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La riqueza de la biodiversidad

30 de octubre de 2010 Por:

"Si la riqueza de los países se midiera por su biodiversidad..."

Un país rico en biodiversidad, que sabe valorar su ecosistema y encontrar fórmas de ponerlo a producir, tiene en las manos la posibilidad para determinar su desarrollo sostenible. Del uso e que se le dé a esa riqueza depende que se pueda comprometer al resto del mundo para que comparta la preservación del medio ambiente, se frene la depredación del planeta y se alargue su vida útil, para beneficio de la humanidad.La alianza anunciada el jueves por el Banco Mundial en Nagoya, Japón, durante la X Conferencia de la Convención sobre Biodiversidad Biológica, para medir el valor económico de los ecosistemas a través de proyectos pilotos en Colombia e India, abre la posibilidad para que nuestro país cuantifique su riqueza natural. En términos sencillos, es ponerle un precio a sus bosques, su fauna, su flora, sus manglares o sus páramos. Que Colombia haya sido escogido para desarrollar el programa piloto de esta ‘contabilidad ecológica’, no es fortuito. Si la riqueza de los países se midiera por su biodiversidad, seríamos una de las doce superpotencias del planeta. Es el primero en diversidad de aves, con el 20% de las especies conocidas en el mundo, y el primero en vertebrados. Ocupa el segundo lugar en flora, superado sólo por Brasil, y con apenas el 1% de la superficie del planeta concentra el 10% de la biodiversidad. Su deterioro también es directamente proporcional a su riqueza ambiental. Colombia es el segundo con el mayor número de zonas naturales con especies en peligro de extinción. La selva amazónica, el gran pulmón del mundo que comparte con Brasil y Perú, pierde cada año 2.500 hectáreas de bosques tropicales, mientras el caudal del río Negro, el principal afluente del Amazonas, llega hoy apenas a 13,63 metros de profundidad, su nivel más bajo en 100 años. Una preocupación real para la humanidad.Según el Banco Mundial, con el proyecto se medirá el valor de los ‘servicios’ de los ecosistemas: por ejemplo, su precio por evitar las emisiones de gases efecto invernadero, o cómo su conservación garantiza la calidad del agua y la capacidad de producir energía hidroeléctrica. También se cuantificará el costo que tiene la pérdida de fauna y flora en la seguridad económica de los seres humanos y en su calidad de vida. Darle un valor a la naturaleza permitirá definir políticas públicas de conservación ambiental más claras. Y proponerle al mundo que para preservar este pulmón verde que tiene en Colombia, debe asumir el costo monetario de cuidarlo o de explotarlo de una forma racional y sostenida. Es la definición de costo-beneficio. Cómo dice Robert B. Zoellick, presidente del Banco Mundial, “La riqueza de un país no debería ser solamente la medida de sus bienes exportables. Las cuentas nacionales deben reflejar los servicios provistos por la naturaleza, ya que forman parte de la riqueza de una nación en la misma medida que su capital humano y de fabricación”. Ahora, Colombia tiene la oportunidad de incluir los ecosistemas en su contabilidad, para beneficio propio, de la humanidad y de la conservación del planeta.

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