Columnistas
Las apuestas
Cuando se practica de forma irresponsable, puede provocar problemas sociales y personales, severos.
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16 de ago de 2025, 02:20 a. m.
Actualizado el 16 de ago de 2025, 02:20 a. m.
Tique, como diosa de la suerte y el azar en la mitología griega, representaba la fuerza que gobernaba la fortuna de los mortales, y en consecuencia la incertidumbre y la imprevisibilidad. Todo apostador está en manos de esta diosa, es incapaz de predecir el resultado, en consecuencia, la apuesta implica tanto un riesgo económico, como también un encuentro con la fortuna y la incertidumbre, elementos que han fascinado a la humanidad.
Las apuestas constituyen prácticas que datan de tiempo atrás y consisten en el riesgo a que se someten objetos de valor en un evento cuyo resultado desconocemos, de tal forma que podamos obtener algo a cambio, de mayor valor, o sea, que se genere una ganancia. Jugar con dados, apostar en la antigua Inglaterra a los corredores que se enfrentaban para coronarse como el más veloz, casinos con ruletas mecánicas y barajas mágicamente manipuladas por ‘crupiers’ fantásticos, y más contemporáneamente las máquinas traga monedas, los juegos digitales, plataformas en línea o las apuestas deportivas.
Si bien en lo personal soy poco afín a este tipo de juegos y prácticas, mi ansiedad crónica evita que me concentre lo suficiente, es obvio que las apuestas generan entretenimiento a millones de personas alrededor del mundo, además de beneficios económicos, aunque esto último lo pongo en duda, pues mi reflexión me lleva a pensar que aquello que se gana en una apuesta, se termina arriesgando en posteriores juegos hasta perder lo ganado y aún más. El juego en todo caso también tiene un lado oscuro: cuando se practica de forma irresponsable, puede provocar problemas sociales y personales, severos.
Últimamente, el deporte ha entrado de lleno en el sector de las apuestas y su crecimiento exponencial se ha propiciado gracias a la tecnología y a la globalización. Les invito a que piensen en alguna persona o empresa del extranjero, que goce en su país de una moneda dura, digamos el Euro, y que invierta un millón de dólares en apuestas con un posible alto retorno, para el ejemplo supongamos 10 millones de euros en esas eventuales ganancias.
Además del millón de euros apostado, podrá invertir uno o dos millones de euros adicionales en sobornos a jueces, arqueros u otros jugadores en países con una legislación precaria, con pocos controles, en una liga deportiva menor o amateur e incluso en partidos juveniles, y aún con ese gasto adicional el retorno será muy alto. Este fenómeno ha generado consecuencias negativas, especialmente en países con poca regulación o recursos limitados o poca voluntad para supervisar estas actividades. Lo que parecía una forma inofensiva de entretenimiento se ha convertido en una amenaza para la integridad del deporte.
Las consecuencias de las situaciones anteriormente descritas son muy delicadas; dañan la credibilidad del deporte, se vulnera el principio de la sana competencia, se compromete la confianza del aficionado. Un sistema corrompido desalienta el patrocinio del empresariado y desestimula a los jóvenes y a sus padres a integrarse al sistema lo que afecta el desarrollo del futbol o de cualquier otro deporte.
La corrupción que se deriva del sistema de apuestas deportivas y la adicción al juego, constituyen problemáticas que amenazan al deporte y a la salud pública; demanda del Estado y de los ciudadanos regulación, compromiso y conciencia social.

Administrador de empresas, especialista en Mercadeo de la Icesi, trabajó como Presidente del Comité Permanente del Deporte de la Cámara de Comercio de Cali, ex Secretario del Deporte y la Recreación de Cali, fundador de Juancho Correlón, empresario.
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