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El Dagma realiza anualmente, a través del Grupo de la Gestión de la Calidad Acústica, cerca de 1200 operativos en la ciudad, orientados específicamente al control del exceso de ruido. En Cali hay cuatro estaciones de monitoreo del ruido ambiental. | Foto: Especial para El País

EXCESO DE RUIDO

Exceso de ruido, el molesto efecto que volvió a Cali con la reactivación

Negocios con música a todo volumen, tráfico vehicular, las máquinas de talleres, entre las fuentes de mayor contaminación auditiva en la ciudad.

5 de diciembre de 2021 Por: Meryt Montiel Luego, El País

Llegó diciembre con su alegría, sí, pero también con mucha algarabía y desazón para centenares de caleños que viven desesperados por la bulla reinante en las zonas donde viven, ya que como algunos aseguraron a El País, desde diversos sectores de la ciudad, “este mes será mucho peor”.

Uno de estos caleños es Rosa Giraldo, residente en la Unidad Santiago de Cali, en la Carrera 50 con Calle Quinta, frente a un tradicional establecimiento del sur de la ciudad. Esta mujer de 49 años se queja del exceso de ruido que asegura, proviene de un bar ubicado en el segundo piso del centro comercial.

“¡Hacen una bulla! Eso llevan instrumentos y gente a cantar también. Y todo se escucha en mi apartamento a pesar de que cerramos las ventanas, porque este da contra la Avenida. Eso es impresionante. Desde las 9:00 p.m. se puede oír la bullaranga los viernes y sábado”.

Pero esa no es la única razón por la que Rosa no tiene un sueño tranquilo y reparador. A las 4:00 a.m. se estacionan, prendidos, sobre la Carrera 50, varios buses del MIO, que esperan turno para ingresar a la Estación Unidad Deportiva y permanecen ahí hasta las 5:00 o 5:30 a.m. “¿Por qué tienen que parquearse con los motores prendidos? Como a ellos no les cuesta la gasolina, pasan ahí una hora u hora y media. Eso es impresionante”.

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Crítica es también la contaminación auditiva en la Avenida Novena entre Calles 8 y 12, donde, dice María Zulema Albornoz, secretaria de la Junta de Acción Comunal del barrio Juanambú, que los establecimientos de la zona están compitiendo para ver a cuál se le escucha más su música. Adicionalmente, hay un punto donde convergen varios negocios (contenedores) que también ponen música.

“Ese ruido se está sintiendo en toda la Novena A, 10 y 11 Norte, la zona alta de Juanambú, en todos los apartamentos... eso es insoportable para los vecinos los jueves, viernes, sábado, y el domingo cuando el lunes es festivo”.

Agrega la señora Albornoz que hay personas del sector “que están vendiendo los apartamentos porque no pueden más con tanto ruido”. Además, expresa, “la gente está desesperada, han tenido que salir de sus apartamentos porque el ruido afecta su descanso, que es parte del derecho a una vida tranquila”.


Rememora que hace unos años, a través de una tutela (2016), lograron que algunos de los bares que afectaban la calidad de vida de la comunidad se fueran del sector, pero “en este momento eso está disparado”. Y con la pandemia, dice, se quedaron sin la atención con que contaban antes, cuando tenían comunicación directa con funcionarios del Dagma y de la Secretaría de Salud, “pero ahora la comunicación es impersonal, una queja a través de un teléfono no prospera”.

Entre dos a más de cien millones de pesos pueden pagar de multa establecimientos que infrinjan la normatividad sobre el nivel de decibeles permitidos en la zona donde se encuentren funcionando.

Cali, de las ciudades más ruidosas

El último informe de Calidad Urbana Ambiental (2015) revela que de las ciudades con más de 500.000 habitantes, Cali es una de las más ruidosas del país. Y según Franklin Castillo, subdirector de Calidad Ambiental del Dagma, cerca del 84 % del impacto producido en la capital del Valle por ruido es generado por vehículos o fuentes móviles.

En el levantamiento de los mapas de ruido que se hace cada cuatro años (el último fue en 2019), el Dagma identificó 19 zonas críticas, referidas a fuentes fijas, especialmente en establecimientos de comercio.

