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Cali bajo fuego

Si las acciones de control no sirven, hay que pensar en formas diferentes de enfrentar los incendios forestales, anticipándose a ellos. Lo primero es que si se sabe cómo se inician las conflagraciones se debe perseguir y judicializar a quienes las causan, sobre todo cuando se determina que hay la intención criminal de provocarlas.

4 de febrero de 2019 Por: Editorial .

El pasado fin de semana fueron 120 las hectáreas consumidas por el fuego en el sector de Montañitas, corregimiento de La Castilla; días atrás, en el mismo sector, otra conflagración arrasó con 50 hectáreas. En total son 92 incendios forestales los que se han presentado en los primeros 35 días del 2019 en Cali, afectan a los cerros de la ciudad, ponen en peligro a la población y tienen consecuencias para el medio ambiente.

Como sucede en el 99 % de los casos, son incendios provocados por acciones humanas, algunas veces por descuido y la mayoría con la intención expresa de quemar las lomas. Según las autoridades no es casualidad que a los pocos días empiecen a aparecer en esos mismos lugares cambuches de invasores, construcciones ilegales o cultivos.
El desastre provocado en La Castilla es similar al que ocurrió en septiembre del 2018 en el cerro de Cristo Rey o a los 660 que en promedio se presentan cada año en la ciudad. Las montañas que rodean a Cali no pueden seguir a merced de manos criminales, perdiéndose de esa manera y sin que se haga un control efectivo para evitar que el fuego se extienda y arrase miles de hectáreas que pueden demorarse años en recuperarse, si es que lo consiguen.

Si las acciones de control no sirven, hay que pensar en formas diferentes de enfrentar los incendios forestales, anticipándose a ellos. Lo primero es que si se sabe cómo se inician las conflagraciones se debe perseguir y judicializar a quienes las causan, sobre todo cuando se determina que hay la intención criminal de provocarlas.

Y lo más importante es tener capacidad de reacción para detectar en forma temprana los incendios. Para ello se necesita crear brigadas comunitarias que se mantengan en alerta permanente, sobre todo en épocas de intenso verano como la que se vive hoy en la región, y que detecten a tiempo los focos de fuego para evitar que se extiendan como sucedió en Cristo Rey y ahora en Montañitas.

Para ello y para comprar los equipos que hagan falta para enfrentar los incendios, se necesitan recursos. Por eso preocupa la propuesta del Municipio de desviar parte de la sobretasa destinada a los bomberos que hoy pagan los caleños, cuando está visto que esos dineros son indispensables para fortalecer a la entidad para enfrentar la amenaza que es hoy una realidad incuestionable.

Los cerros de Cali no pueden continuar a merced de los pirómanos ni sometidos a los incendios. El Cuerpo de Bomberos Voluntarios, los organismos de prevención y atención de desastres en conjunto con la comunidad, deben permanecer en alerta y actuar con la rapidez que se necesita.

Mientras tanto el Dagma debe hacer su trabajo como entidad ambiental del Municipio, reforestar y educar a los caleños para que cuiden sus recursos naturales. Y se debe llevar ante la Justicia a quienes están alentando o perpetrando las conflagraciones.

Esa es la forma de ejercer la autoridad y de hacer el control que se necesita. Los incendios forestales se combaten con recursos, con disposición y con acciones, no con ruedas de prensa para anunciar que se “hará caer todo el peso de la ley” sobre los culpables.

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