"La diferencia fundamental entre la Colombia de hace 30 años y la de hoy es que en ese período, con todas las dificultades que había: la violencia de los extraditables y las dificultades para reformar la vieja Constitución del 86, se logró un consenso nacional, un consenso político, un consenso institucional y un consenso de funcionamiento de la Asamblea”.

Así habla Antonio Navarro Wolf, copresidente de la Asamblea Nacional Constituyente que tres décadas atrás le dio vida a la Carta Política que hoy rige a Colombia.

Quien para la época acababa de entregar las armas del M-19, logró una “reconciliación histórica” con Álvaro Gómez Hurtado, que impidió que los liberales, con Horacio Serpa a la cabeza, se hicieran a la jefatura única del proceso de elaboración de la nueva Constitución.

¿Qué significó para usted pasar de ser un exjefe guerrillero a copresidente de la Constituyente?

Fue una coincidencia histórica. El M-19 firmó la Paz el 9 de mayo de 1990 y coincidió esa decisión con el desarrollo de un acto de democracia participativa, que llevó a la Asamblea Constituyente. Esa afortunada coincidencia histórica permitió que hubiéramos podido participar en las elecciones y haber recibido un amplio respaldo popular, que permitió que uno de nosotros fuera copresidente de la Asamblea, significó un momento de mucha importancia para el país y para nosotros.

¿Cómo logró ponerse de acuerdo con Álvaro Gómez, fiel exponente de la política tradicional en el país?

La verdad es que fue un acto de reconciliación muy importante en esa época, que fue de consensos y permitió hacer una buena Constitución en cinco meses. Los liberales pretendían que la Asamblea tuviera un presidente liberal, un primer vicepresidente de nuestro grupo político, la Alianza Democrática M-19, que había sacado el segundo grupo más numeroso de miembros de la Asamblea, y una segunda vicepresidencia del Movimiento de Salvación Nacional, que quedó de tercero y que encabezaba Álvaro Gómez Hurtado. A mí no me pareció buena idea. Busqué a Álvaro Gómez, él aceptó una reunión, que fue un acto de reconciliación. Casi inmediatamente hubo química y nos pusimos de acuerdo en una presidencia colegiada, que fue finalmente la que se impuso por decisión de la mayoría en la Asamblea Constituyente. De manera que ya los hechos fueron a través de la conformación de la presidencia colegiada, pero en el fondo fue algo que fue muy importante en ese periodo, que fueron los consensos y la reconciliación para hacer la nueva Constitución.

¿Qué fue lo más difícil de ese proceso de hacer una nueva Constitución Política?

Lo más difícil fue haber logrado hacer una Constitución relativamente buena en cinco meses. Se presentaron 136 proyectos de modificación sobre composiciones a la Constitución, 36 proyectos de restitución completa, haber logrado, con toda esa cantidad de propuestas, hacer una Constitución en cinco meses, fue lo más difícil y hubo que trabajar a marchas forzadas.

"Yo soy un constituyente más, haber tenido el puesto de copresidente no me da ningún valor especial. La Constitución fue hecha con un esfuerzo colectivo de 74 colombianos, eso hay que resaltarlo de esa manera”.

¿Y cuál es el gran legado que en su opinión dejó esta Carta Magna?

Primero, la enseñanza de que en Colombia sí podemos trabajar en bien de un resultado colectivo todos los colombianos. Es posible conseguir consensos en este país. En este momento de gran polarización, es algo que se ve con mucha simpatía y como una enseñanza muy importante. Luego, la definición de Colombia como un Estado Social de Derecho, con una carta de derechos muy completa, que si se cumpliera como está en la Constitución, seríamos un país menos desigual, más incluyente, con mejores condiciones de vida, con más educación, con más salud, con más igualdad.

Además de muchas otras cosas que se lograron en la Asamblea: el fin del Gobierno en estado de sitio, el fin del bipartidismo, el avance hacia la democracia participativa, la autonomía del Banco de la República, avances en la descentralización, la inclusión de los indígenas en la vida nacional, de los afrocolombianos de la Costa del Pacífico. Todas estas cosas están todavía vigentes y fueron los legados del trabajo de 1991.

Y hoy, 30 años después, ¿qué le modificaría a esa Constitución?

Primero, yo creo que funciona bien en la democracia colombiana la manera de votar, sobre todo para la conformación de los cuerpos colegiados: el Senado, la Cámara y los cuerpos colegiados departamentales y municipales, deberíamos haber obligado a que las listas siempre fueran cerradas y se votara sin clientelismo, más por ideas y por propuestas que por federaciones de clientelas... Tal vez esa es una de las cosas que menos éxito ha tenido en Colombia y no se modernizó perfectamente en la Constitución. También nos falta más descentralización, seguimos teniendo una institucionalidad demasiado centralizada en la Presidencia de la República y en el Gobierno Nacional.

Lea además: "Jorge Iván Opina quiso jugar a la revolución en Cali": María Fernanda Cabal

Hay quienes dicen que fue una Constitución muy llena de derechos, pero que hace falta ponerle algunos límites a esos derechos...

