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Proteger los árboles

Toda acción que se emprenda para ponerle fin a la deforestación es bienvenida. La pérdida de bosques y selvas tropicales incide directamente en el cambio climático toda vez que se elimina la función de absorción de los gases de efecto invernadero que lo provocan.

15 de enero de 2021 Por: Editorial .

Las últimas dos décadas han sido nefastas para la conservación de los bosques y las selvas tropicales en el mundo, con las consecuencias que ello conlleva para el medio ambiente y en general para la vida en el planeta. Colombia tiene una cuota alta de responsabilidad, muy a pesar de los esfuerzos que se hacen para evitar la deforestación y recuperar lo perdido.

Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF por sus siglas en inglés, hay 24 puntos críticos que contribuyeron entre 2004 y 2017 en la pérdida de 43 millones de hectáreas, cifra que aumentó en los últimos tres años por el crecimiento de la tala indiscriminada. De esos sitios críticos, nueve quedan en América Latina y dos están en Colombia: la Amazonía y Chocó-Darién que aportan gran parte de las 190.000 hectáreas de bosques que anualmente se destruyen en el país.

No hay mayor novedad en las causas de esa deforestación, el peor mal ambiental para la humanidad. En los primeros lugares del listado aparecen actividades como la ganadería y la agricultura que amplían sus fronteras aún a sabiendas del perjuicio que ocasionan. Por supuesto está la minería ilegal, que no se contenta con extraer los recursos naturales y acaba con los ecosistemas a su alrededor, contamina los ríos y pone en riesgo la vida y la salud de las poblaciones aledañas. Los incendios forestales, provocados por esas mismas manos criminales que buscan el enriquecimiento, son factor determinante en esa pérdida.

Es todo lo que se presenta en la gran región Amazónica y lo que padece desde hace décadas el Chocó Biogeográfico desde Ecuador hasta el Darién colombiano. Males que no se han podido erradicar porque los esfuerzos estatales no son suficientes, no existe autoridad que pueda acabar definitivamente con ellos y la Justicia se queda corta a la hora de imponer los castigos ejemplares que se esperan.

Ello no quiere decir que Colombia no avance en las soluciones. Es necesario reconocer que en los años recientes el país ha avanzado en sus políticas ambientales y se esfuerza en cumplir los compromisos suscritos, como reducir las hectáreas arrasadas, ojalá a cero en los próximos 30 años, y recuperar esos millones de árboles arrasados en estas décadas.

Toda acción que se emprenda para ponerle fin a la deforestación es bienvenida. La pérdida de bosques y selvas tropicales incide directamente en el cambio climático toda vez que se elimina la función de absorción de los gases de efecto invernadero que lo provocan. La disminución de las zonas boscosas contribuye también a la desaparición de ecosistemas naturales y produce la desaparición u obliga a la emigración de especies que buscan lugares nuevos donde puedan sobrevivir, con consecuencias como la proliferación de pandemias transmitidas de animales a humanos, tal cual la que padece desde hace más de un año el mundo.

Colombia tiene el compromiso de proteger sus bosques tropicales y que sus políticas ambientales en ese sentido, cada vez más generosas e importantes, pasen del papel a la realidad. La Amazonía y el Chocó Biogeográfico son las fuentes de vida de la Nación, que no pueden agotarse por su propio bien, el del planeta y el de la humanidad.

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