Gina Lollobrigida

Febrero 01, 2023 - 11:40 p. m. 2023-02-01 Por: Jorge Restrepo Potes

No he podido entender la razón por la cual a YouTube le ha dado por mostrar el cambio extremo que sufren por la edad los bellos rostros de las actrices de cine. He resuelto no mirarlos para conservar el recuerdo vivo de las lindas figuras que aparecían en las pantallas en los años 50 y 60 del siglo pasado.

Tal me sucede con Gina Lollobrigida, la preciosa italiana que fue una de las causantes de la revolución hormonal de los muchachos que por entonces pasábamos del colegio a la universidad.

Pero Gina no estaba sola. También respondían a lista Sophia Loren y Claudia Cardinale. Un escalón atrás venían Silvana Mangano y Lucía Bosé. Todas despampanantes y con un busto que pugnaba por reventar el sostenedor.

Un ingenio tulueño para elogiar el tren delantero de las cinco estrellas, decía que de vivir ellas en la zona cordillerana de Bugalagrande, Nestlé les abriría carretera pues esa empresa, para asegurar su materia prima, construía caminos en la montaña para que los lecheros pudieran abastecerla. Tenía razón Enrique Jardiel Poncela cuando en una de sus ‘Máximas mínimas’ sentencia que los senos de la mujer constituyen la mayor tozudez del hombre, porque se agarra de ellos al nacer y ya no quiere soltarlos hasta caerse de viejo.

No puedo emitir juicio objetivo si alguien me solicita calificar a esas luminarias de Cinecitta, el estudio de donde salieron sus primeras películas. Si se me exigiese respuesta, diría que el más bello rostro era el de Claudia; que la mejor actriz era Sophia; que Silvana y Lucía eran espléndidas; y que Gina era todo: excelente actriz, con bella faz y cuerpo de sílfide revitaminizada.

En desorden, hago memoria de películas de Gina Lollobrigida, y la primera que viene a mi mente es La Romana, adaptación de la homónima novela de Alberto Moravia, dirigida por Luigi Zampa, quien fue el descubridor de su talento. Viene luego Pan, Amor y Fantasía de Luigi Comencini, en la que compartió créditos con el gran Vittorio de Sica. Esas cintas atrajeron a los productores de Hollywood, y allá llegó, alcanzando rotundo éxito.

Filmó Trapecio, con dos íconos del cine gringo: Burt Lancaster y Tony Curtis, dirigida por el laureado Carol Reed. Protagonizó a Esmeralda en la versión de Nuestra Señora de París, con el inmenso Anthony Quinn, tan destacado en Estados Unidos como en Italia. También rodó con Humphrey Bogart La Burla del Diablo, y estuvo en Salomón y la Reina de Saba, en cuya filmación falleció el apuesto Tyrone Power, siendo reemplazado por Yul Brynner.

Recibió siete premios Donatello; un Globo de Oro; Premio en el Festival Internacional de Berlín; y tiene estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Solo contrajo matrimonio con el médico húngaro Milko Skofic, unión que se disolvió en 1971. Le quedó un hijo, Dimitri.
Destacó como periodista, y en 1970 pudo entrevistar a Fidel Castro. En 1999 intervino en la política italiana, pero no obtuvo escaño en el Parlamento Europeo. Fue Embajadora de Buena Voluntad de la FAO.

Ya con 79 años se unió con el español Francisco Javier Riagau, 35 años menor que ella, y a quien sindican del desmedro patrimonial de la actriz.
Murió a sus 95 años, bien vividos. Sus admiradores la recordaremos siempre pues fue personaje de nuestros sueños juveniles, con severas penitencias que nos imponía en la confesión semanal monseñor Luis Gómez Brigard, capellán del colegio.

VER COMENTARIOS
Publicidad