Terrorismo y paz total

Siete seres humanos asesinados de manera salvaje es la respuesta de uno de los tantos grupos de violencia que se cubren con supuestas banderas políticas para reclamar concesiones, aprovechando las confusas ofertas que les hacen los miembros del gobierno, mientras crecen sus negocios de narcotráfico.

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3 de sept de 2022, 11:55 p. m.

Actualizado el 17 de may de 2023, 12:56 p. m.

Siete policías asesinados y otro herido de gravedad fue el saldo que dejó el terrorismo despiadado en una carretera del Huila. Esa es la respuesta de los grupos criminales a la convocatoria de “paz total” que promueve el presidente Gustavo Petro.

La masacre fue causada con la explosión de bombas, acompañada de ráfagas de fusil contra las víctimas. Toda una demostración de sevicia en contra de seres humanos que prestan un servicio invaluable a los colombianos en todos los rincones de Colombia, como si con ese acto cobarde estuvieran notificando a la nación sobre su poder de destrucción y su posición frente a los llamados de paz y negociación del nuevo gobierno.

El cruel y miserable atentado mató a los intendentes Wilson Jair Cuéllar Losada, de 42 años; Luis Alberto Sabi Gutiérrez, de 37 años; los patrulleros Duverney Carreño Rodríguez, de 42 años; John Fredy Vargas Bautista, y los auxiliares de policía Endes Santiago, de 18 años; Andrés Mauricio Pascuas Figueroa, de 19 años, y Cristian Ricardo Cubillos Borbón, de 20 años. Sus familias, sus hijos y todos los integrantes de la Policía Nacional deben recibir el respaldo incondicional y la solidaridad de la Nación.

Siete seres humanos asesinados de manera salvaje es la respuesta de uno de los tantos grupos de violencia que se cubren con supuestas banderas políticas para reclamar concesiones, aprovechando las confusas ofertas que les hacen los miembros del gobierno, mientras crecen sus negocios de narcotráfico. Y lo cometen contra integrantes de la Policía Nacional, en momentos en que desde el mismo gobierno se emprendió una purga que descabezó a la institución al quitarle los 30 generales más experimentados y anuncian cambios como sacarla del Ministerio de Defensa y pasarla a otro que está en formación.

Hace cuatro años, el recién posesionado gobierno fue recibido con la explosión que mató a 22 personas en la escuela General Santander, realizado por el Eln. Ahora es la bomba y el fusilamiento contra integrantes del mismo cuerpo de seguridad en una zona rural donde los sacrificados policías realizaban labores de apoyo a la ciudadanía. Así actúan los criminales que aprovechan las muestras de divisiones en el Estado causadas por un afán revanchista al cual se le suman claras tendencias ideológicas.

El resultado es el debilitamiento de la Fuerza Pública y la confusión que son aprovechados por los criminales para tratar de demostrar poder en la difusa convocatoria del nuevo gobierno. A esa ferocidad de los terroristas, a su afán de causar daño y paralizar la reacción ciudadana obligándola a aceptar el imperio de la violencia, es a lo que siempre ha tenido que enfrentar Colombia con una Fuerza Pública fortalecida y con una Policía Nacional respaldada por la Nación.

Ese es el lenguaje de terror y miedo con el cual se enfrentan los soldados y policías que deben proteger a los colombianos y sus instituciones. Frente a ello no puede existir opción distinta que la unión nacional para combatir a quienes cometen actos inaceptables para cualquier sociedad, como el asesinato de los siete policías.

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