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En un año estaremos en la campaña para alcaldías y gobernaciones, concejos y asambleas.

2 de septiembre de 2018 Por: Andrés Felipe Becerra I.  / Editor de Orden

En un año estaremos en la campaña para alcaldías y gobernaciones, concejos y asambleas. En Cali los aspirantes deben estudiar desde ya fórmulas para salvar los activos de Emcali, resolver los problemas de seguridad y movilidad de la ciudad, recuperar el espacio público invadido en el centro y Santa Elena -para beneficio de la comunidad-, y preservar las iniciativas de la administración actual en educación, aún incipientes pero de gran importancia.

En seguridad, la tasa de homicidios sigue en niveles de 50 por 100 mil habitantes, el doble del promedio nacional; habrá que contar con la Policía Nacional para lograr estabilidad en el cargo de comandante en la sede metropolitana.

Para tener agua en el largo plazo hay que reducir la proporción de agua tratada no contabilizada, que se dobló durante la intervención de la SSP, y definir desde ya fuente para aumentar en forma significativa la disponibilidad a largo plazo. Reducir las pérdidas de energía en las redes municipales requiere inversiones enormes. Es improbable que los sindicatos de Empresas Municipales logren los resultados necesarios en productividad, como espera el Alcalde, y que un plan de retiro mejore las perspectivas de éxito sin la colaboración de la Nación, acreedora financiera de más de un billón como resultado perverso de deficiente gestión durante 13 años al volante.

En movilidad, el esquema del MÍO requiere revisión, y en particular el establecimiento del tren ligero que recomendaban los estudios originales. Metrocali y Emcali requieren serios ajustes en gobierno corporativo que el Alcalde no reconoce.

Cali necesita una organización coherente con las necesidades del municipio y los adyacentes, en particular Yumbo y Jamundí, para abordar los grandes retos.

La Administración actual hizo una reforma administrativa desafortunada: el número de subalternos directos del Alcalde subió de dieciocho, que ya es bastante, a más de treinta. Además dobló el número de contratos de prestación de servicios profesionales independientes.

El Congreso aprobó la Ley en virtud de la cual se eleva a Cali a la categoría de distrito, lo que supone una capa burocrática adicional de administración para atender de manera separada las necesidades de servicios de diferentes partes de la ciudad, y hace más difícil la gestión de las secretarías tradicionales. Se espera que la dignidad distrital aumentará el monto de recursos a cargo del presupuesto nacional para Cali, pero lograr ese propósito exigirá equipo directivo eficiente y bien articulado.

Hacerse elegir requiere construir organización de base y hacer presencia en medios tradicionales y digitales; los esfuerzos corresponden a los candidatos, pues no hay partidos políticos verdaderos en Colombia. Ello hace difícil movilizar los recursos requeridos sin perder independencia y exige mucho tiempo.

Para quien gane hay oportunidades visibles de gran impacto. Se pueden incluso normalizar las invasiones, que suman cerca de cuarenta por ciento del total de soluciones de vivienda; como consecuencia, aumentaría cuatro por ciento el recaudo del impuesto predial y se robustecería la economía formal. Los retos son serios. ¿Qué dicen los aspirantes?


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