A Gustavo Andrés Gutiérrez lo conocí un lunes de 2011. Yo sentía curiosidad por la historia que había escuchado. Hablaba de un escritor en el barrio Petecuy, al oriente de Cali, que publicaba sus libros con tapas hechas en cartón, al mejor estilo de Eloísa Cartonera, la editorial argentina. Y que además tenía una biblioteca ambulante, Biblioghetto, con la que recorría las calles del barrio y el jarillón del río Cauca para enseñarles a leer y a escribir a los niños y jóvenes de la Comuna 6, y de paso, a punta de literatura, alejarlos de la violencia y las drogas.

Según el Censo de 2005, en Petecuy y sus alrededores 1.918 niños y adolescentes no sabían leer y escribir. En un censo cultural realizado en 2008 se leía que más del 15% de toda la población del barrio seguía en la misma situación.

Cuando llegué ese lunes de 2011 a conocer a Gustavo, el escritor, noté mientras daba vueltas buscando su dirección que los muchachos miraban con rabia. Los que estaban en las esquinas como matando el tiempo, o tomando gaseosa en la panadería, o jugando fútbol, miraban con rabia. Sin embargo, cuando por fin me encontré con Gustavo y recorrimos el barrio, esa furia se transformaba. Los muchachos miraban con alegría y se mostraban distintos con el reportero que iba por ahí con grabadora en mano. Por eso la crónica que publiqué en este diario la titulé así: ‘Gustavo, el que cambia las miradas’.

Desde entonces han pasado muchas cosas. Gustavo publicó un nuevo libro, ‘Cambiando Balas por Libros’, en el que cuenta su experiencia con Biblioghetto, cómo los jóvenes del barrio se han ido reconciliando. A la literatura le agregó el arte. En Petecuy hay esquinas pintadas con murales donde los niños se reúnen a leer, a escribir, a dibujar, y hay una calle, la del ‘color’, donde antes nadie entraba por miedo a que lo atracaran y hoy en cambio es punto de encuentro de la comunidad gracias a que los niños la intervinieron.


Por todos esos logros el proyecto de Gustavo obtuvo el tercer puesto del premio Por una Cali Mejor, en 2011, y en 2018 el Ministerio de Cultura reconoció a Biblioghetto como “estrategia que contribuye a la paz y la reconciliación”. Un año después el Programa Iberoamericano de Bibliotecas Públicas, Iberbibliotecas, que promueve el acceso libre y gratuito a la lectura y la información de todas las personas sin discriminación alguna, le otorgó un nuevo premio por la propuesta de destinar las esquinas del oriente a la lectura.

Ahora, y a raíz de la pandemia del coronavirus, Gustavo pretende impulsar un nuevo proyecto. Se trata de un comedor nocturno infantil para Petecuy.

Debido a la pandemia, y a que por varias semanas dejaron de funcionar los comedores comunitarios de la Alcaldía, explica, la situación para muchas familias se complicó. Gustavo vio en Petecuy lo que publicaba el Dane en las estadísticas: el 30% de los hogares colombianos dejaron de comer tres veces al día, a solo dos, incluso una.

Entonces se dio a la tarea de buscar donaciones para abrir un comedor que por lo menos en el oriente, evitara que los niños se acostaran con hambre. Con las donaciones, y el apoyo de líderes comunitarios como Ricardo Salazar, abrieron un primer comedor nocturno en el barrio Tercer Milenio. Allí, de lunes a viernes, se les garantiza la comida a 60 niños. Antes de comer se sientan a leer un rato, a conversar, a jugar con los amigos. El comedor se ha convertido en una forma de aprovechar el tiempo libre en vez de estar por ahí en la calle.

Gustavo pretende hacer lo mismo en Petecuy. La iniciativa la conoció Sebastián Gaon, y su novia Stella Cardona, los propietarios del restaurante Gaón Artesanal Burger, y decidieron apoyarlo. Es cierto que el sector gastronómico está muy golpeado por la pandemia, es cierto que la reactivación no ha sido como se esperaba, dice Sebastián, pero en Cali hay familias que la están pasando muy mal y hay que hacer algo al respecto.


Sebastián y Stella abrieron entonces un ‘Vaki’, la plataforma de financiamiento colectivo, para reunir $7.500.000 que permitan abrir el comedor nocturno en Petecuy y consolidar el de Tercer Milenio. Los recursos se invertirán en lo que requiere toda cocina: sillas, mesas, platos, cucharas, vasos, ollas, ventiladores, delantales, cubiertos, kits de bioseguridad, la comida. Es posible donar desde $3,000, o en especie. Hasta este viernes se reunieron $1.752.000, así que todavía es necesario el apoyo. En el cumpleaños 485 de Cali, no hay mejor regalo para la ciudad que garantizar que ningún niño se acueste con hambre. El link del ‘Vaki’ ( comedor comunitario infantil) es este:
https://vaki.co/es/vaki/WXqkYWHpktH3nS917VPW