Entre estas se encuentran el Centro de Cali; Juanambú y Granada; las galerías Santa Elena, Porvenir y Alameda; los sectores de Ciudad Jardín, El Peñón; de La Fontana; el de la Carrera 66 entre la Calle 13 y Novena; Vipasa (Calle 44 entre carreras Segunda y Tercera Norte); el del Parque del Perro; Valle Grande; los sectores aledaños al Arena Cañaveralejo y el Coliseo del Pueblo; los que están cercanos a la Escuela de Aviación Marco Fidel Suárez; la zona contigua al Parque al Aire Libre Los Cristales y la Calle 54 entre carreras 41 y 46, en el Distrito de Aguablanca.

Precisamente, en la Calle 54 entre carreras 41 y 46 el bullicio se presenta “porque la mayoría de negocios que se han establecido en esa zona son de gente del Pacífico, que en su tierra les gusta tener sus equipos en máximo volumen y han venido a replicar a Cali sus costumbres y es complicado, porque este es un barrio residencial”, explica José Luis Paniagua, presidente de la Junta de Acción Comunal de Ciudad Córdoba.

De acuerdo con el líder comunal, los establecimientos son estaderos para ingerir licor, más que todo, y se llenan de manera impresionante. “Y es como haciendo competencia entre los negocios para saber cuál suena más duro. Allí hacen las famosas afro-rumbas los fines de semana, hasta altas horas de la noche, por eso hay muchas quejas de los vecinos”.

Paniagua agrega que “hay vecinos que no pueden dormir, llaman a la Policía, pero los agentes ya nunca vienen porque están ‘mamados’ del mismo cuento, no tienen el poder de ejercer lo que dice el Código de Policía porque el aparato para medir el nivel de ruido lo maneja es el Dagma, que tampoco ha ejercido control. Estamos desamparados. Lastimosamente, no hay autoridad para este tema. Ya estamos cansados de recoger firmas de vecinos y mandar derechos de petición. Este es el único Gobierno municipal que no responde ni los derechos de petición siquiera, así es muy complicado”.

A quién solicitar ayuda

Atender peticiones, quejas y reclamos por temas de ruidos en la ciudad no solo es competencia del Dagma, asegura Franklin Castillo, subdirector de Calidad Ambiental de este organismo.

Todo lo relacionado con ruido en establecimientos y actividades comerciales son competencia del Dagma, si estos no están en espacio público.

Los ruidos que trascienden los muros de vecindades y los provenientes de ventas ambulantes, que pueden afectar la salud humana y traspasan lo intramural de las residencias, competen a la Secretaría de Salud. Y aquellos ruidos de los vecinos que trascienden al espacio público o que también afectan a los vecinos son competencia del Código Nacional de Policía, por tanto, le competen a la Policía Nacional, explica el funcionario del Dagma.

La secretaria de Salud de Cali, Miyerlandy Torres, resalta que “la Secretaría solo realiza mediciones de ruido al interior de las viviendas y tiene una labor de vigilancia, mas no de sanción, pues esta parte le corresponde al Dagma”.

De todas formas, los tres organismos reciben por diferentes canales las quejas de caleños desesperados por la bulla que tienen que soportar, proveniente, principalmente, de acuerdo con la Secretaría de Salud, de equipos de sonidos no solamente de discotecas, sino de bares, estancos, gimnasios, almacenes y supermercados. Le siguen las máquinas de talleres y fábricas cercanas a lugares residenciales.

Cada entidad reporta un número distinto de quejas. El Dagma da cuenta que desde el 1 de enero al 26 de noviembre pasado ha dado atención a 498 PQRS (peticiones, quejas, reclamos por temas de ruido) y ha hecho 102 operativos de atención de quejas y 155 capacitaciones a presuntos infractores, entre otras actividades.

Por su parte, la Secretaría de Salud de Cali reporta que de septiembre de 2020 a noviembre de 2021 recibió 155 quejas por ruido. Y asegura que la comuna que más quejas presenta es la 19 (con 26). Le siguen las comunas 17 (con 18), la 4 (con 16) y la 3 (con 14).

Entre tanto, la Policía Metropolitana de Santiago de Cali asegura que en el periodo del 1 de enero de 2020 al 1 de diciembre de 2021 recibió 335.144 llamadas por alteración de la tranquilidad pública. Y en 2021 ha impuesto 234 órdenes de comparendo por esa razón.

