Columnista
Momento de despertar, no de rendirse
Si queremos conservar una Colombia grande, respetada y libre, debemos actuar decididamente con responsabilidad, sin violencia y con unidad.
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8 de ago de 2025, 02:29 a. m.
Actualizado el 8 de ago de 2025, 02:29 a. m.
Hay momentos en los que opinar no basta. Momentos en los que callar y quedarse al margen equivale a ser cómplice. Y hoy es uno de esos momentos.
A veces los países no caen por una dictadura. Caen por la suma de indiferencias, por cada voz que se apaga, por cada conciencia que elige la comodidad en lugar de la valentía. Hoy es el momento de despertar definitivamente, no de rendirse.
El caos no es una casualidad. Es un método, una estrategia para justificar el control total del Estado sobre los ciudadanos.
Si queremos conservar una Colombia grande, respetada y libre, debemos actuar decididamente con responsabilidad, sin violencia y con unidad. Cada sector de la sociedad tiene un papel que cumplir, nadie está exento de esta responsabilidad histórica.
La ciudadanía en general es la base de todo. Si está informada, organizada y activa, ningún abuso de poder se sostiene. La ciudadanía tiene el poder del voto, la calle, la presión social y la legitimidad. Sin una ciudadanía comprometida, todo lo demás se desvanece.
Los funcionarios públicos están dentro del sistema. Pueden evitar arbitrariedades, denunciar abusos y desarrollar sus funciones guiados por la ética.
Las Fuerzas Armadas. Su lealtad a la Constitución puede marcar la diferencia entre república y régimen. No legislan, pero en momentos críticos, su postura puede definir si la democracia se sostiene o se rompe.
Las universidades tienen el poder de formar pensamiento crítico o de adoctrinar. Su rol es estratégico, moldean las ideas del futuro. Si hay pensamiento libre, hay esperanza.
Los empresarios tienen peso político, económico y mediático. Pueden condicionar decisiones de gobierno si actúan con unidad y visión cívica.
Los emprendedores representan libertad económica, creatividad y autonomía. No son grandes en volumen, pero sí en simbolismo y resistencia silenciosa.
Los gremios, asociaciones y sindicatos, cuando son independientes, son fuerzas sociales poderosas. Tienen capacidad de movilización, representación y presión.
Los jóvenes no vivieron aquella Colombia en la que todos estuvimos secuestrados en nuestras casas y ciudades, sitiados por el miedo. Pero tienen el deber de no dejar que dicha historia se repita. Son quienes más pueden marcar la diferencia si se activan en redes, en las calles y en las elecciones.
Los líderes en diversos campos. Su voz y su ejemplo multiplican o neutralizan el impacto ciudadano. Cuando se alinean con valores, movilizan.
Los profesionales en distintas ramas, desde sus especialidades, pueden desmontar mentiras con datos y conocimiento. Si hablan con claridad, elevan el nivel del debate público.
Los trabajadores tienen el poder del número, organizados, informados y libres, son una fuerza política real.
Este es el momento de construir un frente común. No de partidos, sino de valores y principios. Porque la libertad no se pierde de golpe. Se pierde de a pocos, cada vez que alguien decide callar.
El caos no se detiene solo, se frena con conciencia, se enfrenta con acción y se derrota con valentía.
Que no nos pregunten mañana por qué no hicimos nada, cuando hoy aún estamos a tiempo de hacerlo todo.
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