La emergencia es real

El invierno está causando estragos en Colombia y ni el Estado ni la sociedad parecen notificarse de lo alarmante de una situación que, según el Instituto de Hidrología y Meteorología, Ideam, se extenderá hasta el 2023. De hecho, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, está comunicando cifras preocupantes sin que se produzcan las reacciones que demanda un país en emergencia.

Sí, Colombia está en emergencia. Según la Ungrd hasta septiembre 30 se han registrado 2058 eventos de desastre causados por las lluvias, ocasionando la muerte de 184 personas, 255 heridos y 28 desaparecidos. 949 de esos eventos fueron movimientos en masa, 553 inundaciones, 221 crecientes súbitas, 158 vendavales, 78 temporales y 70 avenidas torrenciales.

Las consecuencias para la infraestructura son de por sí impactantes: 1.764 vías afectadas y golpeados 192 puentes vehiculares, 99 puentes peatonales, 274 acueductos, 77 alcantarillados, 14 centros de salud, 206 centros educativos, 34 centros comunitarios y en 19.509,81 hectáreas de tierra. Paro no ir muy lejos, el Valle ha registrado derrumbes en 15 municipios, y sus autoridades ambientales informan sobre la certeza de que la temporada invernal se mantengan por lo menos hasta febrero del próximo año.

Volviendo al informe de la Unidad de prevención y atención de desastres, las lluvias, las crecientes y las avalanchas han golpeado a 90.000 familias en 665 municipios de todo el territorio nacional. 981 viviendas han sido destruidas y 44.742 averiadas. Una estadística que debería obligar al Estado a pasar de las alarmas y anuncios a la acción inmediata para atender una situación que no puede ser ocultada por los hechos políticos que se presentan en la capital de la República.

Colombia está en emergencia en casi todo el territorio nacional, la inmensa mayoría de los municipios carecen de medios para atender las consecuencias que deja a su paso el fenómeno de La Niña. Y regiones apartadas del centro del país y departamentos como el Valle han hecho un llamado reiterado a la Nación para que escuche sus demandas y les suministre los recursos que les permitan atender las tragedias que padecen miles de personas en todo el territorio nacional.

La consecuencia se está sintiendo también en el abastecimiento de alimentos, producto directo de la desaparición de cultivos y del mal estado de la red de vías y carreteras en el campo. Con ello se puede esperar un aumento en la inflación, así como debe contemplarse ya la importación de comida para evitar la escasez, así ello implique comprar en divisas y presionar aún más la devaluación que experimenta el peso.

Ese es el panorama que le está dejando el invierno a los colombianos, y que obliga tanto al gobierno nacional como a las gobernaciones y a las alcaldías a ponerse de acuerdo y actuar como corresponde para resolverle a la Nación un problema que crece a diario y deja secuelas sociales y económicas incalculables. Y además, recuerda el deber de las autoridades de alertar, preparar y atender las emergencias que deja lo que puede llegar a ser un drama similar al ocurrido entre los años 2010 y 2011, cuando debió decretarse la emergencia económica.