De nuevo, las invasiones
Y entretanto crecen las presiones de los grupos políticos que aprovechan esas anormalidades para conseguir adeptos mientras en muchos casos se alían con los promotores de las invasiones que reciben grandes utilidades de esas fechorías.
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18 de nov de 2021, 11:55 p. m.
Actualizado el 18 de may de 2023, 07:30 a. m.
Dos kilómetros de extensión tiene la invasión descubierta en el corregimiento de Navarro y cerca de un humedal, en el oriente de Cali. Y como esa existe otras tantas en varios sitios de la ciudad, lo que da una idea sobre la amenaza que sigue llevando a la ciudad a una crisis si no se toman las decisiones que se requieren.
Igual ocurre en la parte posterior del cerro de las Tres Cruces, donde se han desmantelado diez invasiones en los últimos meses en inmediaciones de Golondrinas, Montebello y La Paz, barrios y corregimientos que han crecido también con la ocupación indebida de sus predios. O en el Jarillón del río Cauca, detrás de Cristo Rey, en la zona de la Reforma, en la Viga o el parque de las Banderas, donde la acción de las autoridades ha permitido detener los asentamientos.
Se calcula que en Navarro se estaban construyendo setecientos cambuches, los cuales ya habían sido negociados y pagados a bandas de delincuentes expertos en explotar la necesidad de vivienda de quienes llegan a Cali en busca de abrigo o de aquellos que pretenden acumular propiedades y exigen soluciones y servicios públicos, respaldados por supuestos dirigentes públicos o políticos. Es la eterna historia de una ciudad que desde hace ochenta años crece a punta de invasiones.
Con ello se han generado miles de puntos de alto riesgo en el casco urbano de Cali, de viviendas que carecen de infraestructura adecuada y de miles de familias que se hacinan en condiciones precarias, a la espera de que el municipio y sus entidades les cubran sus necesidades básicas insatisfechas. Con lo cual se está generando una urbe sin planificación, sin un urbanismo mínimo que permita el desarrollo racional y sin la posibilidad de ofrecer seguridad y progreso a quienes toman el riesgo de ocupar esas invasiones.
Más grave aún, el medio ambiente, entendido como el hábitat que necesita cualquier ser humano para su desarrollo, está siendo destruido sin miramientos. Y entretanto crecen las presiones de los grupos políticos que aprovechan esas anormalidades para conseguir adeptos mientras en muchos casos se alían con los promotores de las invasiones que reciben grandes utilidades de esas fechorías.
Frente a esas amenazas, las autoridades han constituido mecanismos policiales y administrativos para combatir las invasiones que afectan a la capital del Valle. Sin embargo, cada vez son más evidentes las dificultades de las instituciones para anticiparse a los invasores, o para capturar y sancionar a sus promotores. Es una lucha desigual que clama decisiones que permitan actuar con oportunidad para impedir lo que se convierte en un peligro permanente para miles de personas y en una gran dificultad para mantener el orden, la seguridad y la tranquilidad de los caleños.
Las invasiones en Cali son un tema recurrente que corre el riesgo de volverse intrascendente. Pero nunca puede ignorarse, pues explica muchísimos de los problemas que padece la ciudad. Por ello hay que volver una y otra vez a la alerta sobre la grave amenaza que significa para la vida de los millones de seres humanos que habitan nuestra ciudad.
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