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La violencia en Cali

24 de agosto de 2010 Por:

Está demostrado que gran parte del fenómeno de violencia que vive Cali...

Trece homicidios y 1.718 riñas que dejaron decenas de heridos debieron atender las autoridades durante el pasado fin de semana en Cali. Y entre esos tristes episodios se cuenta el caso del albañil que bajo los efectos del alcohol desató su furia indiscriminada contra cinco personas, hasta que él también fue ultimado.Tan desolador cuadro es el reiterado resumen de lo que ocurre en una ciudad donde se han perdido los parámetros mas elementales de la convivencia social. Donde cada día es más alarmante el crecimiento de los hechos de sangre, impulsados por la delincuencia en todas sus expresiones pero, ante todo, por la intolerancia que produce el 60% de ellos, según el Comandante de la Policía Metropolitana. Que se esconde en los recovecos de las calles estrechas en los barrios humildes o aparece en las avenidas, al lado de estancos donde se vende licor sin barreras y acompañada por el consumo de drogas. O que se explica en muchos casos por el ajuste de cuentas entre malhechores que manejan el lucrativo y mortal negocio del microtráfico de drogas ilícitas.Con seguridad faltan más razones por las cuales se produjeron los atentados contra la vida y la integridad de los seres humanos en ésta, la capital de la alegría. Y de nuevo, hay que preguntar por qué no se produce una reacción social, encabezada por las autoridades municipales, para sensibilizar a los caleños frente a la tragedia que se produce en las calles de su ciudad. Una historia de horror que destruye vidas, que acaba familias que produce dramas y huérfanos. Y que sólo se termina con la participación decidida de la sociedad en su conjunto.Claro que es importante insistir en la urgencia de acabar con la tolerancia a las armas, justificada por la necesidad de darle elementos a la gente de bien para protegerse de los criminales que la amenazan. Como hay que recordar la resistencia del Municipio a aumentar los recursos destinados a la seguridad, o revivir el debate sobre si es suficiente o no el aporte de la Policía Nacional y cuál es la responsabilidad que les corresponde a los órganos de la Justicia en la persecución al crimen. Pero ya está demostrado que gran parte del fenómeno de violencia que vive Cali se produce porque la vida y la integridad de las personas ha perdido su valor como principio de la convivencia. Y porque esa insensibilidad expone a los niños, jóvenes y adultos al peligro que acecha en todas partes donde aparece el licor, aprovechando que la sociedad en su conjunto no es capaz de protegerse. Y mientras eso ocurre, la Policía debe desplegarse para atender las riñas callejeras e impedir que la gente se siga causando daño a causa de la intolerancia.Las cifras de muerte del sábado y domingo anteriores, así como el estremecedor homicidio colectivo producido en el barrio Terrón Colorado, deberían estremecer la conciencia colectiva de Cali. Y llevar a que la ciudadanía se movilice para impedir que su lugar de habitación, que su barrio y su ciudad sigan siendo escenario de la tragedia que destruye la alegría de la capital vallecaucana.

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