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El cambio de El Salvador

De no ocurrir sorpresas, las primeras elecciones presidenciales del año en Centroamérica las ganará el candidato independiente Nayib Bukele en El Salvador, en primera o segunda vuelta. Lo que se sigue es encontrar salidas a la permanente crisis de su país.

3 de febrero de 2019 Por: Editorial .

De no ocurrir sorpresas, las primeras elecciones presidenciales del año en Centroamérica las ganará el candidato independiente Nayib Bukele en El Salvador, en primera o segunda vuelta. Lo que se sigue es encontrar salidas a la permanente crisis de su país.

Bukele ha sorprendido en su país, uno de los más violentos y pobres de América Latina. Con 37 años, el hijo de inmigrantes musulmanes es considerado un millennial que aprovecha el descontento de gran parte de los siete millones de salvadoreños, especialmente los más jóvenes. La lucha contra la corrupción se ha convertido en su bandera y de ganar rompería la hegemonía de los dos partidos tradicionales durante las últimas tres décadas.

Con la firma del proceso de paz entre el gobierno y la guerrilla en 1992, los partidos Arena y Fmln se repartieron el poder sin poder darle solución a los graves problemas del país. Factores como la corrupción, miseria, violencia y pandillas han minado la confianza de la población que ha decidido apostarle a un candidato antisistema que promete darle un giro a la forma de gobernar.

Su rival es el empresario de derecha Carlos Calleja, que carga con el legado de los expresidentes Elías Saca, preso, y Francisco Flores, quien falleció antes de que concluyera el proceso judicial en su contra por corrupción. Más atrás se encuentra el excanciller Hugo Martínez, representante del izquierdista Fmln, actualmente en el poder. Su debilidad reposa justamente en las desastrosas administraciones de Mauricio Funes, acusado de corrupción, y del actual presidente Salvador Sánchez, conocido por su apoyo al dictador venezolano Nicolás Maduro.

El triunfo de Bukele supondría un cambio en las relaciones internacionales. El candidato ha criticado la violencia emprendida en Nicaragua por Daniel Ortega a quien asimila a Anastasio Somoza. Tampoco ha ahorrado reproches contra Maduro y cuestionó que el saliente mandatario Salvador Sánchez asistiera a la posesión del sátrapa venezolano. El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, también ha sido señalado por Bukele de “haberse impuesto antidemocráticamente en un país empobrecido por el saqueo público y la corrupción”.

Quien resulte ganador en El Salvador tendrá que lidiar con unos índices pobreza que afectan al 30% de la población y una tasa de homicidios de 50 por cada cien mil habitantes. Como si fuera poco enfrentará una dura oposición de Estados Unidos, cuyo presidente amenaza con suspender los apoyos aduciendo que los gobiernos de El Salvador no hacen lo suficiente para detener a los migrantes que salen en masa con rumbo a Norteamérica.

Sin embargo, justamente por esa razón este debería ser el espacio para aprovechar los cambios democráticos y ofrecer ayuda y trabajo en vez de muros. De fortalecer la democracia en vez de entregarla a dictaduras como la de Ortega, o permitir que Cuba y el chavismo sigan sembrando la división y usando a los pobres para montar las caravanas que mueren en la frontera con México y Estados Unidos, creando un problema enorme para México y para los participantes de esas caravanas.

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