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La amenaza de La Niña

Lo confirma también la Organización Meteorológica Mundial, al reconocer un 60% de probabilidades de que aparezca el fenómeno en el mundo.

19 de octubre de 2021 Por: Editorial .

En reiteradas oportunidades, tanto las autoridades gubernamentales como los meteorólogos han advertido sobre la posibilidad cada vez más próxima de la llegada del fenómeno de ‘La Niña’ a Colombia. Ese anuncio, gastado por su uso frecuente en anteriores oportunidades, debe ser tenido muy en cuenta para no repetir las tragedias humanas y las secuelas que siempre ha dejado con sus lluvias, inundaciones y desastres.

“Estamos informándoles a todos los colombianos, que tenemos una probabilidad entre un 87% y un 93% de este fenómeno de acuerdo con todas las cifras consolidadas desde el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, y también desde los diferentes centros internacionales”. Por su parte, el instituto citado afirmó que las condiciones oceánicas y atmosféricas siguen marcando una clara tendencia hacia la llegada del fenómeno atmosférico, y que éste agudizará las lluvias entre octubre y noviembre, debido al enfriamiento de las aguas superficiales en gran parte del Océano Pacífico Tropical.

Lo confirma también la Organización Meteorológica Mundial, al reconocer un 60% de probabilidades de que aparezca el fenómeno en el mundo. Y organizaciones como el Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), considera que “hay cerca del 90% de probabilidades de que La Niña se mantenga entre noviembre de 2021 y febrero de 2022”.

La declaración del ministro de Ambiente, Carlos Correa, debería ser suficiente para empezar la movilización que requiere la atención de una amenaza que, de convertirse en realidad, afectará ante todo a los sectores rurales y a los menos favorecidos en las zonas urbanas. Y puede llevar a emergencias como las que se presentaron en 2010-2011, cuando el país fue literalmente inundado, la agricultura y la ganadería sufrieron grandes pérdidas, obras de infraestructura como el canal del Dique fueron seriamente golpeadas y regiones como la Mojana donde confluyen los ríos Cauca y Magdalena fueron arrasadas por las aguas.

Hay pues razones para alertar a los colombianos sobre lo que puede suceder y exigir que se tomen las medidas del caso para enfrentar lo que puede ser una emergencia de grandes proporciones. No sobra recordar que muchas de las obras que se prometieron hace diez años para enfrentar La Niña aún no han sido construidas o definitivamente pasaron a mejor vida.

El Valle del Cauca como región tampoco ha sido ajeno a las consecuencias de La Niña. Todas las ciudades que tienen cercanía al río padecieron sus avalanchas, y tanto sus zonas agrícolas como las vías de comunicación regionales o amplios sectores de los cascos urbanos fueron escenario de inundaciones y tragedias.

Por ello, la mejor noticia sería que las alertas sobre la llegada del fenómeno de La Niña sean una falsa alarma. Pero hay que estar preparados y las autoridades están obligadas a tomar las previsiones necesarias para atender la posible emergencia. Ante las informaciones que están dando a conocer los expertos y las entidades meteorológicas, nada puede ser más riesgoso que ignorar la amenaza.

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