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Terrorismo ambiental

"¿Cómo pedirles coherencia a quienes llevan 50 años recurriendo al terrorismo para imponer el miedo y la zozobra? Los ataques a la infraestructura petrolera de las últimas semanas son una prueba más de que la guerra declarada por las Farc al país no tiene límites, y que a la guerrilla poco le importa si sus víctimas son comunidades indefensas, los recursos económicos o la riqueza natural de Colombia".

27 de junio de 2015 Por:

"¿Cómo pedirles coherencia a quienes llevan 50 años recurriendo al terrorismo para imponer el miedo y la zozobra? Los ataques a la infraestructura petrolera de las últimas semanas son una prueba más de que la guerra declarada por las Farc al país no tiene límites, y que a la guerrilla poco le importa si sus víctimas son comunidades indefensas, los recursos económicos o la riqueza natural de Colombia".

¿Cómo pedirles coherencia a quienes llevan 50 años recurriendo al terrorismo para imponer el miedo y la zozobra? Los ataques a la infraestructura petrolera de las últimas semanas son una prueba más de que la guerra declarada por las Farc al país no tiene límites, y que a la guerrilla poco le importa si sus víctimas son comunidades indefensas, los recursos económicos o la riqueza natural de Colombia.El daño social y ambiental que ha causado en Tumaco y el Litoral Pacífico el derrame de 410.000 galones de crudo, luego del atentado contra el Oleoducto Trasandino, es aún incalculable. El petróleo contaminó el río Mira del cual se abastece el acueducto del municipio nariñense, y desde hace una semana 160.000 habitantes están sin el servicio de agua potable. La mancha negra ya llegó al océano, afecta hasta el momento siete kilómetros de playas y tendrá un efecto letal sobre los ecosistemas marinos de la zona.Este es uno de los 34 ataques perpetrados este año contra la infraestructura petrolera y energética del país, que además de las pérdidas millonarias para la economía nacional, significan una tragedia para las comunidades de las zonas aledañas. Ellas son las víctimas reales de ese terrorismo irracional que las deja en penumbras, sin un recurso vital como el agua y con daños a veces irreparables en sus tierras, ríos y mares, de los que obtienen su sustento.Si a esas acciones violentas se suma la devastación a los recursos naturales que provocan la minería ilegal y el narcotráfico, los negocios ilícitos que alimentan las arcas de los grupos subversivosa, se empiezan a dimensionar el tamaño y el costo de la catástrofe ambiental que se ha causado. La guerrilla es una de las mayores responsables de la deforestación de 6,5 millones de hectáreas de bosques nacionales, de los daños a los páramos y a las cuencas hidrográficas por la extracción ilegal de minerales, y de los problemas sociales que esas actividades conllevan.Son perjuicios por los cuales las Farc deben responderles a los colombianos y están obligadas a reparar al país. Recuperar esas zonas y riquezas afectadas por sus ataques conllevará años de trabajo, así como importantes recursos financieros, acciones urgentes que no pueden esperar a un eventual posconflicto como se ha planteado en los diálogos por la paz que se adelantan en La Habana y que son tema de especial interés para la comunidad internacional.Por eso a las Farc, más que coherencia en sus discursos hay que exigirles que demuestren su verdadera voluntad de paz. Lo que implica cesar todos los ataques contra la población, la infraestructura y el medio ambiente. Mientras persistan en utilizar la violencia y el terrorismo, así como en acabar con los recursos naturales, para generar temor o presionar un cese al fuego bilateral, la Nación no creerá en sus intenciones de acabar con el conflicto y devolverles la tranquilidad a los colombianos.

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