No, yo lo que creo es que se deben es aplicar esos derechos bien aplicados, porque no se han aplicado bien. Los desarrollos que han tenido esos derechos en las leyes y en los oficios en los gobiernos han sido limitados. Si se defendieran bien los derechos, tendríamos una mejor sociedad. De manera que, por el contrario, la expresión de esos derechos en la Constitución es un buen resultado del trabajo del 91.

¿Cómo compara lo que estaba pasando en ese momento en el país con lo que está sucediendo hoy?

La diferencia fundamental es que en ese período, con todas las dificultades que había: la violencia de los extraditables y las dificultades para reformar la vieja Constitución del 86, se logró un consenso nacional, un consenso político, un consenso institucional y un consenso de funcionamiento de la Asamblea. Hoy lo que tenemos es polarización y yo pienso con nostalgia en esa posibilidad de los consensos del 91.

¿Y por qué hoy esa posibilidad de un consenso se ve tan lejos?

Es infortunado que así sea, pero es la realidad. Yo diría que lo que nos enseñó el 91 es que sí se pueden conseguir consensos y deberíamos mirar con generosidad esa enseñanza. Aplicar de la mejor manera el Estado Social de Derecho, ese podría llegar a ser un consenso nacional que nos permita salir del actual momento de la polarización, pero no es fácil porque la polarización se alimenta a sí misma, se retroalimenta, de modo que la enseñanza es que sí es posible el consenso, que sí es bueno, que sí produce resultados, pero en la actualidad no es fácil lograrlo.

Desde las negociaciones de paz en La Habana se ha hablado de que la salida para el país sería crear una nueva constituyente, ¿qué opina?

Ante la vieja Constitución, la de 1886, resultado de la victoria de uno de los partidos políticos tradicionales en una guerra civil sobre su contrincante, ese reemplazo ya se produjo, de manera que no es necesario reemplazar una Constitución que todavía está con muchos reglamentos vigentes, lo que hay que hacer es aplicarla, en vez de reemplazarla.

“Seguimos teniendo una institucionalidad demasiado centralizada en la Presidencia de la República y en el Gobierno Nacional”.

Uno de los grandes problema del país es la corrupción. ¿Qué herramientas dio la Constitución del 91 para combatirla?

El problema de la corrupción se consideró, por supuesto, en el 91 y se tomaron una serie de mecanismos y decisiones bastante drásticas. La posibilidad, por ejemplo, de que la Procuraduría General de la Nación sancione con destitución a colombianos que han sido elegidos por voto popular es uno de esos mecanismos. Ahora se está haciendo una reforma porque la Corte Interamericana de Derechos Humanos considera que eso es excesivo, exagerado.

Así mismo, se sanciona la pérdida de investidura de los congresistas que están en actos de corrupción con la muerte de política, y se tomaron una serie de medidas muy efectivas, lo que pasa es que también el votante tiene que ayudar a que esto no se repita. Si el votante vende el voto, si cambia el voto por un favor, por un puesto, por una inversión, está ayudando a que quien hace negocios con la política sea elegido. Aquí necesitamos de las más sanas críticas pero también que los votos sean votos de opinión, votos libres.

¿Recuerda algún aporte concreto que Horacio Serpa y Álvaro Gómez le hayan hecho a la nueva Constitución?

El aporte más importante fue haber trabajado juntos, haber logrado que algo tan importante como hacer la primera Constitución del Siglo XX de Colombia haya sido liderado por tres cabezas de los tres grupos políticos más importantes de ese momento en la vida nacional. Es verdad que Horacio Serpa, Álvaro Gómez y yo éramos ideológicamente muy distintos. El doctor Gómez venía del conservatismo más ortodoxo en la historia de Colombia, Horacio Serpa era un liberal clásicamente liberal y yo venía de un grupo levantado en armas.

Que hubiéramos entendido que había que trabajar juntos, de la mano, creo que ha sido el mayor aporte que ellos hicieron a la salida de ese momento de la situación colombiana y a la confección de la nueva Constitución. No recuerdo lo que propusieron de forma concreta, porque estábamos en comisiones distintas, trabajábamos todas las propuestas en comisión y ya después en la plenaria se aprobaban. Recuerde que son más de 360 artículos.

Y usted, como uno de los papás de la Carta Política que rige aún hoy al país, ¿qué mensaje les da a los colombianos?

Yo soy un constituyente más, haber tenido el puesto de copresidente no me da ningún valor especial. La Constitución fue hecha con un esfuerzo colectivo de 74 colombianos, eso hay que resaltarlo de esa manera.
Y el mensaje para los colombianos es que trabajando juntos y con el propósito de hacer las cosas bien, se pueden lograr resultados.

Modelo

¿Cómo compara la Constitución de Colombia con las de otros países América Latina?

La nuestra fue la primera de una ola de nuevas constituciones en América del Sur, que tomaron la Constitución colombiana como punto de referencia. Yo diría que, en general, fue un gran momento de la vida colombiana que, repito con nostalgia, deberíamos buscar la manera de repetir ese consenso nacional en el período que estamos viviendo”.