Recuerdo,creo que fue en 2013 una reunión en el antiguo colegio de la Sagrada Familia, ese bellísimo convento, orgullo patrimonial de Cali, donde tantas generaciones de mujeres se formaron y recibieron una educación basada en principios éticos y valores morales.
Fabiola Aguirre nos mostraba a los asistentes el proyecto un hotel boutique con algunos locales comerciales, respetando en todo momento la estructura del claustro, restaurándolo, embelleciéndolo, y rescatándolo del abandono en que quedaría sumido por la falta de recursos de las monjitas para mantenerlo. Un proyecto bien diseñado , que conservaría esta joya arquitectónica.

Recuerdo que me impresionó la cursilería de la decoración de las habitaciones, con espejos de marco dorado chillón, sofás capitoneados en seda y elementos rococó que nada tenían que ver con la época ni el sentido estético... pero en fin... que cada cual haga de su capa un sayo... y en gustos decorativos no hay nada escrito. Por lo demás, salí entusiasmada y felicité a Fabiola.

Pasaron los días, los meses y los años y el proyecto inicial se fue esfumando y retorciendo en las narices de todos los caleños sin que nos diéramos cuenta. Poco a poco, como las hormigas arrieras, se fueron socavando estructuras,demoliendo el patio central su vegetación se convirtió en losas frías,las habitaciones y su decoración estrafalaria se redujeron al mínimo, los espacios se transformaron en cubículos comerciales, la torre ‘moderna’ (un adefesio) cambió de altura... y todo,sin querer queriendo, a la vista de todos, repito. Del proyecto inicial no quedó nada. Lo que existe es una afrenta para la ciudad y ese rincón casi sagrado del Cali que nos queda y que nos quieren quitar a manotazo limpio y amenazas intimidantes.

La rifa de este enano de yeso se la ganó el alcalde Armitage y su equipo de gobierno que le puso tatequieto a este dinosaurio y suspendió las obras. Amenazas y demandas contra funcionarios de la Alcaldía que simplemente están cumpliendo su deber.

Ahora resulta que, según afirman los que conocen a fondo este enredo, el señor Jerónimo ni siquiera es arquitecto. Todo lo hicieron como hechos cumplidos, soterradamente, y ahora se rasgan las vestiduras porque les llegó la autoridad. Lo que no entiendo es por qué administraciones anteriores no tuvieron las agallas de pararles el macho a tiempo.

No sé si a raíz de este artículo también voy a caer en el costal de demandados. No me importa. Apoyo integralmente al Alcalde y a sus funcionarios, que están en todo el derecho y deber de parar este adefesio. O se regresa al proyecto inicial o no hay arreglo. Es cuestión de principios. La ciudad no se puede dejar amedrentar por hechos cumplidos y amenazas. Ya bastante desgreño y corrupción nos tocó vivir en años de administraciones de ingrata memoria por decir lo menos. No vamos a caer de nuevo en esto.

Le pregunto a doña Fabiola, mamá del proyecto y del arquitecto-diseñador, ¿qué opina de todo? ¿En qué quedó lo que nos mostró? ¿También fue a sus espaldas ? ¿Usted que fue funcionaria de Planeación y del POT? Ojalá nos aclare esas dudas. Usted es una mujer de carácter e ideas firmes.

Existen, según escuché, muchos intereses creados y está en juego mucha plata. Y parece que se traman cosas poco transparentes. Sería interesante que este proceso legal pasara a Bogotá. Eso es lo que me han dicho, no entiendo de leyes. Doctores, tienen la palabra. ¡Los principios son para respetarlos y no manosearlos!