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Para algunos caleños, la recuperación de la apariencia física de la ciudad debe ir acompañada de reducir la polarización social, uno de los efectos colaterales más fuertes que dejó el paro. | Foto: Foto: Raúl Palacios / El País

CALI

¿Cómo sacar adelante a Cali, ante las hondas fracturas que agudizó el paro?

Académicos, concejales y caleñas de “a pie” dan sus visiones de cuáles son los mayores retos de la ciudad tras el paro.

28 de octubre de 2021 Por: Redacción de El País

Fortalecer el sentido de unión y pertenencia a través del diálogo, aumentar la inversión social y mejorar la infraestructura son algunos de los puntos en los que coinciden los caleños para sacar adelante a la ciudad luego de las secuelas que dejó el paro nacional.

Y es que la mirada que tienen los residentes de la capital vallecaucana sobre el estado de la misma no es tan favorable en estos momentos.

Según la reciente Encuesta de Percepción Ciudadana de Cali Cómo Vamos, solo el 13,1 % de las personas consultadas afirmó que las cosas iban bien en la ciudad y apenas el 34 % tiene una mirada positiva de cómo cree que estaría Cali dentro de cinco años.

Para el sociólogo y PhD en Historia Adrián Alzate, es vital que se creen espacios de encuentro entre voces diversas para contribuir al cerramiento de la polarización y se lleguen a puntos en común para analizar qué ha sido de Cali seis meses después del paro.

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Con una mirada similar, María Isabel Ulloa, directora de Propacífico, cree que el diálogo es la vía más útil para sacar adelante proyectos que den respuesta a las necesidades sociales a partir de alianzas entre ciudadanos y el sector privado.

Leonardo Marín, habitante del oeste de Cali, opina que “el sentimiento de pesimismo que hoy reina en la ciudad no se recupera con ferias a final de año. Lo que se debe hacer es trabajar con las poblaciones más jóvenes para inculcarles un sentido de pertenencia por la ciudad”.

En cambio, Christian Garcés, representante a la Cámara por el Valle, aseguró que “se requiere inversión para la reactivación y creación de Pymes en la ciudad, así como en seguridad para recuperar el respeto por el orden público y la autoridad. Necesitamos un Alcalde que deje de gobernar dividiendo la ciudad de Cali y más bien una todas las fuerzas vivas para sacar adelante el Distrito”.

¿Qué opinan dos caleñas “de a pie”?

La mirada de Sonia León, habitante del barrio Santa Elena, sobre Cali seis meses después del paro, es poco favorable. “Uno supone que el estallido social buscaba mejorar las condiciones económicas, pero si uno ve aspectos tan sencillos como los alimentos, su precio sigue igual o peor que antes de que llegara el paro. Por ejemplo, la libra de carne estaba antes en $10.000 y ahora se ubica en $15.000, o la pechuga de pollo, que uno encontraba en $8000, ahora está en $13.000 o $14.000 en la galería”, cuenta León.

Además, opina que la infraestructura de la ciudad está muy deteriorada, en especial en el sector de La Luna.

No obstante, León destaca que “el paro mejoró la unión de las personas para protestar por un fin en común, aunque hubiese una minoría que no estaba de acuerdo con las manifestaciones”.

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Por su parte, una líder social de la Comuna 22, quien prefiere reservar su nombre, asevera que “Cali se encuentra abandonada y sin Alcalde”.

“Se ha perdido el respeto por casi todo. Por la autoridad. Por las normas de tránsito. Uno no ve sanciones y hay un desorden total. La Policía está casi maniatada: si actúan, está mal y sino, también”, asegura la residente del sur de la capital vallecaucana.

Además, agrega que “el alcalde Ospina nos ha tildado como un sector de ricos que no necesita nada” y no desmiente que los residentes de la zona sean “paramilitares”. Según la líder de la Comuna 22, “en Cali hay dos cicatrices: la física, que es la infraestructura y la social, que está muy crítica. Si desde la Alcaldía no hay una entrega total hacia la comunidad, será muy difícil que nosotros podamos salir adelante de todo esto”.

