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California o la realidad

California es hoy el ejemplo de que el mundo no puede seguir ignorando lo que es real: un planeta que además de su propia evolución padece los efectos adversos de las acciones humanas.

16 de noviembre de 2018 Por: Editorial .

Impotencia, término poco conocido en el país más desarrollado y poderoso del mundo, es la definición más precisa de lo que hoy se siente en California ante el desastre causado por los incendios forestales que la azotan. Así lo quieran negar, comenzando por el Presidente de los Estados Unidos, el origen está en el cambio climático.

Lo que se ha vivido en la última semana ha sido un infierno. Tres conflagraciones diferentes, imposibles hasta ahora de controlar, han acabado pueblos enteros y algunas de las zonas donde tienen sus residencias los más ricos del país. El balance entregado en la mañana de ayer es aterrador: 66 cadáveres, 631 personas desaparecidas, 10.321 edificaciones quemadas y 56.655 hectáreas de bosques arrasados hacen parte del que se considera el peor desastre de todos los tiempos en California.

¿Cómo es posible que se produzcan incendios de tal tamaño y sea imposible evitarlos o controlarlos a tiempo, en una nación con los mayores avances tecnológicos y los mejores sistemas de alertas tempranas? En este estado del suroeste norteamericano se ha dado una confluencia de hechos en los años recientes que han sido propicios para que así sea.

Primero una sequía que duró cinco años, seguida de una temporada de lluvias intensas, produjo que en los bosques quedara una capa de matorral y miles de árboles secos que se convirtieron en el combustible de los incendios. A ello se suman los vientos cada vez más fuertes y veloces del otoño que terminan de hacer el trabajo cuando por cualquier razón, sobre todo por acción humana, se prende una chispa y se inicia la mortal pesadilla.

En conclusión, es el clima cada vez más extremo junto a las acciones e inconsciencia de las personas los que producen estas tragedias. De ese último lado están quienes creen o pretenden convencer que aquello del cambio climático es un invento para afectar a la industria o para generar pánico global. El presidente Donald Trump es el actual abanderado del ‘negacionismo’, en el cual insiste a pesar de que la casa o parte importante de ella se le está quemando, sufre la devastación de los huracanes cada vez más intensos y frecuentes, o de estaciones climáticas que rompen los récords históricos de temperaturas.

A ello se enfrentan los bomberos y los organismos de atención de desastres, que ven superada su capacidad de respuesta para hacerle frente con eficacia a esas catástrofes naturales que afectan a todos por igual, cualquiera que sea el lugar en donde vivan o sus condiciones económicas. California es hoy el ejemplo de que el mundo no puede seguir ignorando lo que es real: un planeta que además de su propia evolución padece los efectos adversos de las acciones humanas.

Por ello la urgencia de que la población mundial, sus líderes, la industria y cada persona hagan lo que les corresponde para enfrentar el cambio climático. Basta imaginarse lo que ocurrirá ya no a finales del presente siglo sino en los años que están a la vuelta de la esquina si no se logra detener el aumento de la temperatura y si no se hace lo debido para recuperar el medio ambiente.

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