El pais
SUSCRÍBETE

La libertad de Langlois

"...así como las Farc no consiguieron su intención de establecer un juicio a la prensa por el cubrimiento de hechos violentos como los secuestros, no lograrán que los colombianos olviden que el plagio se dio en medio de las operaciones que las autoridades adelantan contra el imperio del narcotráfico que ese grupo ha montado en el Caquetá, donde se produjo la emboscada".

29 de mayo de 2012 Por:

"...así como las Farc no consiguieron su intención de establecer un juicio a la prensa por el cubrimiento de hechos violentos como los secuestros, no lograrán que los colombianos olviden que el plagio se dio en medio de las operaciones que las autoridades adelantan contra el imperio del narcotráfico que ese grupo ha montado en el Caquetá, donde se produjo la emboscada".

Con toda la parsimonia del caso, y luego de explotar a fondo la oportunidad de hacer publicidad, las Farc anunciaron para mañana la liberación del periodista francés Roméo Langlois. Con la llegada del delegado del presidente Francois Hollande y de la señora Piedad Córdoba, exigidos por los secuestradores para realizar la devolución, culmina otro atentado contra la libertad individual y la libertad de prensa, explicada con acusaciones falsas sobre colaboración del comunicador con la Fuerza Pública. En el video publicado ayer, se ve al señor Langlois en buen estado de salud, distendido y atendido por sus secuestradores. Es que sus plagiarios lo conocen, como quiera que durante los años que lleva en Colombia él ha entrevistado en numerosas ocasiones a desaparecidos jefes como alias ‘Raúl Reyes’ y a “miembros importantes” de la organización que lo mantiene privado de la libertad. Entonces no hay tal que el periodista era un “colaborador” del Ejército colombiano. Como tampoco hay pruebas de que estaba uniformado con prendas militares, como dijeron los secuestradores cuando reconocieron el crimen que habían cometido. Es decir, sólo tenía un chaleco antibalas y un casco que le habían suministrado para proteger su integridad de un posible ataque como el que ocurrió en La Unión Peneya, donde murieron cuatro soldados. Por eso, luego de explicar por qué los había arrojado antes de entregarse al grupo que emboscó a la patrulla militar Langlois expresó: “Uno sabe a qué se expone cuando hace este tipo de actividades, pero la verdad yo no pensaba que se iba a poner tan tremendo”. Pero, en fin, ya no es momento para discutir lo que queda suficientemente claro. Y lo que sigue es esperar a que termine la última parte del show. Es decir, que la señora Córdoba vuelva a las primeras páginas de los medios reafirmando que está cumpliendo una misión humanitaria. Y que el delegado del Presidente de Francia, señor Jean Baptiste Chauvin se presente en el helicóptero preparado por el Comité Internacional de la Cruz Roja, para proceder a la operación rescate. Menos mal, en esta ocasión no habrá que recurrir a ningún otro país para liberar la víctima. En todos los demás elementos se repetirá el ritual macabro de los secuestradores devolviendo a sus víctimas, con la segura presencia de algún medio de comunicación o de alguno de aquellos a los que las Farc acostumbran convertir en protagonistas mediante la entrega de la exclusiva. Pero así como no consiguieron su intención de establecer un juicio a la prensa por el cubrimiento de hechos violentos como los secuestros, no lograrán que los colombianos olviden que el plagio se dio en medio de las operaciones que las autoridades adelantan contra el imperio del narcotráfico que ese grupo ha montado en el Caquetá, donde se produjo la emboscada. Una vez liberado Roméo Langlois, y escuchados los discursos que incitan a la negociación para terminar con el conflicto, la Nación respirará un poco al saber que el periodista está vivo y libre. Pero no descansará hasta que le informen dónde están los cientos de secuestrados y desaparecidos a manos de las Farc.

AHORA EN Editorial