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Las áreas protegidas

Colombia tiene la responsabilidad y el reto de garantizar la conservación de sus áreas protegidas, indispensables para la preservación de los ecosistemas y de la vida que albergan.

18 de octubre de 2019 Por: Editorial .

Colombia tiene la responsabilidad y el reto de garantizar la conservación de sus áreas protegidas, indispensables para la preservación de los ecosistemas y de la vida que albergan. Su deber es con la población nacional y también con el planeta que tiene las esperanzas sobre su futuro puestas en las regiones donde aún hay una riqueza natural importante, esencial por los servicios que presta y para contrarrestar los efectos del cambio climático.

El 16,12% de la superficie terrestre de Colombia, es decir 18 millones cuatrocientas mil hectáreas, y 13,8% de su plataforma marina equivalente a 12 millones ochocientas mil hectáreas en sus dos océanos, conforman las 1196 zonas protegidas del país. O al menos son las áreas que el Estado ha catalogado así, por lo cual existe la obligación de preservarlas o restaurarlas ya sea que pertenezcan a la Nación, tengan carácter regional o sean propiedad privada.

La cuestión es cómo lograr ese objetivo con el que se ha comprometido el país, por el que se han hecho esfuerzos importantes pero que está lejos de conseguirse porque son muchos los enemigos que acechan esas las zonas protegidas. Ya se conoce el daño que produce la deforestación, que si bien comenzó a decrecer este año aún se mantiene imparable, mientras continúan la expansión amenazante de las fronteras agropecuarias, de los cultivos ilícitos y de la minería ilegal.

Las áreas protegidas en Colombia tienen un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad, la segunda más abundante del mundo con 65.910 especies de fauna y flora registradas. Al mismo tiempo cumplen unas funciones vitales porque prestan servicios ecosistémicos como la producción de oxígeno, la captura de carbono, el control de la erosión al igual que de las plagas y la mitigación del cambio climático. Además, en ellas se produce el 70% del agua que se consume en el país y la que se usa para riego agrícola.

Ese es el privilegio que aún tiene Colombia pese al daño que se les ha hecho a sus zonas de reserva natural, y que comparte con la mayoría de América Latina que busca en conjunto soluciones para garantizar su preservación. En el III Congreso de Áreas Protegidas de Latinoamérica y el Caribe, que concluyó el jueves en Perú, 33 países liderados por la delegación colombiana se comprometieron a establecer una agenda común que se concrete en definición de acciones a más tardar el próximo año y permita salvaguardar la megadiversidad que tiene la región y que representa el 20% del total del Planeta.

Los gobernantes de las naciones vecinas saben que lo que ellas hagan en los próximos 10 años será fundamental para la salud ambiental del continente americano y del resto del mundo. También son conscientes de que para mejorar su gestión en ese propósito o conseguir los recursos económicos que se requieren deben trabajar unidos, fortalecer la institucionalidad y superar su capacidad operativa, técnica y financiera.

La importancia de contar con espacios de discusión y análisis sobre los problemas medioambientales, como el realizado en Lima esta semana es innegable. Queda como siempre la duda de si se alcanzarán acuerdos y estos se traducirán en acciones. O si las buenas intenciones sucumbirán ante las diferencias y los intereses particulares de cada nación. Como uno de los países más biodiversos, Colombia está llamada a convocar la unión.

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