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El reto del narcotráfico

"Sin duda, tarde o temprano el mundo dará el paso de la despenalización. Pero esa decisión deberá partir de un gran consenso orbital, como el que proponen los signatarios de la carta dada a conocer esta semana".

9 de diciembre de 2012 Por:

"Sin duda, tarde o temprano el mundo dará el paso de la despenalización. Pero esa decisión deberá partir de un gran consenso orbital, como el que proponen los signatarios de la carta dada a conocer esta semana".

La necesidad de un cambio en la estrategia mundial contra el narcotráfico ha sido de nuevo puesta sobre el tapete. Esta vez, en una comunicación abierta, 30 líderes mundiales, entre quienes se cuenta el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, instaron a reconocer que “cincuenta años después de que fuera lanzada la Convención Única de Estupefacientes de las Naciones Unidas, en 1961, la guerra contra las drogas ha fracasado y ha tenido consecuencias devastadoras”.Del fracaso de esa estrategia has sido testigo Colombia, quizás como ningún otra nación del mundo. Cinco décadas después de iniciada esta lucha, que ha costado miles de vidas humanas y billones de pesos, el país sigue siendo el que cuenta con la mayor extensión de cultivos ilícitos en el planeta, con más de 60.000 hectáreas sembradas de marihuana, coca y amapola. Si bien es cierto que esa extensión ha disminuido significativamente en los últimos años, también lo es que los narcotraficantes se las han ingeniado para mejorar la productividad de sus cultivos y hoy producen en una hectárea lo que antes producían en dos.Hace más de 20 años el economista e intelectual estadounidense Milton Friedman dijo que el problema de la lucha contra los narcóticos era que un asunto cuya esencia es económica se está tratando como un problema de orden público. Y desde entonces vislumbró que la única solución a este flagelo era la despenalización del consumo. Friedman aseguraba que el mayor valor agregado a los estupefacientes se los daba su condición de ilegales, tal como sucedió en Estados Unidos en la época de la prohibición del alcohol, en los años 20. Esa ilegalidad es también la causante de la violencia que se genera alrededor de ese negocio.Y en Cali sí que se puede dar fe de ello. Sólo este año, el 30% de los homicidios registrados, es decir casi 700, ha estado asociado a venganzas entre organizaciones delincuenciales dedicadas al microtráfico de estupefacientes. Sin duda, tarde o temprano el mundo dará el paso de la despenalización. Pero esa decisión deberá partir de un gran consenso orbital, como el que proponen los signatarios de la carta dada a conocer esta semana. Lo que es inaceptable es que mientras Colombia sigue poniendo los muertos en esa lucha, algunos Estados de Estados Unidos estimulen la producción de la marihuana legalizando su consumo. Mientras el mundo se pone de acuerdo alrededor de una nueva estrategia para combatir este flagelo, a Colombia, como dijo el presidente Santos no le queda otro camino que continuar su lucha implacable contra el narcotráfico. Para ésta nación, como afirmó el Mandatario, “este es un problema de seguridad nacional. Es la fuente de toda la violencia que estamos viendo, que es alimentada por el narcotráfico. Y si nosotros bajamos la guardia, inmediatamente nuestros enemigos se van a fortalecer”.Está bien que esa lucha coyuntural no nos impida abogar por salidas diferentes al problema del narcotráfico y que el Presidente colombiano anime esa búsqueda.Pocos países han padecido este mal de la forma que lo ha hecho Colombia. Y muy pocos han luchado contra él de la manera que lo hemos hecho los colombianos. Por eso al país le asiste toda la autoridad moral para propender la búsqueda de soluciones a este problema, en la seguridad de que cuando desaparezca o tenga otra dimensión, Colombia superará definitivamente muchos de los males que lo aquejan.

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