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El retorno de Lula Da Silva

Son otras épocas las que esperan a Lula, en las cuales su país está dividido, el Congreso brasileño tiene una mayoría de seguidores de Bolsonaro y los más grandes estados quedaron en manos de gobernadores y alcaldes de la derecha

2 de noviembre de 2022 Por: Vicky Perea García

Tras la aceptación del resultado por el presidente Jair Bolsonaro, Luiz Inácio Lula Da Silva volverá a ser el mandatario de Brasil, el país más grande de Suramérica. Y se mantendrá en vigencia la polarización que ha llegado a extremos preocupantes en algunas regiones, ahora aumentada ante la expectativa sobre la reacción de los partidarios de su rival.

Fue una larga campaña plena de confrontaciones, de acusaciones y de sinsabores, marcada por los antecedentes de los dos competidores. Por un lado, el presidente en ejercicio, caracterizado por sus posiciones de derecha que contrastaron con la herencia que recibió del Partido de los Trabajadores de Lula, y durante cuatro años causaron polémicas y frecuentes y no pocas tensiones en todos los órdenes que le restaron el apoyo de importantes sectores políticos y sociales.

Al otro lado estuvo el que hoy se reconoce como ganador al recibir el 50,9% de los votos frente al 49,1% de su contendor. Es Lula, el que fue presidente durante dos períodos y dejó a su sucesora, la cual fue destituida, mientras él se convirtió en embajador de Odebrecht, la empresa acusada y condenada por sobornos en toda América, incluida Colombia. Su partido fue foco de corrupción e incluso el propio exmandatario fue condenado por eso, de lo cual fue liberado por la Corte Suprema al encontrar “vicios de forma”, no de fondo, en su proceso.

Ahora, los partidarios de la izquierda celebran el triunfo de quien en sus épocas de esplendor se mostraba como el defensor de esa tendencia al crear el Foro de Sao Paulo, mientras su país aprovechó la bonanza económica más importante del Siglo XXI, aplicando las más ortodoxas prácticas del capitalismo, a la vez que la corrupción llevaba a la cárcel a la mitad del Partido de los Trabajadores. Su gran capacidad oratoria y su liderazgo innegable le permitieron convertirse en un dirigente latinoamericano a tener en cuenta en el concierto mundial como representante de una nación de 220 millones de habitantes.

Pero son otras épocas las que esperan a Lula, en las cuales su país está dividido, el Congreso brasileño tiene una mayoría de seguidores de Bolsonaro y los más grandes estados quedaron en manos de gobernadores y alcaldes de la derecha. Por eso, la invocación del veterano presidente se ha enfocado en la unión de un país radicalizado por la política y afectado por los vientos difíciles que han golpeado su economía y su sociedad.

Se viene entonces la tercera versión de Lula Da Silva en la presidencia del Brasil, basada en la esperanza de volver a la bonanza de su primer mandato. Y así como la izquierda latinoamericana hace cuentas sobre lo que esa reelección significa para su credo, la preocupación de la mitad de los brasileños hace preguntar si el resucitado presidente podrá desarmar la polarización y reconducir a su país por la estabilidad y el progreso. O si, como muchos temen tanto en su nación como en el resto del continente, regresen los vicios de su partido y la ideología se imponga sobre la recuperación de la unión y la superación de los rencores dejados por el gobierno de Bolsonaro.

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