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Siguen los bandazos

Infortunadamente, los bandazos que no consultan las realidades ni tienen en cuenta las necesidades de los habitantes siguen siendo la fórmula para administrar a Santiago de Cali.

27 de julio de 2022 Por: Vicky Perea García

Continuando con la errática estrategia en materia de movilidad para Cali, a partir del próximo lunes se ampliará a 14 horas la restricción para la circulación de vehículos automotores. Es la manera como el gobierno municipal trata de darle orden al tránsito local, que tiene razones mucho más profundas que el exceso de carros, y que crea el caos creciente en las vías de la capital del Valle.

Con todo y el impacto que tiene el aumento del parque automotor que circula por las calles de Cali, está más que claro que eso es producto de factores como el rotundo fracaso en la oferta de transporte público. Es por ejemplo la crisis del MÍO que lleva a reducir el número de buses para transportar a los caleños, provocando que crezca la cantidad de buses y busetas del sistema antiguo, muchos de ellos en mal estado y que volvieron a generar la guerra del centavo y los trancones.

De esa crisis no se habla en los pasillos del CAM ni es mencionada por los tweets del alcalde Jorge Iván Ospina, a pesar de ser el fracaso de un sistema llamado a transformar la comunicación y la vida urbana, además de ofrecer a los usuarios la seguridad y la rapidez necesaria a través de vías preferenciales para satisfacer sus necesidades. Ello se suponía el desestímulo al transporte individual, a la vez que se terminaba con el desorden causado por cinco mil buses.

Pero no fue así. Por el contrario, el MÍO mueve cada vez menos pasajeros, el número de buses disponibles se reduce por su obsolescencia y los operadores padecen dificultades financieras y logísticas, lo que anuncia demandas de gran calado a Metrocali y el Municipio. De nada sirven subsidios a la demanda que se pagan a destiempo, obligando a quienes necesitan movilizarse a invertir en vehículos de todo tipo.

Así las cosas, han aumentado los automóviles en circulación y las calles están llenas de transporte legal o ilegal que se pelea el espacio público, a lo cual hay que sumar el enorme déficit de guardas de tránsito, muchos de los cuales son dedicados a imponer multas con las cuales se pagan sus salarios. Por ello, el desorden es hoy la característica de Cali, aumentado por la ausencia de señalización y el mal estado de las calles, llenas de huecos que limitan la velocidad y obligan a maniobras peligrosas, a lo que debe añadirse la falta de inversión en las vías que exige una ciudad en constante crecimiento.

Y todo eso se pretende resolver con un decreto que amplía a todo el día el llamado pico y placa, como si con ello se cumpliera la obligación del municipio de invertir en la infraestructura de la ciudad los impuestos que pagan los caleños y asegurar el orden. Con ello se afectarán miles de propietarios de taxis y vehículos particulares que se transportan a diario, trabajan o los usan por su seguridad, además de incentivar el incumplimiento de una norma que les será imposible controlar a los escasos guardas.

Infortunadamente, los bandazos que no consultan las realidades ni tienen en cuenta las necesidades de los habitantes siguen siendo la fórmula para administrar a Santiago de Cali.

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