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Expectativas de cambio

También es claro que Rohani hizo bien su tarea. Aglutinó a grandes multitudes donde quiera que fue durante la campaña electoral, hablando de reformas, prometiendo liberar a los presos políticos, devolverle “dignidad a la nación” y garantizar la defensa de los derechos civiles.

21 de junio de 2013 Por: Elpais.com.co

También es claro que Rohani hizo bien su tarea. Aglutinó a grandes multitudes donde quiera que fue durante la campaña electoral, hablando de reformas, prometiendo liberar a los presos políticos, devolverle “dignidad a la nación” y garantizar la defensa de los derechos civiles.

Hassan Rohani, declarado ganador en las elecciones presidenciales del pasado fin de semana en Irán, es el único clérigo y el único considerado moderado de los seis candidatos que se postularon para suceder a Mahmoud Ahmadinejad.El clérigo reformista obtuvo 18 millones de votos, lo que le otorgó una ventaja de más del 50%, lo suficiente para ganar en la primera vuelta y muy por delante de los dos candidatos considerados favoritos por sus apoyos entre los sectores conservadores que controlan los hilos del poder, Mohamed Qalibaf y Said Jalil.La elección fue una sorpresa en medio de una alta participación electoral del 72%. Sobre todo, que ganara en primera vuelta, dando una categórica demostración de que el electorado iraní se inclina por el cambio y por una moderación de su gobierno. Rohani no era ni la primera, y ni siquiera la segunda opción de los dirigentes de los reformistas iraníes. Quienes postulaban por mayores libertades individuales y un enfoque más conciliatorio con el mundo apoyaban al expresidente Mohammad Jatamí, pero éste no se presentó como candidato. Los reformistas entonces voltearon su mirada hacia el pragmático y veterano político Akbar Hashemi-Rafsanjani. Sin embargo éste fue descalificado como candidato por el organismo electoral y el cuerpo de mayor influencia en Irán, el Consejo de Guardianes. Y cuando Mohammad Reza Aref, el único reformista que quedó en la carrera electoral, se retiró para apoyar al señor Rohani, el camino para su triunfo quedó despejado.También es claro que Rohani hizo bien su tarea. Aglutinó a grandes multitudes donde quiera que fue durante la campaña electoral, hablando de reformas, prometiendo liberar a los presos políticos, devolverle “dignidad a la nación” y garantizar la defensa de los derechos civiles. En los debates televisados planteó temas tabú como el enfrentamiento con las potencias mundiales por el programa nuclear, las sanciones internacionales, el estado calamitoso de la economía y el extremo aislamiento de Irán en la comunidad internacional.También se comprometió a restablecer las relaciones diplomáticas con el viejo enemigo de Irán, Estados Unidos, rotas a raíz de la toma de su embajada en Teherán por estudiantes islámicos en 1979. Apoyó las manifestaciones que estallaron tras las elecciones de 2009 y criticó al gobierno por oponerse a lo que según él es el derecho del pueblo a protestar pacíficamente. Además criticado abiertamente el presidente saliente Mahmoud Ahmadinejad diciendo que sus “observaciones descuidadas, no calculados y no estudiadas” le han costado muy caro al país.Sin embargo, aunque despierta expectativas favorables, no debe olvidarse que Irán es una teocracia y el verdadero poder reside en el Consejo de ayatolas que preside el todopoderoso Jomeini quien, aunque saludó su elección, no ha dado muestras de aceptar un cambio en la política iraní, sobre todo en su programa nuclear. Pero algo ha cambiado en Irán, sobre todo en el sentimiento popular y en la actitud ciudadana. Rohani representa se nuevo espíritu y sería necio no tomarlo en cuenta.