Editorial
La puja detrás de la guerra
Mientras declaraciones van y vienen, el enfrentamiento originado por la invasión rusa a territorio ucraniano ya completó tres años y medio, contra todo pronóstico.
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6 de sept de 2025, 03:15 a. m.
Actualizado el 6 de sept de 2025, 03:15 a. m.
El conflicto bélico en Ucrania, el más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, ha terminado por convertirse en un pulso entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el Viejo Continente.
Una situación que en términos de geopolítica no resulta sorpresiva, pero que debe llevar a la reacción de toda la comunidad internacional porque, mientras declaraciones van y vienen, el enfrentamiento originado por la invasión rusa a territorio ucraniano ya completó tres años y medio, contra todo pronóstico.
Pero lo peor es que, según la Organización de Naciones Unidas, hasta marzo pasado esa guerra había ocasionado la muerte de 12.500 civiles en el país ocupado, donde diez millones de personas han huido de sus hogares.
Sin contar que, de acuerdo con el Gobierno de Kiev, para diciembre de 2024 más de 43.000 soldados ucranianos habían perdido la vida en medio de la confrontación, así como al menos 198.000 militares rusos.
Sin embargo, no ha sido posible que el Kremlin acceda a los reiterados llamados que, por ejemplo, le ha realizado la Casa Blanca para que cese esa guerra absurda.
De hecho, han sido más los anuncios grandilocuentes del Mandatario estadounidense, quien en campaña prometió acabar con esa guerra en 24 horas, y en julio pasado le dio un plazo de 50 días al presidente de Rusia, Vladímir Putin, para que le pusiera fin al conflicto, so pena de exponerse a más sanciones y al envío de armas a Kiev a través de la Otan.
De su lado, Europa ha tenido una postura poco contundente frente a la invasión de Moscú a Ucrania, actuando más bien en reacción a los pasos dados por Washington y reclamándole por dejarlo por fuera de eventuales negociaciones, como las que supuestamente se iban a desprender del fugaz encuentro entre Trump y Putin en Alaska hace tres semanas.
Ahora, de la mano del gobernante francés, Emmanuel Macron, el Viejo Continente pareciera querer recuperar protagonismo ofreciendo respaldo en seguridad para Ucrania en caso de que haya un acuerdo de paz, tal como lo anunciaron el jueves 26 países de esa región.
Pero tal ofrecimiento ha generado más rechazo que beneplácito, pese a que desde París se ha aclarado que el objetivo no es “librar una guerra contra Rusia”, sino disuadir a ese país de volver a atacar territorio ucraniano en el futuro.
Lo cierto es que Putin advirtió ayer que considerará a cualquier fuerza occidental desplegada en Kiev como un “objetivo legítimo”, lo cual complica mucho más el panorama para la propuesta liderada por Macron, de la cual al menos Italia ya se apartó públicamente.
Y en ese contexto, Estados Unidos acaba de anunciar que pondrá fin a la asistencia militar de los países geográficamente cercanos a Rusia, para presionar a los europeos a hacerse más responsable de su propia defensa.
Así, todo indica que, aunque públicamente Trump reclama un papel más activo del Europa frente a la guerra en Ucrania, en realidad estaría decidido a llegar muy lejos en su propósito de hacerse al Premio Nobel de Paz, sin importar que sean muchas más las vidas que entre tanto se pierden de lado y lado.
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