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El desorden de San Fernando

No se trata de objetar el desarrollo comercial e incluso turístico que se pueda realizar en San Fernando. Abundan los ejemplos de ciudades que han peatonalizado con éxito sectores estratégicos y atractivos para los visitantes. Es la manera fallida como se ha hecho en Cali, sin planeación, a las carreras o dejando inconclusos los proyectos, o peor aún, sin escuchar a las comunidades vecinas ni socializar con ellas como es debido los cambios que se pretenden realizar, para llegar a consensos que beneficien a todos y con respeto por la convivencia ciudadana.

12 de marzo de 2023 Por: Editorial .

San Fernando es el reflejo del desorden que afecta a Cali y de la indiferencia de la Administración local frente a los reclamos de las comunidades que le exigen soluciones. Es, además, la muestra de cómo lo que en apariencia son buenos propósitos pueden volverse fracasos por la falta de planeación y organización.

El tradicional barrio al sur de la capital del Valle, que alguna vez fue exclusivamente residencial, se convirtió con el paso del tiempo y por su estratégica ubicación en una zona de uso mixto. Cambio gradual que en principio poco afectó la convivencia entre quienes continuaron habitando en él y el comercio que creció de manera progresiva, en especial alrededor del Parque del Perro y sus calles aledañas, representado en restaurantes familiares, tiendas o pequeños negocios.

Con los años, y como sucede en diferentes puntos de la ciudad, el incumplimiento de la normatividad junto a la laxitud de las autoridades propició la proliferación de lugares dedicados a la venta de licor, el ruido se apoderó del sector hasta altas horas de la madrugada, las calles se convirtieron en parqueaderos públicos, la movilidad se afectó y con todo ello se intensificó la inseguridad. Los reclamos de los vecinos no encontraron respuestas, ni aún lo hacen, de la Administración Municipal.

Por el contrario, las decisiones tomadas por el actual gobierno local lejos de ayudar a regularizar y ordenar el sector, han aumentado el caos. La peatonalización de la principal vía del barrio, la Carrera 34, que inicialmente se pensó para apoyar a los restaurantes y reactivar la economía de la ciudad, debido a la crisis que generó la pandemia del Covid-19, terminó siendo un proyecto permanente que a hoy ni siquiera se ha iniciado.

El cierre provisional, hecho a las carreras con materas plásticas por las que se pagaron $9.500 millones, solo ha servido para convertir la calle en un gran parqueadero de motos y para que unos cuantos usufructúen el espacio. Así como para aislar cuadras residenciales y para colapsar aún más el tránsito, que es apenas una de las quejas de los habitantes de San Fernando. A ello se suma la incapacidad de las autoridades para imponer el orden e impedir la anarquía que se ha tomado los alrededores del Parque del Perro.

No se trata de objetar el desarrollo comercial e incluso turístico que se pueda realizar en San Fernando. Abundan los ejemplos de ciudades que han peatonalizado con éxito sectores estratégicos y atractivos para los visitantes. Es la manera fallida como se ha hecho en Cali, sin planeación, a las carreras o dejando inconclusos los proyectos, o peor aún, sin escuchar a las comunidades vecinas ni socializar con ellas como es debido los cambios que se pretenden realizar, para llegar a consensos que beneficien a todos y con respeto por la convivencia ciudadana.

A quienes viven en el barrio San Fernando hay que brindarles tranquilidad y garantizarles la seguridad. Ello comienza por hacer cumplir las normas y que se ejerza la debida autoridad para acabar con el desorden que hoy impera. Sobre todo, hay que exigirle a la Administración Municipal que haga una planificación urbana sería, responsable, que responda a los intereses de Cali y en primer lugar a las necesidades de sus habitantes.

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