El limbo del deporte
En el mundo entero, el deporte se está jugando su más duro partido de la historia. Y ese juego no lo puede perder aunque parezca inminente la derrota en muchos escenarios por cuenta de la pandemia del coronavirus.
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23 de abr de 2020, 11:55 p. m.
Actualizado el 25 de abr de 2023, 11:09 p. m.
En el mundo entero, el deporte se está jugando su más duro partido de la historia. Y ese juego no lo puede perder aunque parezca inminente la derrota en muchos escenarios por cuenta de la pandemia del coronavirus.
Más allá del apasionamiento que los seres humanos experimentamos con las actividades deportivas, detrás de cada disciplina existe toda una estructura financiera que, por supuesto, repercute en la economía global y en millones de familias en todo el planeta.
Las guerras han ocasionado la suspensión de Mundiales de fútbol y Juegos Olímpicos en otros momentos de la historia, pero nunca había habido una parálisis total de todas las competencias casi en el mundo entero, por demás necesaria por la amenaza del Covid-19.
Muchos aseguran que después de esta pandemia, el deporte, particularmente el fútbol, será otro. En el campo del balompié, la disciplina más popular de todas y la que más espectadores moviliza, ya se escuchan los estragos financieros en las ligas de Europa y en el continente americano. Será apenas comprensible que los jugadores bajen de esa cumbre financiera en la que están cotizados y sus pases se devalúen estrepitosamente en el mercado de verano.
Los contratos, por ende, perderán también valor. Los patrocinadores tendrán que ser reconquistados y la afición acompañar masivamente en los estadios, como jamás lo había hecho, para evitar que el descalabro sea más fuerte.
Al fútbol colombiano llegó una alentadora noticia el miércoles en la noche. La Federación Colombiana gestionó la consecución de dos millones de dólares ante la Conmebol -que había prometido recursos para cada uno de sus asociados-, que serán repartidos entre los 20 clubes de la A y los 16 de la B, para cubrir los salarios de los jugadores.
Esto, luego de que varios equipos lograran acuerdos con los futbolistas para disminuir sus ingresos y otros suspendieran los contratos.
La economía informal que se mueve paralelamente con la industria del deporte, a otro ritmo y con otras cifras, ha sido también fuertemente perjudicada y mucha gente que vive de este sector tuvo que dedicarse a otro tipo de actividades para tratar de subsistir, porque sin competiciones no hay público, y sin público no hay quién compre.
Los Juegos Olímpicos, la Copa América, las eliminatorias al Mundial de Catar 2022, las ligas de fútbol, las grandes vueltas ciclísticas, los abiertos de tenis y golf, y un largo etcétera, sucumbieron ante la ofensiva del coronavirus y en un sano propósito de las autoridades para evitar que la pandemia se propague más de los niveles que ya alcanzó. Los organizadores de estos certámenes rezan porque la actividad deportiva recupere su cauce y todo vuelva a la normalidad.
La incertidumbre reina en el deporte y nadie se atreve a calcular cuándo volverá la calma. Aunque las pérdidas hoy son incalculabes, el partido no se ha perdido aún, mientras no cesa la lucha de las autoridades y de toda la humanidad contra el virus.
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