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En Colombia, seis de cada diez hogares tienen mascota. Bogotá, Cali y Medellín son las ciudades con más animales de compañía. | Foto: El País

MASCOTA

El privilegio de ser perro (o gato) en la era de las familias multiespecie

En días en los que se humaniza a las mascotas (las pasean en coche y hasta las casan) expertos recuerdan que los animales de compañía son de especies distintas y por lo tanto no se debe trasgredir su naturaleza tratándolos como personas. En la nueva familia multiespecie se ‘animaliza’ a los animales.

8 de agosto de 2022 Por: Santiago Cruz Hoyos, editor de Crónicas y Reportajes

Los actuales son días en los que ser perro, o gato, es un privilegio. La industria no se detiene en su afán de ofrecer productos cada vez más lujosos - y humanizados – para los animales de compañía. En Amazon, por ejemplo, uno de los artículos más vendidos es una piscina para perros plegable, antideslizante y a prueba de uñas. ¿Necesita un perro una piscina?

– La industria de las mascotas ha influído demasiado en la humanización de los animales de compañía. Es una industria que dice responder con sus bienes y servicios a la humanización que los clientes hacen de los animales, pero en realidad la industria se ha encargado de humanizarlos.

De hecho, la publicidad del animal como miembro de la familia surgió en la industria de alimentos concentrados para mascotas, uno de los reglones más prósperos económicamente en el mundo — dice Myriam Acero Aguilar, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zooctenia de la Universidad Nacional, y autora del libro ‘La familia multiespecie: perros y gatos compañeros’.

Los servicios para mascotas cada vez se parecen más a servicios para personas. Hace un par de años en Cali se celebró un matrimonio de perros, en un restaurante perruno. Son comunes las fiestas de cumpleaños de perros y, no tan frecuentes, aunque se ofrecen, de gatos. Incluyen torta - las pastelerías para mascotas son un negocio en auge – helados, sombreros o corbatas o collares para las mascotas visitantes, piñatas y sorpresas.

También hay hoteles para perros (y gatos), spa, cine, guarderías con buses que recorren Cali con perros asomados por la ventana como si fueran niños regresando del colegio. Y cada vez es más frecuente que saquen a pasear al perro no con el tradicional collar, sino en un coche, como si se tratara de un bebé y el tutor o quien empuja el coche, la mascota.

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El entrenador de perros Henry Heshusius me dijo: “si tratas al gato o al perro como humano, el gato o el perro te va a tratar como animal”. Y agregó: “Al perro y al gato hay que educarlos con amor pero poniendo límites. Poner límites no significa que no queramos a las mascotas”.

– La humanización que se está haciendo de los animales de compañía pasa por un proceso de transformación de las emociones. Somos sociedades cada vez más centradas en las emociones que en la razón o en los hechos. Y esto hace que precisamente veamos los animales de compañía desde una óptica más emotiva, emocional, lo que nos lleva a humanizarlos, verlos, tratarlos, como humanos. Es un fenómeno que también se debe a que somos sociedades cada vez más individualizadas. Sociedades de personas que viven solas, u hogares con parejas que no tienen hijos, por el costo económico y la responsabilidad que eso implica. No son pocas las parejas que hacen ese cálculo y prefieren tener una mascota que un hijo. Al animal lo llenan de toda la emocionalidad que no se desarrolló al no tener un hijo. Es un fenómeno de esta, la generación de los millenials – complementa el sociólogo Carlos Charry, profesor de la Universidad del Rosario.

El 80% de los colombianos entre 25 y 29 años – millenials- tiene un perro en su casa, dice un estudio de la empresa de investigación de mercados BrandStrat. En España ya son más las mascotas que los niños: 15 millones de animales de compañía frente a 6.6 millones de menores de 15 años. Lo mismo sucede en Estados Unidos, donde nueve de cada diez personas encuestadas dijeron haber adoptado un gato o un perro para sentirse menos solas. Durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus en el mundo aumentó la tenencia de animales de compañía.

