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Construcciones sobre la margen del río Pance de La Vorágine hacia arriba le quitan espacio natural a la cuenca. En Pance bajo, hacia La Viga, también hay cambuches de aparentes invasores. | Foto: Jorge Orozco - El País

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Las amenazas que pueden llevar a la desaparición del río Pance

El balneario natural de los caleños padece de problemas de movilidad cuando hay afluencia masiva de turistas. Pero el deterioro del río es otro de los graves problemas.

9 de febrero de 2020 Por: Alda Livey Mera Cobo, reportera de El País

“Siempre les hemos manifestado a las administraciones que al corregimiento de Pance se le debe tratar diferente a los otros, pues somos un corregimiento con vocación de recreación y turismo; somos el mar de los caleños y tenemos el único río que aún queda con vida en Cali”.

Así resume Barlaham Villa, integrante de la mesa de movilidad e infraestructura de Pance rural, el sentir de los habitantes de este sector que deriva su sustento de atender a los visitantes que semana a semana van atraídos por la frescura de sus aguas y por la belleza de su paisaje contiguo a Los Farallones.

Sin embargo, los líos de movilidad para lugareños y turistas y los daños ambientales en la cuenca se han convertido en los dos problemas más críticos del sector.

De ahí que la comunidad de Pance rural solicita a la administración municipal que se hagan estudios de carga (capacidad del río para recibir visitantes), un control o peaje ambiental, pero también, inversión en saneamiento básico, educación y salud.

En opinión del líder de la comunidad de Pance, lo primordial es el mantenimiento con material y maquinaria en las vías, “que son unos caminos de herradura”. A la lista de peticiones se suman la necesidad de bacheo en varios sectores de La Vorágine y la urgente construcción del retorno para la comunidad de Pance rural y así solucionar el caos vial que se forma por la alta afluencia de visitantes.

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Chedorlaomer Villa, sobrino de Barlaham e integrante de la mesa de movilidad y alertas tempranas de Pance, sostiene que la ampliación de la vía que se está realizando, no soluciona los problemas de movilidad que se viven a diario, los visitantes del fin de semana y los ciclistas que martes, jueves y domingo suben a disfrutar el paisaje.

“La obra estuvo mal planificada”, sentencia Chedorlaomer, quien labora como operador del acueducto de Pance. Una de las principales fallas, señala él, es que la ciclorruta fue construida por la misma margen del Ecoparque La Salud y que el ingreso de los carros de los visitantes en las cinco entradas que tiene el parque, interrumpe constantemente el flujo de los ciclistas.

Chedorlaomer, asegura que “la comunidad planteó que la ciclorruta fuera por la otra margen, pero nos dijeron que la obra ya estaba diseñada así y no se podía hacer nada”.

Añade que pidieron que el paradero del MÍO fuera ubicado en el centro de la vía para abordarlo en ambos sentidos, como los del área urbana, pero que se hizo en un lado como lo planteó el diseño inicial.

A esto se agrega el caos vial que se forma sobre el puente de La Vorágine, donde los vendedores ambulantes de jugos y otros comestibles y los ciclistas que los consumen, unos mil que suben cada fin de semana y los martes y los jueves en la noche, ocupan el espacio de la vía.

“Como no hay retorno vial, los alimentadores del MÍO, los buses de servicio público y los vehículos particulares, congestionan ese punto, dejando en grave riesgo a los peatones, en especial a niños y adultos mayores, porque no hay andenes ni paraderos”, explica Chedorlaomer.

Además, como no hay parqueaderos, los visitantes dejan sus carros a lado y lado de la vía y la estrechan aún más y la circulación colapsa porque no hay una infraestructura adecuada.

“La congestión es en la entrada de La Vorágine, porque allí confluyen los carros que van y vienen de Pance cabecera, Peón, Pico de Águila, San Francisco, Topacio y Parcelación Chorro de Plata”, explica él, que lleva años viendo como si todos los líos se juntaran en ese punto hasta formar un cuello de botella, donde no se puede circular ni hacia adelante ni hacia atrás.

“En Pance tenemos todos los colegios y todas las universidades de Cali, con las mismas vías de hace 30 años y con los edificios de apartamentos, cada familia que vive en Pance tiene al menos dos carros, lo que aumenta la congestión”, observa Jairo Ipuz, quien creció en plena Curva del Bofe, donde sus padres tenían una tolda, luego un kiosco y ahora él maneja su restaurante.

La propuesta de la mesa técnica

Como salida a ese caos vial dominical, que ya parece parte del paisaje de Pance, la mesa de movilidad y la comunidad, han desarrollado una propuesta de adecuar un parque del ciclista y el retorno de buses del MÍO y de servicio público en La Vorágine, en una parte del predio del Club de La Gobernación, además de un puente exclusivo para ciclistas.

