El papel de Colombia
Por eso a países como Colombia solo les queda continuar en su esfuerzo individual, buscar aliados que lo apoyen y hacer frentes comunes con quienes estén dispuestos a cumplir.
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12 de nov de 2021, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:29 a. m.
La cumbre sobre el cambio climático concluyó ayer en Glasgow, Escocia, como se esperaba: sin acuerdos trascendentales ni decisiones contundentes. En medio de esa tibieza que no se compadece con el reto ambiental que afronta la humanidad, se debe destacar la participación de Colombia, su liderazgo y el apoyo que recibió de la comunidad internacional.
La COP26 que duró 12 días y a la que asistieron representantes de 190 países fue otro rosario de intenciones a la hora de comprometer a naciones, líderes y ciudadanos con las acciones que eviten un aumento mayor a 1,5 grados centígrados en la temperatura global. De nuevo quedó en evidencia lo difícil que es poner de acuerdo a los Estados en la urgencia de reducir las emisiones de carbono mientras los intereses económicos y políticos primen sobre la preservación del medio ambiente.
Ello, sin embargo, no debe opacar el protagonismo que tuvo Colombia, tanto por el liderazgo que asumió frente a debates necesarios, como por los resultados del lobby que realizó y que se concretó en ayudas económicas o alianzas para apoyar los proyectos medio ambientales en los que está comprometido el país. Además de obtener el elogio de la ONU y la Organización Mundial de la Salud por su estrategia frente al cambio climático.
Es el voto de confianza a un Estado que si bien está lejos de cumplir con la obligación de salvaguardar como corresponde su biodiversidad, proteger sus recursos naturales y reducir ese 0,6% de emisiones de carbono que le aporta al planeta, sí tiene una hoja de ruta estructurada que lo pone a la vanguardia y con la que pretende ser una nación carbono neutral en 30 años. Que lo concrete necesita de voluntad, continuidad y financiación, porque luchar contra el cambio climático necesita bastante trabajo y eso cuesta.
En la cumbre de Glasgow, Colombia mostró qué está haciendo en protección de sus áreas marinas y terrestres, para preservar sus bosques, adelantar la transición hacia energías y movilidad limpias, en educación ambiental y para generar nuevos modelos de desarrollo social y económico desde una visión de sostenibilidad ambiental. Ello le valió liderar en la COP26 una de las mesas de negociaciones así como conseguir que Alemania, Noruega y Reino Unido aportaran los primeros 33,5 millones de dólares, de US$366 prometidos para combatir la deforestación y contribuir a la consecución de las metas ambientales, además de un crédito por US$1200 millones del BID.
Mientras tanto 33 naciones de América Latina y el Caribe le dieron su aval para ser su representante en el Comité Internacional de Varsovia de Pérdida y Daños, a través del cual los países asociados contrarrestan los impactos del cambio climático. En ello pesaron los programas de cooperación que lidera con Ecuador, Costa Rica, Panamá y Perú para mejorar la capacidad de acción climática y de preservación de la naturaleza que comparten.
Como se vio de nuevo en Glasgow, conseguir el compromiso global y sobre todo concretar los compromisos de las naciones para alcanzar el objetivo común de salvaguardar el planeta sigue siendo inalcanzable. Por eso a países como Colombia solo les queda continuar en su esfuerzo individual, buscar aliados que lo apoyen y hacer frentes comunes con quienes estén dispuestos a cumplir.
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