Editorial
Rusia pone a prueba a Europa
El miércoles anterior, una cantidad indefinida de drones rusos violaron el espacio aéreo de Polonia, mientras se encontraron misiles impactados en suelo de ese país.
Siga a EL PAÍS en Google Discover y no se pierda las últimas noticias

13 de sept de 2025, 02:58 a. m.
Actualizado el 13 de sept de 2025, 02:58 a. m.
La escalada cruenta contra Ucrania de los últimos días, incluidos ataques a zonas urbanas y a un edificio de gobierno de Kiev, que dejaron decenas de muertos, no es la única respuesta de Rusia a los esfuerzos diplomáticos desplegados para lograr la paz. Vladímir Putin pone a prueba de nuevo la capacidad de reacción de la Unión Europea y de la Otan, que parecieran ahora sí entender que si no actúan con prontitud y contundencia, la guerra se trasladara al resto de su continente.
El miércoles anterior una cantidad indefinida de drones rusos violaron el espacio aéreo de Polonia, mientras se encontraron misiles impactados en suelo de ese país. Casi al tiempo, desde Moscú se lanzaron amenazas contra Dinamarca tras el anuncio de que esa nación albergará una fábrica de combustible para misiles ucranianos de largo alcance, por lo cual el Ministerio de Exteriores advirtió que Rusia “adoptará las medidas técnico-militares adecuadas para mitigar las amenazas a su seguridad nacional”.
Las de Putin son provocaciones reales, así se insista en que las incursiones en Polonia no han sido intencionales. Tampoco parece coincidencia que los ataques ocurran justo en el comienzo de los ejercicios militares que cada cuatro años realizan de forma conjunta Rusia y Bielorrusia, donde se muestra el poderío armamentista de los dos países aliados, lo que sin duda inquieta aún más a Europa.
Por ello, la reacción de la mayoría de naciones del Viejo Continente y de los 32 miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, Otan, fue inmediata, esta vez con más contundencia de la que se ha visto desde la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022. Bajo el nombre de ‘Centinela Oriental’ la mayoría de los Estados miembros de la Alianza del Norte se unieron en el envío de más aviones caza y fragatas antiaéreas para aumentar la defensa de Europa.
“Putin no nos va a amedrentar”, fue la respuesta de Pedro Sánchez, presidente de España, mientras Ursula von der Leyen, líder de la Comisión Europea, prometió instalar un “muro de drones” para repeler las acciones rusas. Para el primer ministro polaco, Donald Tusk, “esta situación es lo más cerca que hemos estado de un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”.
Lo cierto es que la amenaza es real no solo para Polonia sino para toda Europa y Occidente. Como lo dijo Mark Rute, secretario general de la Otan, “da la impresión de que en Londres o en Madrid se está más seguro, pero no es cierto. Los últimos drones rusos descendieron a cinco veces la velocidad del sonido, y tardan solo cinco o diez minutos más en llegar a Madrid o Londres de lo que tardan en llegar a Tallin (Estonia) o a Vilnius (Lituania)”.
También podrían alcanzar en tiempo récord a territorio de Estados Unidos, por lo que se esperaría que la incursión rusa en cielos polacos saltara las alarmas en la Casa Blanca. Pese a ello, el mandatario norteamericano, Donald Trump, no parece dispuesto a darle la importancia que se merece la guerra en Ucrania; de otra forma no se entiende que pese a las evidencias, haya calificado el hecho como un probable “error”, así haya admitido horas después que el líder ruso le está agotando la paciencia.
En todo caso, hasta ahora, Putin parece haber logrado su cometido: poner en alerta a la Unión Europea y a la Otan, ver su capacidad de reacción y saber si Trump se mantendrá al margen, fingiendo ser el protagonista que hasta ahora no es.
6024455000