Sin embargo, los líderes dicen que nunca pudieron exponer la idea ante la anterior gobernadora Dilian Francisca Toro, y ahora esperan cita con la actual mandataria, Clara Luz Roldán, para plantearle el proyecto.

Igualmente, la comunidad se queja de que ha solicitado al administrador del Ecoparque de la Salud, la Corporación para la Recreación Popular, modificar la logística del ingreso de los carros al sitio.

La congestión se forma, según dicen, porque en la portería detienen cada vehículo y mientras le hacen el recibo, le cobran y le dan la devuelta a cada conductor, para dejarlo entrar, toman mucho tiempo. “Nuestra solicitud es que dejen entrar y parquear los carros primero y cuando ya estén en el Ecoparque, hagan el proceso del recibo y del pago, pero no ha sido posible, dice Chedorloamer.

Ante el requerimiento, Juan Carlos Sánchez, coordinador del Ecoparque, sostiene que cuenta con un personal logístico para permitir el ingreso de los vehículos. “Hay ciertas intervenciones de la obra que nos afecta a lo largo del trayecto del ecoparque y por ende se puede creer que este problema de congestión vehicular se puede dar por actividades del Ecoparque y no es así”.

El funcionario agregó que en los últimos días se viene trabajando fuerte en el tema y ha disminuido la congestión en la zona.

Por su parte, la mesa técnica de movilidad pide un plan de movilidad para Pance rural, ya que el que existe solo abarca el área de Pance urbano.

Por ejemplo, se quejan de que los agentes de tránsito no hacen operativos constantes todos los domingos, sino algunos. Y cuando los hacen, llegan cuando ya la gente ha parqueado los carros a lado y lado de la vía.

“Necesitamos que haya guardas de tránsito desde bien temprano en la mañana y que los operativos sean constantes para que la gente vaya aprendiendo dónde parquear y cómo se va a movilizar en la zona; de lo contrario, el turista deja de venir porque los trancones de venida son de dos horas y los de salida son otras dos horas”, comenta un lugareño.

Barlaham insiste en que la administración tiene que entender a Pance como un lugar de asistencia masiva, donde un domingo a las 4:00 de la tarde, el corregimiento es como un estadio a la salida de un partido de fútbol o de un concierto: los visitantes salen como hormigas desde La Playita, Piedra Bonita, El Descanso, La Vorágine y el Ecoparque de la Salud, con deseos de regresar a Cali, pero por la misma congestión, se presenta otro agravante del problema de movilidad.

“Los buses del MÍO y de la empresa Recreativos, que prestan el servicio hasta Pueblito Pance, nos traen todos los turistas en la mañana, pero no regresan en la tarde a sacarlos y la gente se va desesperando y comienza a salir a pie y se toma la vía como peatonal”, coinciden Barlaham y su sobrino Checho. Dicen que le han pedido a Metrocali que les aumente la frecuencia de las rutas, pero a veces es insuficiente.

Como si todo conspirara para demorar la llegada y la salida de Pance, la ampliación de la vía aún no termina.

La obra fue planificada para 5,1 kms. entre La Curva del Bofe y La Vorágine, que se termina de construir por estos días, empezó en 2015 y se espera que sea entregada el 15 de marzo, según la última prórroga que se le dio al contratista. Sin embargo, Chedorlaomer cuenta que la comunidad tuvo que interponer una acción popular para que esta megaobra fuera terminada hasta la entrada 4 del Ecoparque de la Salud, “porque la iban a dejar hasta la entrada 3 e iba a quedar inconclusa, prácticamente mocha. Pero el fallo del 16 de diciembre pasado nos salió favorable, por lo cual esperamos que sea terminada en su totalidad”.

Pero, por los problemas de insuficiencia de transporte público los domingos y fines de semana, se diseñó la ampliación de la vía con andenes anchos y con la ciclorruta más amplia de Cali, admite ‘Checho’.

Soluciones

El secretario de Movilidad de Cali, William Vallejo, dijo que se está elaborando un plan de contingencia con los agentes de tránsito, para mejorar las condiciones de movilidad de Pance para los visitantes.

Por ejemplo, se asignarán 25 agentes para que estén patrullando la zona entre la cabecera del corregimiento y Altos del Lili, para facilitar el ascenso y descenso de visitantes, en especial donde se están adelantando obras, dijo el funcionario.

Y pondrá puestos de control y regulación en La Vorágine, para vigilar el sobrecupo de los vehículos, y monitoreando con la Policía el ingreso de las motocicletas con parrillero mayor de 14 años.

Igual se establecieron cuatro puntos de control en la vía, así como otros en Icesi y en la rotonda de Ciudad Jardín. Y uno en Piedra Bonita, para garantizar que el estacionamiento se haga en un solo sentido de la vía y en posición de salida, para facilitar la evacuación.