Sostiene también el organismo policial que las zonas que más quejas presentan por ruido están comprendidas en el oriente y suroriente de la capital vallecaucana.

La Policía puede intervenir cuando se presenten ruidos en fiestas, reuniones o eventos similares que afecten la convivencia del vecindario y generen molestias por su impacto auditivo.

Se reforzará la lucha contra el ruido 

La Calle 44 Norte entre las carreras Tercera y Cuarta es una de las zonas más críticas de Vipasa por el constante ruido, donde se conjuga de todo: tráfico, amplificadores de sonido en establecimientos hasta altas horas de la noche, confluencia de personas... “Los fines de semana los negocios van hasta las 2:00, 3:00 de la mañana y ahora en diciembre será peor”, expresa José Ospina, presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Vipasa. Hay personas que están recogiendo firmas, justamente, para pedir el control del ruido, agrega el líder comunal.

Para Ospina, “los funcionarios del Dagma son los que tienen que controlar el ruido, seguramente ellos harán sus intervenciones, pero que controlen, que ejerzan autoridad y que los negocios que no se atemperen a los decibeles autorizados por la ley, sean sancionados. Que les hagan charlas para que sepan cuál es el volumen que pueden usar de acuerdo al área donde están y las adecuaciones que deben tener los lugares para que el ruido no trascienda de sus espacios. Si eso se hiciera, esta situación cambiaría”.

El subdirector de Calidad del Dagma afirma que la presencia de la entidad es fuerte en los territorios, “porque estamos todas las semanas en todos los sectores de mayor impacto en la ciudad. Nuestras cifras están mostrando que el Grupo de Gestión de Calidad Acústica es uno de los equipos del Dagma que más impone medidas preventivas y más desarrolla procesos sancionatorios frente a este tema”.

El funcionario reconoce que frente a la problemática del ruido en la ciudad es lógico que la capacidad logística y operativa del Dagma “no termina siendo suficiente para atender al ritmo que en un momento la necesidad de la ciudad requiere, no obstante, nosotros lideramos operativos interinstitucionales, continuamente sumamos nuevos actores, accedemos a los entes de control, a los que pedimos constantemente apoyo para lograr una mejor cobertura”.

Asegura el subdirector Castillo que están trabajando duro y que van a fortalecer el equipo en 2022 con más gente. “Estamos fortaleciendo también el laboratorio ambiental para poder apoyar el tema de presión sonora; además, estamos fortaleciendo nuestro equipo de gestión empresarial ambiental para poder llegar a las empresas de mayor tamaño con el fin de controlar todas las variables ambientales, pero especialmente, esta relacionada con el tema del ruido”.

El funcionario agrega que están haciendo presencia en los momentos previos a los conciertos y eventos masivos de la ciudad, como el Petronio Álvarez, y durante los mismos, regulando el ruido, haciendo medición, control.

“Y en ese sentido, cuando miramos las cifras, cómo ha venido mejorando este proceso, consideramos que en este momento es considerablemente menor el impacto en ruido que se está generando por los establecimientos”, concluye Franklin Castillo.

Comuníquese bien

Dagma:
Teléfono: 2 660 68 83.
Correo: contactenos@ cali.gov.co

Policía:
Líneas 123 y 156
Correo: fuentes.mecal@ hotmail.com

Secretaría de Salud Municipal
Correo: atencionalusuarioensalud@cali.gov.co
O puede dirigirse presencialmente a la sede de la Secretaría.

También puede radicar las peticiones en los CALI o en las ventanillas únicas del Dagma o de la Alcaldía de Cali.

Tenga presente

Los niveles de decibeles permitidos en una zona dependen de la actividad que se desarrolla en esta. Si el POT la define como zona mixta, residencial neta, residencial predominante, de actividad comercial, etc.

La zona de Versalles, por ejemplo, está regulada con un máximo de presión sonora de 70 decibeles en horario diurno y de 60 decibeles en horario nocturno.

En zonas industriales se admite un nivel de presión sonora de 75 decibeles tanto en horario diurno como nocturno.

La Ley 1333 faculta al Dagma para aplicar procesos sancionatorios a los que se excedan en generación de ruidos. Hay imposición de medidas para prevenir el impacto ambiental, hasta multas millonarias.

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