Columnistas
Oda a las velas
Las velas se usan en rituales para simbolizar la luz, la esperanza, la vida y las transformaciones, con propósitos como la sanación, la prosperidad, la protección o la conexión espiritual
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8 de dic de 2025, 01:31 a. m.
Actualizado el 8 de dic de 2025, 01:31 a. m.
Desde niño me llamaba la atención cuando mi tía ‘Vale’, Valeria Ruiz, vivía frente a la plaza de Santa Clara en Cereté, donde se celebraban las corralejas. Esos cinco días de fiesta se realizaban en febrero, durante la festividad de la Virgen de la Candelaria, y había un espectáculo maravilloso que empezaba a las ocho de la noche: el fandango. En el centro de la corraleja se ubicaban las bandas pelayeras, que empezaban a tocar porros ininterrumpidamente hasta la madrugada. A su alrededor, un grupo de mujeres y hombres vestidos con trajes típicos: los hombres con sombrero vueltiao y las mujeres con faldas polleras amplias y blusas adornadas que reflejaban la alegría de la danza.
Estos bailes, heredados de España en el Siglo XVIII, se acompañan de una música rítmica que luego evolucionó en el flamenco. El fandango es un baile tradicional de los departamentos de Bolívar, Córdoba y Sucre. Era el goce de la gente del pueblo, una tradición que aún permanece en las fiestas de corralejas.
Las parejas llevaban paquetes de velas encendidas, y el ritmo de la música, junto con la luz de las velas, creaba un torbellino de alegría y jolgorio para quienes disfrutábamos de ese espectáculo único del Caribe colombiano.
Esto representa la mezcla de diversas influencias indígenas, negras, mestizas y criollas que se adaptaron a las culturas locales, donde las velas tenían un protagonismo inconmensurable.
Las velas se usan en rituales para simbolizar la luz, la esperanza, la vida y las transformaciones, con propósitos como la sanación, la prosperidad, la protección o la conexión espiritual. Sus colores varían según la intención y acompañan los momentos más importantes de las personas: nacimientos, bodas, funerales, cenas, fiestas y rituales.
Las velas representan lo más bello de la cultura celta para celebrar la llegada de la luna llena, previa al solsticio de invierno. Es preciso recordar que, para esta fecha, el norte de Europa transita por la temporada más fría del año, con largas noches heladas y oscuras y pocas horas de luz. La llegada de la luna llena es un bálsamo de luz y esperanza que anuncia vientos más cálidos, llenos de plenitud y abundancia.
En el mundo católico, el Día de las Velitas conmemora la vigilia de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, dogma proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. A Cali fue traída por la comunidad franciscana para festejar el 8 de diciembre como el Día de las Velitas. Es el inicio de la magia de la Navidad. Los creyentes encienden velas como un acto de fe y devoción, buscando la protección y la bendición divina para sus seres queridos y hogares. Además del simbolismo religioso, el Día de las Velitas refleja la esperanza y la unión familiar.
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