El cambio en Chile
De esa manera, quienes votaron decidieron que los independientes, aquellos que encabezaron las protestas del pasado octubre de 2019 en las cuales murieron 30 personas, constituyen la fracción con mayor número de escaños.
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17 de may de 2021, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:01 a. m.
Con una abstención del 57% de su censo electoral, Chile eligió los 155 delegados que deberán elaborar la nueva Constitución que será votada dentro de un año. Es un paso fundamental en la transformación del estado en un país que todavía es regido por la Carta expedida en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet.
El complejo proceso para cambiar las instituciones del país austral tuvo su origen en las protestas de 2019 con el estallido que mezcló la inconformidad y la violencia, sumiendo en la incertidumbre y por varias semanas a uno de los países más ordenados del continente. Ello condujo a la convocatoria del constituyente primario a un certamen en el cual se puso a prueba la capacidad del pueblo chileno para dar un viraje que interprete los sentimientos y las expresiones de inconformidad.
Los resultados empezaron a verse ya con esta elección, empezando por la decisión de aplicar la paridad de sexos en sus integrantes. Y se ve con claridad que los partidos tradicionales vieron disminuidas sus aspiraciones, dando paso a una mayoría de agrupaciones independientes que obtuvo el 41% de los escaños, frente al 22% de la coalición de derecha, al 18% que obtuvo la izquierda radical, encabezada por el partido comunista, y un escaso 16% logrado por los partidos de centro izquierda que gobernaron durante 20 años. En tanto, los resultados en elecciones de gobernadores y alcaldes indica también un remezón de importancia para la política tradicional.
De esa manera, quienes votaron decidieron que los independientes, aquellos que encabezaron las protestas del pasado octubre de 2019 en las cuales murieron 30 personas, constituyen la fracción con mayor número de escaños. Aunque pueden declararse ganadores, no tienen el control de la Asamblea y para poder alcanzar una mayoría decisoria deberán negociar con las organizaciones tradicionales, lo cual muestra que no será tan fácil lograr los cambios profundos que algunos han anunciado. No obstante, puede decirse que decisiones como el manejo de las pensiones, la privatización de la educación y de servicios públicos como el agua y tantas otras herencias del pasado, pueden tener sus días contados.
El próximo 20 de junio será instalada la Asamblea por el presidente Sebastián Piñera y se iniciará un proceso inédito en Chile, la construcción de una Constitución a partir de la voluntad popular. Sin embargo, y además del desafío que implica el tener que lograr las mayorías en su interior para sacar adelante una propuesta, queda en el aire la preocupación sobre el poco respaldo que se expresó en un certamen donde solo votaron el 43% de los chilenos con derecho a elegir.
El punto final lo dará el referendo que apruebe o no la propuesta que salga de la Asamblea Constituyente elegida el pasado fin de semana.
Entonces, los chilenos dirán la última palabra, ojalá pronunciada por una mayoría y no como producto de la abstención. Entonces se sabrá si empieza el “nuevo Chile” que anuncian los partidarios del cambio, o si la mayoría de los constituyentes primarios, los electores, prefieren continuar con la Constitución que hoy los gobierna.
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