En Colombia aún son más los niños que las mascotas, pero seis de cada diez hogares tienen perro o gato (también pájaros, loros, peces, tortugas, conejos). Desde 2019, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, incluyó en sus mediciones de la canasta familiar los productos para mascotas. El gasto mensual promedio por cada animal de compañía es de $320.000, dice un estudio de la firma Euromonitor International.

– La humanización de los animales de compañía obedece además a lo que la ciencia ha evidenciado, y es que la relación con ellos puede ser muy provechosa en términos de salud física y mental. Está comprobado que relacionarse con una mascota disminuye el estrés, la sensación de soledad, ayuda a los niños en su educación y en sus relaciones sociales. Hay perros entrenados pare recordarles a sus tutores cuándo deben tomarse una medicina. El vínculo entre animales de compañía y los humanos es cada vez más estrecho, lo que ha generado por otra parte una mayor atención pública para garantizar el buen trato hacia los animales, toda una artillería jurídica para defenderlos – agrega el sociólogo Carlos Charry.

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En San Andrés, a un tipo le pareció gracioso lanzar al mar a un perro para atraer a los tiburones. Cuando lo capturaron, se le borró la risa. En Cali, una señora arrastró a un cachorro al que tenía atado a su carro con una cuerda. La comunidad la increpó y lo más probable es que deba responder ante la ley. En Cartagena cada vez se protegen más a los caballos cocheros donde montan turistas para recorrer el centro histórico. El comediante Alejandro Riaño donó un coche eléctrico para que los caballos empiecen a tener una mejor vida.

Durante su investigación para escribir el libro ‘La familia multiespecie: perros y gatos compañeros’, la profesora de la Universidad Nacional, Myriam Acero Aguilar, encontró sin embargo que las relaciones entre los seres humanos y sus animales de compañía son, en algunos casos, contradictorias.

Por un lado es evidente que existe un extraordinario y genuino afecto tanto de los humanos hacia los animales como de los animales hacia los humanos, dice la profesora. Pero también existen relaciones bastante ambiguas y hasta incoherentes, donde los perros o los gatos adquieren roles itinerantes: son a la vez percibidos como personas, otras veces como animales y en otras como cosas.

– No fue raro encontrar en la investigación familias que describían a los animales como hijos, pero al poco tiempo estaban pensando en venderlos o abandonarlos porque ya no se los aguantaban más. Los animales se transforman así en adorables fuentes de placer, pero también de conflicto y a pesar de todo el amor que se ha despertado hacia ellos, el maltrato y la violencia siguen presentes.

La humanización de las mascotas se podría explicar entonces por ser, en ciertos casos, una ‘moda’ consumista. Si mi amigo le celebró el cumpleaños a mi perro, ¿por qué yo no? O si todo el barrio sale el 31 de octubre con la mascota disfrazada, sigamos la corriente, pese a que los animalistas advierten que ponerle ropa o disfraces a los animales es atentar contra su naturaleza.

– Es similar a que a un hombre le pongan tacones contra su voluntad, o a que a un indígena lo despojen de su taparrabos por una falda: afecta la psique. Los animales no humanos tienen psique – me había dicho Liliana Ossa, directora de la fundación Paz Animal.

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A la profesora Myriam le parece que ponerle la camiseta de la Selección Colombia a un perro o disfrazarlo como Batman, es ridiculizarlo. Y, en un país con tantas inequidades, tampoco considera justo que el dinero se destine a prendas para mascotas “que finalmente no están disfrutando de una celebración”.

A los perros, por cierto, no se les debe poner zapatos, como ya se acostumbra. Los perros sudan por las almohadillas de sus patas. Y son su polo a tierra. Con zapatos, explicó el entrenador Henry Heshusius, asumen que pisan en falso, es decir que no apoyan con firmeza.

