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A un año de Fukushima

La idea de que está bien construir centrales de energía nuclear como las conocemos hoy, para propósitos pacíficos, se ha puesto en duda. Pues cualquier contingencia natural de cierta importancia puede llevar a catástrofes de dimensiones incalculables para la existencia humana.

12 de marzo de 2012 Por:

La idea de que está bien construir centrales de energía nuclear como las conocemos hoy, para propósitos pacíficos, se ha puesto en duda. Pues cualquier contingencia natural de cierta importancia puede llevar a catástrofes de dimensiones incalculables para la existencia humana.

Los terremotos y el tsunami que azotaron hace un año al Japón se llevaron la vida de 16 mil personas en las prefecturas de Fukushima, Miyagi e Iwate, donde otras 6.000 fueron heridas y unas 3.200 desaparecieron. Pero lo más grave estaba por venir. Fue la amenaza resultado de afectarse la planta nuclear de Fukushima, cuyos sistemas de refrigeración sufrieron daños graves. Y no se trató de cualquier daño, sino de uno catalogado como de nivel 7, el máximo hasta entonces, cuyo antecedente fue la explosión ocurrida en la Ucrania soviética, en Chernobyl, 25 años atrás.Aunque se escribió mucho sobre ‘el Chernobyl japonés’, la verdad es que ambos accidentes, similares en sus efectos letales, tuvieron causas diferentes. Y, más allá de sus consecuencias, se trató de eventos de naturaleza diferente. En declaraciones a la BBC, Juan Carlos Lentijo, director técnico de Protección Radiológica del Consejo de Seguridad Nuclear español, manifestó que ambos son “accidentes en centrales nucleares que tuvieron un impacto en el exterior, por lo que obligaron a activar dispositivos de protección para proteger a los ciudadanos".Pero hasta allí van las coincidencias, pues el desastre soviético sucedió por falta de mantenimiento del sistema eléctrico de la Central, en el marco de un régimen que se desmoronaba y que no contaba ni con la tecnología ni los recursos para controlar de manera confiable sus centrales nucleares. En Fukushima el accidente fue causado por una contingencia natural incontrolable, en el que no incidió el error humano o la falta de recursos y tecnología.Tal vez por eso mismo la tragedia de Fukushima ha generado un debate aún mayor y de más fondo. Pues aun en las mejores condiciones, lo que se ha demostrado es que la energía nuclear generada a partir del plutonio y el uranio entraña peligros y está afectada por riesgos que el ser humano no puede contrarrestar.La idea de que está bien construir centrales de energía nuclear como las conocemos hoy, para propósitos pacíficos, se ha puesto en duda. Pues cualquier contingencia natural de cierta importancia puede llevar a catástrofes de dimensiones incalculables para la existencia humana. Como lo afirmaron algunos científicos en su momento, producir energía a partir de materiales inestables, en un planeta inestable, es una invocación al suicidio.La gente de Chernobyl y Fukushima lo sabe. En 500 kilómetros a la redonda del primer sitio, y en 60 kilómetros del segundo, hoy no vive nadie, ni nada. El ambiente está cargado de isótopos radiactivos de corta, mediana y larga duración. Unos requieren de minutos para degradarse, otros de decenas de años y otros de miles de años. Nadie puede afirmar que volverá la vida en esos sitios, al menos no en los años próximos.Así, el sueño de una energía nuclear ‘limpia’ y barata que pueda regalarse, está terminando en medio de una pesadilla. Y terminó para la energía producida con base en plutonio y uranio. Queda la opción del torio, que fue desechada porque con él no se pueden fabricar bombas atómicas. Tal vez ahora vuelva, si es que predominan los dirigentes y científicos sensatos.

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