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¿Liquidar la Cntv?

21 de agosto de 2010 Por:

La Comisión hace hoy cualquier cosa menos dirigir la política que en materia de televisión determine la ley

La Comisión Nacional de Televisión, Cntv, es una de las instituciones creadas por la Constitución de 1991 que frustró las buenas intenciones de sus creadores. Por eso, su liquidación es un paso que se debe dar, para evitar que el clientelismo y la burocracia sigan oponiéndose a la obligación de ofrecer información plural, oportuna y de calidad a través del medio con mayor penetración en los hogares colombianos.Los propósitos que originaron la Comisión son inobjetables, porque se trató de defender y promover los valores culturales de la Nación, además de alejar a la televisión de las presiones políticas y del interés de los gobiernos por usarla para fines distintos a la información equilibrada que deben recibir los ciudadanos. Pero, rápidamente, la realidad superó esos propósitos, prueba de lo cual es el parágrafo del Artículo 77 de la Constitución que habla de garantizar la estabilidad de los trabajadores de la extinta Inravisión.Y se acabó de desvirtuar cuando la Cntv se convirtió en un botín político a merced de las ambiciones partidistas y los esfuerzos gubernamentales por asumir su control, recurriendo a prácticas como intervenir la escogencia de los comisionados. Así, la institución terminó convertida en un gigante burocrático repartidor de puestos y de jugosos recursos provenientes de las concesiones de los canales de televisión abierta y de licencias para operar los florecientes sistemas de Tv por cable, mientras los sistemas satelitales eran excluidos de su órbita. Ese poder fue suficiente para hacer fracasar los numerosos intentos por ponerle límites a la Cntv, incluso los propósitos de liquidarla, uno de los puntos del programa de gobierno del ex presidente Álvaro Uribe. Y mientras tanto, el desarrollo de la tecnología transformó las comunicaciones, con lo cual los sistemas audiovisuales superaron el concepto de la televisión que existía en 1991. A pesar de ello, la Comisión sigue impidiendo la democratización de la televisión abierta con su empeño de adjudicar concesiones para cobrar grandes sumas, a cambio de lo cual mantiene oligopolios en los que las consideraciones sobre las finanzas de los concesionarios están por encima de la obligación de ofrecer pluralidad a los televidentes y defender la cultura nacional. Por eso, la Comisión hace hoy cualquier cosa menos “dirigir la política que en materia de televisión determine la ley”, como ordena el Artículo 77 de la Constitución. Y ha llegado a padecer presiones para que no adjudique un tercer canal, mientras su actuación es descalificada por los grupos interesados en él. En tanto, la televisión pública enfrenta graves dificultades para cumplir su papel como difusora de los valores y de la cultura colombiana.Por eso se justifica acabar con la Cntv. Ojalá, el Gobierno logre neutralizar el poder de quienes manejan a esa entidad y siempre han frustrado en el Congreso los intentos por liquidarla. Sería una reforma sustancial, porque liberaría a la televisión colombiana de las talanqueras y los anacronismos que han significado su manejo clientelista.

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