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El año político

En medio de la incertidumbre que todavía acompaña a los diez millones de colombianos que votaron en contra de Petro, el país espera que la hazaña política que lo convirtió en Presidente de la República se traduzca realmente en el mejor estar de la Nación

29 de diciembre de 2022 Por: Vicky Perea García

 2022 pasará a la historia nacional como el año en el que la izquierda alcanzó el poder político en Colombia. Además de llegar a la Casa de Nariño de la mano de Gustavo Petro Urrego, alcanzó una inédita representación en el Congreso de la República.

Ambos logros fueron el resultado de una campaña que supo sacarle partido a una disputa presidencial y legislativa signada por la polarización, la escasez de propuestas sólidas y realistas para solucionar los problemas de los colombianos y la poca confiabilidad en las autoridades electorales, especialmente la Registraduría Nacional.

Se debe reconocer que Petro capitalizó la inconformidad de un electorado cansado de las prácticas politiqueras que se han adueñado del país en los últimos tiempos, así como la esperanza de sectores tradicionalmente golpeados por la falta de oportunidades económicas y sociales, mientras que su voz caló entre los jóvenes, muy ajenos de las cuestiones políticas, hasta las protestas sociales del año pasado.

Fue así como también alcanzó las mayorías en el Legislativo, sumando a los 27 escaños que el Pacto Histórico tiene en la Cámara de Representantes y a los 20 en el Senado el respaldo de otras fuerzas políticas como el Partido de la U y el Conservador, que hasta hace solo unos meses se contaba entre sus antagonistas.

Producto de esa habilidad política y de la experiencia del hoy presidente del Congreso, en los primeros cinco meses de la actual legislatura el Gobierno y su coalición oficialista lograron sacar adelante iniciativas que consideran fundamentales para la consolidación del proyecto que le quieren plantear al país, tales como la reforma tributaria que en el papel permitirá recaudar $20 billones destinados a financiar planes de inversión social, y el Presupuesto General de la Nación.

Capítulo aparte merece la Ley de Paz Total, que con premura y polémica se aprobó para darle vía a la retoma de los diálogos con el ELN, los cuales parecen no haber despertado hasta ahora el entusiasmo de la mayor parte de los colombianos, entre otras razones por el esceptisismo que hay con respecto a la seriedad con que esa guerrilla suele asumir esas negociaciones, pero también porque, contrario a lo prometido desde la campaña, en la práctica el hoy Presidente no ha hecho de la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc una prioridad.

Sí se le reconoce el respaldo dado a mitad de año al Informe Final de la Comisión de la Verdad, que bajo la guía del sacerdote Francisco de Roux invitó a los colombianos a reflexionar sobre las razones que motivaron el conflicto armado en el país. Pero todavía el país no tiene claro cómo el actual Ejecutivo espera adelantar el sometimiento judicial de todas las organizaciones criminales que operan en Colombia, a fin de lograr la pacificación nacional, incluido el cese de asesinatos de líderes sociales.

Así las cosas, en medio de la incertidumbre que todavía acompaña a los diez millones de colombianos que votaron en contra de Petro, el país espera que la hazaña política que lo convirtió en Presidente de la República se traduzca realmente en el mejor estar de la Nación.

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