En esta estrategia se le dará prioridad a los buses de servicio público. Y a los visitantes les recomendó hacer buen uso del parqueo, pues esto impacta la operación de los buses del MÍO y la salida e ingreso de los usuarios.

Seguridad en Pance

El río Pance nace en El Pato, en el Parque Nacional Los Farallones, y desemboca en el río Jamundí, a la altura de La Viga, en un recorrido no mayor a 20 kilómetros.

La Estación de Policía de La Vorágine cuenta con ocho agentes.

La CVC le hizo descolmatación al río a la altura de Pueblito Pance (cabecera), y están pendientes las de La Playita y de La Vorágine.

Pance cuenta con comité de alertas tempranas, desde El Pato hasta La Viga, para avisar si va muy crecido el río y evacuar a los turistas y a los lugareños si es necesario, cuenta Chedorloamer Villa, integrante de este comité preventivo.

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Los males ambientales

Pese a que según la CVC, la calidad del agua del río Pance es buena, paradójicamente durante el verano, cuando más bañistas lo visitan es cuando es más vulnerable el afluente.

“En el verano, la calidad de las corrientes de Pance se ven afectadas y se impacta la calidad -del agua- esto porque se disminuye la capacidad de dilución. Cuando están los caudales bajos, el río sigue recibiendo los mismos vertimientos”, explica Luisa María Baena, coordinadora del Laboratorio Ambiental de la CVC.

Añade que la mayoría de los vertimientos del río Pance son de carácter doméstico. “Afortunadamente Pance es un afluente de alta pendiente y eso hace que se oxigene y depure los vertimientos. De hecho, Pance es uno de los ríos con las mejores concentraciones de oxígeno del departamento”.

Según la funcionaria, la CVC cuenta con una red de monitoreo en Pance de 6 estaciones. Entre los niveles más bajos de caudal se reporta el del año 2011 con 0.91 metros cúbicos por segundo y el más alto fue de 8.6 metros en el 2017. Al cierre de esta semana el caudal era de 2.6 metros.

No obstante, los vertimientos irregulares no son la única amenaza del afluente. La generación de residuos sólidos por parte de los bañistas los fines de semana también están generando un impacto negativo.

“Me preocupa que muchos de los visitantes al río no tienen un cuidado adecuado en la disposición de basuras que contaminan el agua. Hemos visto que lavan ollas llenas de aceite en el río, incluso, hacen sus mismas necesidades fisiológicas en el río y estas agresiones se dan de manera intensa los fines de semana”, añade Baena.

Según datos de grupos ecológicos del sector de Pance en algunas jornadas de limpieza que se realizan en el afluente se han recolectado hasta 2 toneladas de basuras dejadas por los visitantes.

Pero el impacto hacia el principal balneario natural de los caleños no termina allí. Tan solo en la semana que pasó fueron suspendidas tres intervenciones al río por parte de particulares que se encontraban haciendo excavaciones y movimientos de tierra para realizar la cimentación de una casa modelo, “y no contaba ni con los permisos de la CVC, ni la respectiva licencia de construcción”, señaló la autoridad ambiental.

Asimismo, el pasado viernes fue incautada una retroexcavadora que estaba realizando una obra en la margen derecha del río a la altura del sector conocido como La Viga.

“Hemos redoblado esfuerzos para realizar recorridos de inspección, vigilancia y educación por todo el corregimiento de Pance en diferentes horarios para que esta cuenca esté protegida. Quiero enfatizar que vamos a hacer muy ejemplarizantes en las acciones que tomemos, porque no queremos más afectaciones en Pance”, dijo Diego Hurtado, director de la Dirección Ambiental Regional Suroccidente.

En una reciente acción conjunta de la CVC y el Dagma, se hizo una verificación ‘in situ’ de tres denuncias que circularon en redes sociales. Carlos Calderón, director del Dagma enfatizó que estas acciones “buscan salvar al río Pance, quitarle la carga que tiene, porque no aguanta más presión”.

Al declarar el cierre de un sitio de extracción de piedra del cauce del río Pance, Calderón explicó que era para “recuperar espacio público y ambiental para la ciudad”. Esto en virtud de que la licencia ambiental para esa actividad allí está vencida, expresó Pedro Nel Montoya, director de Gestión Ambiental de la CVC.

En una de las acciones verificaron los documentos en regla de una firma de arquitectura que construye un condominio de 11 casas en un lote de 70.000 metros cuadrados de tierra rojiza. “Esto era un peladero”, manifestó el vocero de la firma y explicó que ya cedió el 25 % al Municipio en compensación arbórea y que de común acuerdo con la CVC, se cerró un área protegida vecina.

