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Diez años del Tecnocentro

El Tecnocentro Cultural Somos Pacífico fue inaugurado el 25 de febrero de 2013, gracias al impulso y liderazgo de la Fundación Alvaralice, y a la unión de esfuerzos privados y públicos que le apostaron a la iniciativa. Esa tarde se hizo realidad el anhelo de la hermana franciscana Alba Stella Barreto de contar con un centro comunitario en el oriente que funcionara como un espacio neutral, de paz, en donde los jóvenes pudieran encontrarse sin el riesgo de las fronteras invisibles y aprovecharan su tiempo libre aprendiendo música, danzas, artes plásticas, tecnología.

26 de marzo de 2023 Por: Editorial .

La obra de teatro se llama ‘Colombia, magia y tradición’. La presentaron los integrantes del Tecnocentro Somos Pacífico en el Teatro Municipal, el pasado jueves, para celebrar los diez años de existencia de este espacio ubicado en el barrio Potrero Grande de la Comuna 21, en el oriente de Cali.

El barrio está conformado por familias desplazadas de distintos lugares de Colombia, que llegaron a la ciudad en busca de una oportunidad o huyendo de la violencia. La pieza teatral hecha por los muchachos quería reflejar justamente ese conjunto de tradiciones culturales, culinarias, además de los mitos y las leyendas del país. Es la historia mágica de un viajero que tiene que cumplir una misión: encontrar el Tunjo de Oro, un viejo cuento de los Llanos Orientales.

Junto a los jóvenes de la orquesta sinfónica del Tecnocentro cantó Gloria Emilse Martínez Perea, más conocida como Goyo, la artista chocoana fundadora de ChocQuibTown, que convirtió en un himno eso que dice: “Somos Pacífico, estamos unidos, nos gusta la región, la pinta la raza y el don del sabor”. Lo hizo como una manera de decirles: sigan adelante.

El Tecnocentro Cultural Somos Pacífico fue inaugurado el 25 de febrero de 2013, gracias al impulso y liderazgo de la Fundación Alvaralice, y a la unión de esfuerzos privados y públicos que le apostaron a la iniciativa.

Esa tarde se hizo realidad el anhelo de la hermana franciscana Alba Stella Barreto de contar con un centro comunitario en el oriente que funcionara como un espacio neutral, de paz, en donde los jóvenes pudieran encontrarse sin el riesgo de las fronteras invisibles y aprovecharan su tiempo libre aprendiendo música, danzas, artes plásticas, tecnología.

Desde su creación, el Tecnocentro ha atendido a 4.736 beneficiarios directos y a 113.476 indirectos, a través de un modelo innovador de intervención social. No son pocos los jóvenes que encontraron allí su destino y hoy, gracias a la formación que recibieron, y el apoyo para abrir puertas que parecían selladas, están en la universidad, formándose para la vida, o en otros espacios de desarrollo.

El reto hoy es ampliar la oferta del Tecnocentro para que cada vez sean más los ciudadanos de Cali que encuentren la posibilidad de construir un futuro digno y estable. El reto, también, es seguir siendo ejemplo de cómo cuando se unen esfuerzos es posible hacer grandes transformaciones de ciudad, brindar oportunidades, sembrar la semilla, reconciliar.

Es frecuente escuchar a los muchachos de Potrero Grande decir “vamos para Cali”, como si vivieran en una ciudad ajena. Esa fragmentación se acentuó durante la pandemia y después, en el estallido social. Las heridas, los prejuicios de un lado y del otro, siguen latentes, lo que revela nuestras dificultades para ponernos de acuerdo, entendernos como una Cali única y trabajar en colectivo por un bien común.

Son muchas las lecciones que nos deja el Tecnocentro. Pero sobre todo, que es posible, pese a esas diferencias, unir esas dos ciudades, tender puentes de reconciliación para generar opciones de vida. Un trabajo que debe expandirse y replicarse. Por fortuna persisten iniciativas civiles que propenden por la importancia del diálogo social. Los diez años del Tecnocentro son una gran excusa para no dejar apagar ese entusiasmo.

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