Óscar Fabián Guevara es médico veterinario y Master en Etología Clínica de la Universidad de Barcelona. La etología es la especialidad de la medicina veterinaria enfocada en el tratamiento de los problemas de comportamiento de los animales de compañía. La mayoría de los malos comportamientos de las mascotas – como la agresividad o las fobias – se deben a una equivocada interacción con los humanos, dice Óscar.

– Las personas por lo regular realizan actividades como fiestas de cumpleaños para su mascota para reforzar ese vínculo tanto con los animales, como con sus familiares y amigos. Se refuerza el vínculo entre las dos especies. Pero es perjudicial cuando estas actividades se llevan a cabo en contra de los animales, sin tener en cuenta sus espacios y estados de ánimo y que estén preparados para la actividad. Es decir, no conviene llevar a una fiesta a un perro que no socialice, pues se puede estresar. La humanización sobrepasa el límite cuando se realizan actividades sin tener en cuenta las señales de estrés que el animal da. Las ignoran para el beneficio de las personas.

En su clínica, ubicada en Bogotá, Óscar Fabián ha atendido animales que han sido sobreprotegidos desde su nacimiento, y esa falta de socialización los ha convertido en perros o gatos agresivos, o con fobias y apegos. También ha atendido animales con problemas compulsivos originados porque sus tutores no les han permitido desarrollar comportamientos normales de su especie: perros encerrados todo el día, todos los días, en apartamentos; gatos que no desarrollan a través del juego su instinto de caza; animales de compañía a los que tratan como si fueran osos de peluche, que abrazan y besan todo el tiempo.

– Las consecuencias más nefastas de esa humanización inadecuada es cuando los animales reaccionan de forma muy violenta, porque no se ha atendido las señales de rechazo que ellos dan. Hemos tenido casos de personas que han debido someterse a cirugías reconstructivas de cara por no atender las señales del perro que no le gusta que lo besen en el hocico. Generalmente somos nosotros los que producimos en los animales esos problemas conductuales.

Pero, ¿son los animales de compañía parte de la familia? Quizá. Los especialistas hablan de un nuevo concepto: la ‘familia multiespecie’. La profesora Myriam Acero Aguilar detalla que aquel es un término con el que se quiere hacer entender que los perros y los gatos no son un miembro más de la familia, como cualquier otro humano, sino miembros de otras especies, animales con unas necesidades específicas.

– Más que humanizar, la idea es animalizar a los animales, que las familias entiendan qué necesita un perro o un gato para estar bien sin trasgredir su naturaleza y esencia. La invitación es no solo a mimarlos sino aprender qué es un animal, qué necesita, cómo educarlo y así establecer una mejor relación y, sobre todo, tener en cuenta que los animales no son propiedad privada, sino seres de carácter público.

Enseguida, la profesora Myriam concluye:

— Lo novedoso del concepto de familia multiespecie es que reconoce el afecto y la familiaridad que se establece con especies diferentes a la humana. Para llegar a este punto los perros y los gatos han pasado por devenires históricos, el afecto siempre ha existido como da cuenta diferentes excavaciones de entierros de humanos con perros o con gatos de hace miles de años, pero el significado de estos animales hoy no es el mismo. La llamada ‘mascota’ surge en el siglo XIX, en la época Victoriana, como un asunto más de la aristocracia que fue viendo en estas especies algo más que fuentes para el apoyo en la cacería y guardianes. Es la aristocracia la que puede permitirse ese lujo y también la que puede trasgredir las prohibiciones de la iglesia de tener este tipo de animales, pues no hay que olvidar que durante la Edad Media Europea fueron lapidados, apaleados y quemados muchos de estos animales, entre otros, por su cercanía con las mujeres. De modo que llegar hoy a hablar de familia multiespecie es toda una trasgresión que necesitó de un mundo menos antropocéntrico, porque en últimas, posiciona a la llamada naturaleza como algo más cercano a lo humano y para esto tuvieron que darse fenómenos sociales, políticos, culturales y económicos, porque, repito, no se puede desconocer la enorme influencia de la industria para mascotas en todo este cambio.

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