El mayor cuestionamiento estuvo en una vía que causa un gran impacto paisajístico porque desde Cali se observa como una herida abierta sobre el bosque. Sin embargo, el vocero explicó que la vía “no era necesaria, pero es una exigencia de Planeación Municipal que tenemos que entregar, y si usted puede hacer algo para que me la quiten, le agradezco”, imploró el empresario al director del Dagma.

Tras la visita a un vertimiento de aguas a la Ptar, propiedad de una urbanizadora, las autoridades ambientales acordaron cotejar los análisis químicos de la CVC y los que presenta la firma del proyecto, para determinar si se están violando los parámetros de ley de la demanda de oxígeno en el río. En el caso de no cumplir, exigirles a todos los proyectos que cumplan la norma.

De otra parte, el gerente de la firma Jaramillo Mora, Gustavo Jaramillo Mora, señaló que la próxima semana iniciarán labores de construcción de un tanque de homogenización de caudales y ozonización en la Ptar operada por la empresa de servicios públicos domiciliarios Ozono, en Pance, como parte de los ajustes para mejorar la calidad de los vertimientos de un par de conjuntos residenciales que, luego de ser tratados, caen al afluente.

Servicios públicos, otro problema

Arriba, en Pueblito Pance (cabecera), con las montañas del Parque Natural Nacional Los Farallones de telón, habitantes como doña María se quejan de que mucha gente suba solo a consumir sustancias psicoactivas, y de que medio Cali vaya a disfrutar del río y del paisaje, pero que los turistas les dejen las basuras que a ellos les toca recoger y botar.

Pero también reclaman porque un solo médico atiende martes y jueves en La Vorágine (abajo), y lunes, miércoles y viernes está arriba de la montaña, en Pueblito Pance. Es decir, si los de la cabecera se enferman martes o jueves, no tienen a dónde ni a quién acudir. Y viceversa, si los de La Vorágine necesitan ir al médico en los otros tres días de la semana, tampoco tienen atención.

Ni qué decir de una farmacia o de una ambulancia. Cuando hay un enfermo grave o un accidentado, no hay en qué transportarlo de urgencia a Cali. Tienen que esperar que suba la radiopatrulla desde La Vorágine a trasladarlo. “Como le pasó a la mujer de Miguel, que se fracturó una pierna y no tenían cómo bajarla a Cali”, dice María del Socorro Hernández, residente en la cabecera Pance.

Para ella, otra problemática es el servicio del agua, porque mucha gente está conectada al acueducto, pero no paga. “Hay gente que lleva 2 y 3 años sin cancelar; igual pasa con la energía, hay cantidad de personas que no pagan, y es una injusticia que unos paguemos el servicio y otros no, o que tengamos que pagar por los que no pagan. A ellos no les cortan el servicio, pero a uno sí le llega el recibo de $120.000 y si me atraso 3 meses, seguro me la quitan. Y los que no pagan son los que más derrochan cocinando con estufas de tres boquillas y tienen bombillos prendidos día y noche”, denuncia.

María del Socorro señala también que se hizo un estudio para determinar la capacidad de evacuación de aguas residuales de la Ptar de Pueblito Pance, pero que hay una cantidad de construcciones nuevas conectadas en forma fraudulenta, inclusive hasta de El Pato. “Es preocupante porque si se llega a superar la capacidad de la Ptar y se rebosa, puede colapsar”, plantea.

Montaña arriba hay más problemas, y es que en la vereda El Porvenir, mucha gente sigue talando bosques para ampliar los potreros, práctica que representa una amenaza ambiental, pero ellos no son conscientes del daño que están haciéndole al río, dice Chedorlaomer Villa.

A la entrada de Pance el problema es similar. “Cada día se están conectando más construcciones a las mismas redes de servicios públicos y alcantarillados de hace 30 años”, dice Jairo Enrique Ipuz, propietario del restaurante de La Curva del Bofe.

Ipuz, quien conoció ese sitio totalmente despoblado, dice que la principal amenaza del único balneario de Cali, río Pance, es que se sigue construyendo hacia la cuenca. “Los colombianos no hemos podido entender que el turismo es lo que mueve el mundo hoy; hay ciudades que viven solo del turismo, pero a nosotros nos faltó visión y estamos destruyendo el entorno del único río vivo que le queda a Cali”, dice.

“Pance es el pulmón de la ciudad y donde se produce el agua, y no se entiende cómo se sigue construyendo hacia la montaña, cuando estamos en el valle del Cauca, que es pura planicie de aquí hasta allá”, dice señalando desde el alto de la Curva del Bofe, hacia la llanura que lleva al río Cauca, como si imitara a Sebastián de Belalcázar, 484 años después de la fundación de Cali.

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