El transporte pirata
Poco ha ayudado en el propósito de combatir ese servicio ilegal, la falta de autoridad que impera en Cali. Según la investigación adelantada por El País son seis mil vehículos dedicados a diario a esa actividad ilícita, detrás de la cual hay al menos 27 organizaciones delictivas que se lucran de ello
La fórmula es simple: un sistema de transporte masivo que no funciona como debería y unas mafias que se aprovechan de esa debilidad para montar un negocio tan lucrativo como peligroso. En medio de ello una ciudad que sufre por el caos que impera en su movilidad así como por la ineficiencia de las autoridades, que parecen incapaces de imponer el orden que reclaman los ciudadanos.
El Informe Exclusivo publicado por El País el domingo anterior entrega datos reveladores e inquietantes sobre el transporte pirata en Cali, que explican además cómo la insuficiencia del MÍO para atender la demanda de la ciudad se convirtió en el impulsor de un servicio ilícito que hoy parece imposible de contener. Mientras el Sistema Masivo mueve en promedio 270 mil usuarios al día, son 500 mil los caleños que prefieren utilizar vehículos no autorizados para el transporte público de pasajeros.
El problema no es nuevo. Por décadas a los rincones más apartados de la capital del Valle solo se ha accedido en gualas, en los llamados motorratones o en carros particulares destinados para ese fin. Esa informalidad fue uno de los asuntos que debió resolver el Sistema de Transporte Masivo, pensado para modernizar la movilidad caleña y como eje para un desarrollo urbano bien organizado. El propósito no se cumplió.
Las fallas en la planeación, las dificultades financieras por las que atraviesa y eventos como el paro del 2021 que significó la destrucción de la mayoría de su infraestructura, llevaron a que el MÍO fuera incapaz de atender la demanda de los usuarios. Así se abrió aún más el espacio para que la piratería se convirtiera en una competencia imposible de contener.
Poco ha ayudado en el propósito de combatir ese servicio ilegal, la falta de autoridad que impera en Cali. Según la investigación adelantada por El País son seis mil vehículos dedicados a diario a esa actividad ilícita, detrás de la cual hay al menos 27 organizaciones delictivas que se lucran de ello, vigilan las calles, pagan extorsiones e impiden el trabajo de los guardas de tránsito.
Al medio millón de caleños que utiliza los carros piratas, tampoco parece importarle que sea un servicio más costoso, de mayor riesgo porque no se ve obligado a cumplir con las normas de seguridad o de protección a los pasajeros, y que ahí esté una de las razones principales del desorden en las vías citadinas. Mientras haya usuarios que prefieran esa informalidad, no habrá posibilidad de ponerle fin o que el MÍO tenga una oportunidad de sobrevivir a su crisis actual.
La solución comienza por tener un Sistema de Transporte Masivo eficiente, que llegue a toda la ciudad y sea la primera alternativa para quienes se deben movilizar a diario. Se necesita así mismo un ejercicio de autoridad contundente, capaz de detener y judicializar a quienes mueven ese negocio rentable y peligroso, además de recuperar el orden en sus vías.
El progreso y la modernidad para Cali no serán posibles mientras se permitan prácticas ilegales como el transporte pirata.