Superar la confusión

El hecho es que las reacciones de la sociedad y de los partidos y congresistas que deben aprobar la reforma están llevando a una incertidumbre perjudicial que deriva ya en movimientos y en expresiones de rechazo que no pueden ser desestimados

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27 de abr de 2021, 11:55 p. m.

Actualizado el 18 de may de 2023, 06:59 a. m.

Presentado ante el Congreso de la República el proyecto de reforma tributaria, las reacciones que ha despertado tanto en la opinión pública como en los partidos políticos han sido tan polémicas como diversas.
Ante la incertidumbre que lo rodea y los temores que despierta en muchos sectores, se hace necesario pedir un consenso que les dé claridad a los colombianos y despeje las dudas que ha sembrado en el país.

No cabe duda que el último año ha sido terrible, exigiendo un esfuerzo del Estado de dimensiones nunca antes vistas. Y que es necesario tomar medidas para atender la emergencia que viven amplios sectores de la sociedad, y para evitar una crisis fiscal que tendrá repercusiones trascendentales para la economía, para la inversión y para el futuro de la Nación si no se actúa con rapidez y prudencia.

También es claro que la propuesta presentada por el Gobierno Nacional bajo el nombre de Ley de Solidaridad Sostenible ha generado una mezcla de rechazo y preocupación que debe ser escuchada y atendida, sin que ello signifique descalificar sus buenas intenciones. Empezando por la meta de conseguir entre 26 billones y 31 billones de pesos, y siguiendo por el énfasis en aumentar el gravamen a las personas naturales en medio de una crisis que aún no parece tener un final cercano, así como por la propuesta de crear fondos para el subsidio de los sectores más golpeados por la recesión y el desempleo, muchas de sus propuestas parecen ya sin posibilidades de aprobación.

El hecho es que las reacciones de la sociedad y de los partidos y congresistas que deben aprobar la reforma están llevando a una incertidumbre perjudicial que deriva ya en movimientos y en expresiones de rechazo que no pueden ser desestimados, y que tampoco pueden dejarse sin respuestas. Por ello parece llegado el momento de reclamar el liderazgo que despeje las dudas y fije una ruta al esfuerzo que Colombia tendrá que hacer para enfrentar la emergencia.

Esa tarea no es una responsabilidad exclusiva del Gobierno. Ahora se requiere también la participación activa de la dirigencia política para tranquilizar los ánimos, concitar la reflexión y encontrar puntos de acuerdo sobre lo que será el esfuerzo que se exigirá de los contribuyentes.

También es fundamental decirles a los colombianos cuál será el aporte del Estado para detener el gasto inoficioso, combatir la evasión y la corrupción y ponerles límites sensatos a los subsidios que si bien ayudarán en el corto plazo, pueden profundizar la brecha fiscal al establecer obligaciones que no se corresponden con los ingresos.

Para ello hay que empezar por buscar un consenso que permita superar la confusión. Ya se sabe cuál es la posición de los partidos y muchos de ellos han presentado alternativas que merecen atención, algunas con un inocultable oportunismo ante la proximidad de las elecciones y otras con el interés de aprovechar la inquietud que expresan los colombianos.

Ante la crisis que atraviesa Colombia, hoy se requiere la altura de objetivos y la claridad inmediata para encontrar las soluciones que demanda la Nación.

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