que el sobre que supuestamente contiene la sal, lleva cocaína. Más perversa forma de envenenar a los niños, son los blones, unos supuestos dulces con empaque de golosina, que no son más que marihuana saborizada u otras sustancias.

Solo en Cali, el CTI de la Fiscalía y la Sijín de la Policía Metropolitana, desmantelaron cuatro estructuras delictivas: Los Nueve de Enero, Los Jojoa, Calle Caliente y Los Africanos. Y en el Valle, hubo 44 capturados, 28 de ellos judicializados y con medida de aseguramiento, informó Eufemia Cárdenas Luna, directora de la Fiscalía Seccional Cali.

La Nueve de Enero está sindicada de microtráfico en las inmediaciones de tres instituciones educativas en el Distrito de Aguablanca, pero también de hurtos y mínimo cinco homicidios, al mando de alias Chuki, también alias Doble Rueda, Desbaratado, el Loro, el Viejo o Papá, indicó el general Hugo Casas, comandante de la Policía Metropolitana de Cali.

“La Nueve de Enero tenía tradición en Cali, luego de la captura de su cabecilla Boliqueso, en Brasil de 2016, asumió el mandó alias Chucky, y se les han hecho más de 100 capturas”, añadió el General.

Con estas capturas, se liberó del microtráfico a ocho entornos escolares, de colegios públicos y privados, además de 80 parques impactados con más 1700 comparendos con incautación de estupefacientes. El valor de las dosis iban de $5000 y $20.000, según si era cocaína, marihuana o drogas saborizadas, que aparentan ser dulces. “Se lograron incautar dulces con sabor a fresa, vainilla y chocolate”, especificó Eufemia Cárdenas Luna, directora seccional de Fiscalía.

“La ley de menores tiene bastantes prerrogativas, no castiga a los jóvenes sino que trata de educarlos y eso lo están aprovechando los delincuentes para inducir a los niños al consumo, y luego, ponerlos a vender en los colegios e incluso, para sicariato”, dijo la funcionaria.
El operativo coordinado por la Fiscalía General de la Nación, Seccional Cali, y la Policía, tuvo 23 diligencias de allanamiento y registro simultáneos a las 4:00 de la madrugada, en las que fueron capturadas 16 personas, 14 de ellas con orden judicial y dos en flagrancia.

El rector de una institución pública, reveló que algunos vendedores ambulantes aprovechan su labor para acercarse a las mallas que delimitan el colegio con la calle, y entre papas fritas y golosinas, les venden drogas a los estudiantes.

El País visitó algunas de las 24 instituciones priorizadas y constató el problema. Un colegio del barrio Mariano Ramos, además de la malla, ha tenido que sembrar ficus y tapar con grandes láminas metálicas la parte posterior para evitar el contacto con quienes madrugan al parque contiguo a consumir y/o expender vicio.

Otro colegio del barrio República de Israel, cuyo muro colinda con una cancha abandonada, a las 10:15 a.m. ya tenía dos adolescentes fumando, son los “ganchos” que inducen a los niños al consumo.

Detectar estas bandas y acopiar pruebas para judicializarlos, no es fácil. Tras cuatro meses de investigación y seguimientos de los uniformados, la Policía desvertebró el 31 de marzo a Los Africanos, organización delincuencial que tenía expendios de estupefacientes cerca de colegios de las comunas 15 y 16, poniendo en riesgo la integridad, el bienestar y la tranquilidad de estudiantes, profesores y padres de familia, dijo el general Casas.

Tras los uniformados identificar cómo delinquían, en 20 diligencias de registro y allanamiento en los barrios El Retiro y Antonio Nariño, la Sijín capturó a 12 de Los Africanos por orden judicial y tienen medida de aseguramiento intramural.

Entre ellos, están presuntos cabecillas, conocidos en el mundo del hampa con los alias de Yogui, Gringo, Caballo y Ana, una mujer con antecedentes penales por porte ilegal de armas de fuego, que surtía los expendios y recogía el dinero del ilícito, dijo el coronel Miguel Botia. Sus jíbaros cumplían turnos las 24 horas e, incluso, en la noche, evadían la autoridad camuflándose en las copas de los árboles.

Un líder cívico de la Comuna 5, dijo a El País en condición de anonimato, que el expendio y consumo de drogas prolifera cerca de los colegios. “Pero el problema no es de la Policía, sino la jurisprudencia. Por más que venga y haga operativos, si coge a un jíbaro con menos de 20 gramos, no lo pueden judicializar, la autoridad queda con las manos atadas”, enfatizó.

Y cita la captura de un adolescente expendedor de droga en el parque Los Almendros, porque llevaba muchas dosis. “Como los jóvenes siempre quieren imitar a otros, son presa fácil para los narcotraficantes que desde que se intensificaron los controles para exportar droga, buscan armar sus líneas de distribución a nivel local y les pagan a los menores de edad para no ser detectados”, explicó.

El hombre pide no dejar sola a la Policía ante esta problemática, máxime si para toda su comuna solo hay dos patrullas, sino que debe ser un trabajo conjunto con la Fiscalía, la Alcaldía, la Personería, el Icbf y demás entes del Estado.

Además de vigilancia y control en 23 colegios, la Policía las intervino con 113 campañas educativas de prevención. Y en los 24 colegios priorizados suman 51 actividades educativas del programa bandera ‘Abre tus ojos’ y aplicación del manual de convivencia escolar, con una captura por receptación de celular (hurtado); 10 comparendos por portar arma blanca y otro por portar gas pimienta.

Cifras

En el Valle, además de los 44 capturados, se les incautó 27.585 gramos de marihuana y 4506,7 gramos de clorhidrato de cocaína, para 32.091,2 gramos de sustancias estupefacientes. También armas de fuego, celulares, grameras, empaques para la droga, entre otros objetos.

En Tunja, se capturó al ‘Boyaco’, quien recibía la droga que llegaba de Tacueyó, corregimiento de Toribío (Cauca), de donde salía con un valor de $250 millones, pero comercializada subía a $880 millones.
Un caso muy grave ocurrió con un profesor capturado en Bucaramanga, porque era el expendedor de drogas en el colegio.

Datos

Los Africanos comercializaban al menos 3000 dosis diarias de marihuana, cocaína y basuco y sus utilidades eran de $250 millones al mes.

Entre armas, municiones y celulares, se les incautaron 12 paquetes de base de coca (100 gramos c/u); 226 dosis de base de coca (1 gr. c/u), y en efectivo $2.918.000, producto del narcomenudeo.

Entre los capturados de la banda Nueve de Enero, una menor de 17 años, quedó con detención preventiva en un centro de menores, y un capturado en flagrancia quedó libre, pero sigue vinculado a la investigación.

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