El 42 % de los caleños se sienten orgullosos de su ciudad, según Cali Cómo Vamos.

“Debe haber más inversión social”

La concejal Alexandra Hernández define a Cali como “una ciudad gris”. Esto lo dice porque “salimos de una guerra de la que aún no nos hemos recuperado. Uno ve que las estaciones del MÍO siguen dañadas y en los semáforos predomina la ley del más fuerte para regular el tránsito”.

Por ende, ve necesario mayor inversión social y que se implemente lo más pronto posible el Fondo Solidario para focalizarlo en sectores muy afectados como el turismo, la cultura y gastronomía. La cabildante agrega que los recursos también deben priorizar a las mujeres, puesto que estas son 18 % más víctimas del desempleo que los hombres en Cali.

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Por su parte, el concejal Juan Martín Bravo asegura que al día de hoy “no hay ningún avance, sino que vemos la ciudad más fraccionada, en escombros y totalmente destruida”.

De acuerdo con Bravo, “la Alcaldía debe sacar adelante obras de infraestructura como la Avenida Circunvalar, con el fin de aumentar el empleo, y concretar la Universidad del Oriente, que bien puede ser una estructura física o virtual, como ya lo tiene Antioquia”.

Además, manifestó: “Si Cali no se une en estos momentos, si no asume una actitud resiliente, no podremos avanzar. Y el ejemplo debe darse desde la institucionalidad, la cual debe trabajar con todos los estratos socioeconómicos y con todas las capas del empresariado caleño, el cual no es de derechas ni de izquierdas”.

En la Universidad Autónoma inició hace dos semanas una Cátedra de Paz que busca debatir sobre los efectos del paro en la sociedad caleña.

¿Una sociedad más fragmentada?

Para el sociólogo y PhD en Historia Adrián Alzate, jefe del departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma, la consecuencia más fuerte que provocó el estallido social fue intensificar los problemas de integración social que ya existían desde mucho tiempo antes en Cali.

“La polarización de los caleños fue tal que difícilmente hoy se reconocen unos a otros, en parte por los actos de violencia ejercidos entre ciudadanos, por parte de la Primera Línea o contra esta”, explica Alzate.

Aunque el académico reconoce que el paro sí tuvo un ejercicio muy valioso para unir a dimensiones sociales muy diversas como universitarios, jóvenes en situaciones vulnerables y sectores artísticos, “la herida de la polarización” tardará bastante en curar.

“Esto habla incluso de heridas viejas, con aspectos muy polémicos tanto en Cali como en la sociedad colombiana, cuando tuvo lugar el plebiscito por la paz, por ejemplo. La sociedad caleña entonces debe plantearse cómo construir comunidad y adelantar acciones de reconocimiento y tolerancia por la diversidad”, afirma el docente de la Universidad Autónoma.

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Por su parte, Lina Martínez, coordinadora del Observatorio Polis de la Universidad Icesi, comenta que ya se sabía cuáles eran las inequidades de la ciudad, agravadas durante la pandemia, que fue lo que impulsó el descontento social del paro.

“Uno de los resultados más importantes de las marchas es que la gente más vulnerable buscó mecanismos para disminuir esas inequidades, dado que las políticas públicas no han sido eficientes y no hay una ruta clara del Gobierno Nacional y local”, asevera Martínez.

Sin embargo, señala que dada esa falta de contundencia en el actuar de la Administración, es muy difícil llevar a cabo cualquier tipo de control político después del estallido social.

“El mecanismo más efectivo para responder a esas necesidades es más inversión pública en temas sociales. Las marchas esporádicas que aún presenciamos mandan un mensaje de que se deben abordar las carencias más neurálgicas de Cali”, enfatiza.

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