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Maravilloso sería regresar a las aulas de clase y a las mesitas de noche de los hogares, los libros de Stephen Hawking, tan cercanos y bien traducidos al lenguaje común.

13 de noviembre de 2023 Por: Paola Guevara

En un noviembre como este, pero de 1934, nació Carl Sagan. Así que estamos cerca de conmemorar el centenario del natalicio del hombre que nos maravilló con el Universo y nos enseñó en términos comprensibles nuestro diminuto tiempo de existencia, como especie, en el gran calendario del cosmos: si el Big Bang ocurrió el 1 de enero, toda la historia de la humanidad se concentra en los últimos 21 segundos del 31 de diciembre del Año Cósmico.

Así de jóvenes somos, 21 segundos y, sin embargo, tan grandes como para descubrir, esta misma semana, gracias al telescopio James Webb, que existe una galaxia gemela a la nuestra. Se llama Ceers-2112.

Al leer esta noticia emocionante no pude evitar pensar en Sagan, y en cuánto le habrían fascinado los más recientes descubrimientos de la ciencia. Las fotos de las ‘salacunas’ donde nacen las estrellas, el sonido de un agujero negro supermasivo (un si bemol de 2 millones de años, que parece la banda sonora de una película de suspenso), o la existencia de planetas del tamaño de Júpiter que flotan libres en el espacio, desconectados de cualquier estrella.

Incluso cuando la ciencia cambia de parecer, no es porque haya mentido, sino porque ha tenido acceso a una verdad más alta, a una teoría más completa, a una explicación más abarcadora. Todo lo contrario a la guerra de tuits y al actuar de bodegas prepagadas que direccionan y sesgan los más delicados debates modernos.

Entre nosotros cada vez aparecen más divulgadores científicos, como Faber Burgos, el joven influencer colombiano que enseña a los niños a enamorarse de los experimentos científicos, de la física, la química y la biología. Y que con elementos caseros lanzó un globo meteorológico a la estratosfera. Su globo, equipado con una cámara que pudo registrar el sol y la luna en una sola toma, llevaba una foto de su familia que se convirtió en la primera ‘selfie’ en el exterior del planeta. Su libro se llama El Laboratorio de Faber.

Otro gran divulgador científico colombiano (no confundir con su hermano, el astrólogo), es Germán Puerta. Conversamos hace poco, con relación a su reciente libro titulado ‘25 historias asombrosas de la astronomía’, donde explica el rol que jugaron los astros en el hundimiento del Titanic: una Superluna (en su punto excepcionalmente cercano a la Tierra) pudo causar mareas tan altas que enviaron al sur los icebergs que, finalmente, ocasionaron la tragedia.

Maravilloso sería regresar a las aulas de clase y a las mesitas de noche de los hogares, los libros de Stephen Hawking, tan cercanos y bien traducidos al lenguaje común.

Los recomiendo todos, sin contraindicaciones. Pequeños, pero grandes antídotos contra el cinismo, y un recordatorio de que no podemos seguir usando nuestro tiempo, en calendario universal, para destruir el que podría ser nuestro último segundo en la gran historia del todo.

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