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Llegar a la luna

La misión del Apolo 11 con Armstrong, Aldrin y Collins a bordo está en la memoria de la humanidad como uno de sus más grandes hitos. Comprobar cincuenta años después que los astronautas viajaron...

14 de julio de 2019 Por: Editorial .

No pudieron ser más acertadas las palabras del presidente John Fitzgerald Kennedy cuando en 1962 bautizó el desafío de viajar a la Luna como “la aventura más grande y peligrosa en la que jamás se ha embarcado el hombre”. Ahora cuando se cumplen cinco décadas de aquel acontecimiento, su presagio cobra aún más vigencia al recordar los niveles de riesgo que se afrontaron y la decisión para hacerlo.

Los millones de personas que fueron testigos del alunizaje a través de la televisión quedaron maravillados del desarrollo tecnológico, de la proeza humana que significó ese suceso. Fue como entrar en una nueva dimensión en la cual la creatividad del hombre no tenía límites.

La misión del Apolo 11 con Armstrong, Aldrin y Collins a bordo está en la memoria de la humanidad como uno de sus más grandes hitos. Comprobar cincuenta años después que los astronautas viajaron guiados por un computador mucho menos potente que cualquier teléfono inteligente de hoy, solamente confirma el significado de aquella osada y exitosa travesía por el espacio.

Cuántas misiones, cuántos aciertos y fracasos, cuánto aprendizaje a partir de la prueba y el error. Muy acertada, también, la decisión en medio de una confrontación en la que Estados Unidos no se podía quedar atrás. Ya la Unión Soviética se había adelantado con el lanzamiento del Sputnik y el viaje espacial de Yuri Gagarin en 1961, por lo que la misión también contenía una alta dosis de desafío.

Eran las épocas de la guerra fría, donde era válido cualquier esfuerzo por mostrar el poder. Con la misión, la Nasa le cumplió al presidente Kennedy, quien anunció que se viajaría a la Luna no porque fuera fácil, sino precisamente porque era difícil, “porque la meta medirá nuestras energías y nuestros talentos”.

El mundo no volvió a ser el mismo después de ese 20 de julio de 1969, y la velocidad del cambio aumentó. Inventos que nos hacen hoy la vida más fácil como el horno microondas, el velcro, el GPS, los lentes de contacto y el láser serían inimaginables sino hubiera sido por las tecnologías desarrolladas durante la exploración espacial. La lista de aplicaciones a la vida diaria incluye los sensores infrarrojos que ahora están incorporados a los termómetros sin mercurio, los pañales que llevaban los astronautas en sus caminatas espaciales o los monitores cardíacos que son de uso corriente en los hospitales.

Los astronautas del Apolo 11 emprendieron el viaje sabiendo que sus posibilidades de llegar a la Luna con éxito y regresar vivos a la Tierra eran del 50%. Ahora que el reto es llegar a Marte qué bueno hacer memoria de cómo el viaje a la Luna nos enseñó que todo es posible, debido al empeño y a la inteligencia de la especie humana.

La expedición de 400.000 kilómetros encontró en las palabras de Armstrong, el primer hombre que puso un pie en la luna, la mejor definición de lo que significó esa magnífica odisea: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad”. La misión del Apolo 11 siempre será recordada como un símbolo de la insaciable búsqueda de los seres humanos por explorar lo desconocido.

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