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El novelón del Valle

30 de julio de 2010 Por:

El miércoles fue el final de un capítulo más en el caso Abadía

La triste novela que padece el Departamento del Valle tuvo el pasado miércoles el final de un capítulo más con la decisión del Consejo Nacional de la Judicatura de anular la tutela que ordenó reintegrar al destituido Gobernador. Ahora, y aunque es de esperar la demanda ante el Contencioso Administrativo a la resolución de la Procuraduría que le aplicó la drástica medida a Juan Carlos Abadía, los vallecaucanos deben hacer lo necesario para recuperar al ente regional de los daños que le ha causado la politiquería.La sentencia del Consejo es categórica en el sentido de censurar la actuación del Tribunal seccional que desconoció reiterada jurisprudencia sobre la imposibilidad de desconocer los procesos disciplinarios mediante una tutela. Lo inexplicable de esa sentencia hoy anulada es que el Tribunal se haya obstinado en desconocer el ordenamiento jurídico a sabiendas de los perjuicios que le causaba a la sociedad, obstaculizando un proceso que necesita el Valle, usando argumentos traídos de los cabellos, como lo demuestra el fallo expedido por su superior inmediato.Por fortuna, el Consejo Superior de la Judicatura ratificó un asunto esencial como es la obligación de realizar elecciones para proveer el cargo vacante a raíz de la destitución del hasta ayer Gobernador del Valle. Con ello le pone punto final a la maniobra que pretendía mantener la prerrogativa de Abadía y su grupo político, de formular una terna de la cual saldría su sucesor. Y abre la posibilidad para que los vallecaucanos escojan una opción que sea capaz de romper con la trama de desaciertos y clientelismo que asfixia la Gobernación de uno de los tres Departamentos más importantes de Colombia.Eso es precisamente lo que olvidó el ex gobernador Abadía. A juzgar por lo acontecido en sus dos y medio años al frente de ese cargo, lo ocurrido no fue más que su clientelización para ponerlo al servicio de su causa política, con desprecio de las necesidades de los vallecaucanos. Y la utilización de sus recursos para fines distintos al bienestar social, como lo demuestran los cuantiosos recursos destinados a promover la imagen del gobernante destituido, o la invención de programas disutibles como las vigencias futuras que nada le aportan a la calidad de vida de la región y si compromenten la viabilidad de la institución departamental. Ahora deberá realizarse también la revisión de los contratos celebrados por el mandatario en el tiempo en que fue reintegrado por la ilegal tutela. Y mientras se decide cuándo se realizará la elección, se deberá cumplir un proceso atípico como lo es elegir un Gobernador con un período de quince meses. Es decir, se alarga la desgracia iniciada cuando Abadía empezó a utilizar su cargo para satisfacer sus ambiciones personales, hacer política clientelista y alimentar la voracidad de sus aliados políticos. Como puede verse, el Valle ha debido pagar un precio demasiado alto por las ambiciones politiqueras de quien hace casi tres años fue elegido por la votación más caudalosa y deja a la Gobernación en la peor crisis de su historia.

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