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El Tren de Cercanías

Como bien se sabe, el Valle tiene experiencias nefastas debido al incumplimiento de compromisos adquiridos por la Nación para modernizar y mejorar su infraestructura o para adelantar obras indispensables para la región.

24 de febrero de 2023 Por: Editorial .

Concluidos los estudios de prefactibilidad y factibilidad del Tren de Cercanías que uniría a Cali con sus municipios vecinos, comienza la etapa más compleja, la de asegurar los recursos financieros, definir el proceso de licitación y garantizar que las obras se realicen en los tiempos establecidos. Es de esperar que un proyecto pensado desde hace tres décadas, no se convierta en una nueva frustración para el Valle del Cauca.

El crecimiento progresivo de Cali y su cercanía a ciudades como Jamundí, Palmira y Yumbo convirtieron rápidamente al sur del departamento en una gran área metropolitana. Con ello llegaron oportunidades para sus tres millones de habitantes, pero también aparecieron graves problemas de transporte y movilidad que persisten por la poca efectividad de las soluciones desarrolladas hasta ahora.

Con una línea férrea demarcada entre los cuatro municipios, aunque abandonada tras fracasar la reactivación del Ferrocarril del Pacífico, era lógico pensar en su rehabilitación y en desarrollar un Tren de Cercanías, que se complementara con el Sistema de Transporte Masivo, MÍO. Hace ocho años, con el compromiso de entidades regionales como ProPacífico, el Departamento y las alcaldías, se revivió el proyecto que ahora parece concretarse.

El primer tramo entre Cali y Jamundí, que podría licitarse en 2024 e iniciar en 2026, estaría listo dos años después y costaría $34.000 millones. La gran duda hoy es si el Gobierno Nacional cumplirá con su promesa de aportar el 70% de los recursos, porque si bien el proyecto está contemplado en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, aún no se conoce el presupuesto asignado y hay quienes plantean reducir la participación de la Nación a un 40%. De ser así, el Valle y los municipios tendrían que conseguir $20.000 millones y no $5.200 millones, lo que pondría en riesgo su realización.

Ese primer corredor es urgente y sin duda debe ser priorizado. Pero desde ya se tienen que garantizar las partidas presupuestales para la construcción de los tramos que conectarán a Palmira y Yumbo con Cali, que en principio se proyectaron para entrar en servicio en el año 2035. Doce años es un tiempo más que prudente para concluir una obra de tales proporciones, que además de la línea de tren incluirá una treintena de estaciones.

Como bien se sabe, el Valle tiene experiencias nefastas debido al incumplimiento de compromisos adquiridos por la Nación para modernizar y mejorar su infraestructura o para adelantar obras indispensables para la región. Las más recientes decepciones son la vía Mulaló-Loboguerrero y el dragado de profundización del puerto de Buenaventura, que no arrancan, así como la doble calzada Buga-Buenaventura que lleva más de 15 años construyéndose y aún no se entrega en su totalidad.

Las buenas noticias son que los estudios de factibilidad dan el aval para que el Tren de Cercanías se realice, hay un acuerdo regional para que sea una realidad y, en principio, se tiene el respaldo del Gobierno Nacional que lo incluyó en el Plan de Desarrollo de su cuatrienio. Ahora hay que concretar el desarrollo total de un anhelo de Cali, Jamundí, Palmira y Yumbo, que mejorará su movilidad e impactará de manera positiva la vida diaria de tres millones de personas.

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